Si los especuladores dirigieran el mercado apostarían por España

Si el Barcelona jugara contra el Leganés, la posibilidad de hacerse rico no sería apostar por el Barcelona sino por el Leganés. Si alguien pudiera manipular el resultado del partido, ganaría mucho más dinero apostando por el Leganés. Pues bien, España es el Leganés. Si alguien pudiera manipular los mercados a su antojo no atacaría la deuda española. Por el contrario, apostaría todo su dinero a favor de ella. El premio de apostar contra España es escaso en estos momentos. El premio sería mucho mayor apostando a favor y acertando. Si algún especulador pudiera hacerlo, eso es exactamente lo que haría y si no lo hace es que, sencillamente, no puede hacerlo. De hecho es factible un rebote en la bolsa en cualquier momento, quién sabe, y algo podría tener que ver con el pesimismo extremo y el agotamiento de todas las posiciones vendedoras a corto plazo.

La especulación como juego de suma cero

Existe una forma sencilla de ganar dinero con la pérdida de valor de un producto cualquiera, sea una materia prima, deuda pública o las acciones de una empresa. El sistema consiste en pactar para mañana la compra de algo al precio de hoy. No se trata de un sistema perverso sino de un instrumento que, en origen, los comerciantes inventaron para garantizar un precio de compra-venta respecto a productos que se conseguían en un extremo del mundo y que cuando llegaban a puerto, meses después, su precio de mercado podía haber oscilado mucho. Un comprador y un vendedor pueden pactar para mañana la compraventa de un producto que hoy vale 100 euros. Si mañana el precio de mercado del producto baja un 5%, el comprador tiene que pagar 100 por lo que podría comprar en el mercado a 95. Si por el contrario el precio sube un 5%, puede comprar por 100 lo que en el mercado le costaría 105. Es por esto que hay especuladores que pueden ganar dinero aunque baje el precio de las cosas. Pero hay que tener en cuenta dos elementos esenciales de esta apuesta: para ganar hay que acertar con la tendencia y la ganancia de uno es exactamente la pérdida del otro. Es decir, es un juego de suma cero. Para que un especulador gane otro tiene que perder otro tanto. El conjunto de los especuladores nunca se hace más pobre o más rico. Por cada especulador “malo” hace falta otro “bueno”. No es un instrumento intrínsecamente perverso. Se utiliza constantemente, por ejemplo, para cubrirse ante los cambios de precio en un negocio que se hace con divisas. Quienes lo utilizan ni siquiera tienen porqué ser especuladores aunque los especuladores también utilicen este tipo de instrumentos.

Es lo que parece

Dicen los antropólogos que en  la antigüedad, cuando caía un rayo o sucedía un terremoto, los primitivos automáticamente atribuían el suceso a dioses poderosos y malvados. En realidad, no entendían el mecanismo por el que cae un rayo o sucede un terremoto. Para la mayor parte de la población, si cae la bolsa o sube la prima de riesgo el mecanismo es tan oscuro e incomprensible como para los antiguos los rayos y terremotos. Es quizá por ello que el mismo mecanismo psicológico puede llevar a atribuir estos sucesos económicos a extraños dioses malvados y poderosos. Si España no tuviera deuda, el paro no superara el 5% y las cuentas públicas arrojaran un superávit, a pesar de lo cual la prima de riesgo superara los 500 puntos, tal vez habría que creer en los dioses malvados. Pero sucediendo que nuestra deuda supera los 580 mil millones de euros y crece al 10%, que el paro es más del 24%, que la economía está en recesión y que el déficit de nuestras cuentas públicas ronda el 9%, a lo mejor lo increíble sería que los mercados no apostaran por la quiebra de nuestro estado. Lo que tenemos que hacer para evitar caer en manos de hechiceros socialistas es simplemente aplicar el pensamiento racional a los mercados.