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Sería una tragedia. Ninguno queremos que suceda esto. Pero si sucediera, si efectivamente se produjera la secesión de Cataluña, ¿cómo quedaría el mapa político?
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De los 350 diputados del Congreso, Cataluña aporta 47. Es decir, sin los diputados catalanes el Congreso se quedaría con 303 diputados y la mayoría absoluta pasaría de requerir 176 diputados a requerir sólo 152.
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Como es lógico todo el mundo perdería diputados con la secesión de Cataluña, pero no todos por igual. De entrada desaparecerían los 17 diputados nacionalistas de ERC y CDC. 17 diputados nacionalistas menos por consiguiente condicionando la política nacional. Pero es que además, proporcionalmente, la izquierda perdería con la secesión de Cataluña mucho más de lo que perdería el centro derecha. De hecho, la secesión de Cataluña, partiendo de los resultados de las Generales de 2016, automáticamente daría la mayoría absoluta al centro-derecha.
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De un cálculo tan sencillo como el anterior, salta a la vista que a nadie le interesa la independencia de Cataluña, por muchos motivos, los menos importantes de ellos los políticos, pero si se produjera la independencia de Cataluña, la izquierda resultaría bastante más perjudicada que la derecha en el terreno de juego político resultante.
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Evitar que Cataluña se vaya o hacer que vuelva
Sin duda existen mecanismos para evitar la secesión de Cataluña sin llegar a este tipo de escenarios hipotéticos como los que nos estamos planteando. Curiosamente, no se está dando la batalla a través de ninguno de esos mecanismos. Por ejemplo, los separatistas catalanes dedican anualmente 236 millones de euros a tener una serie de canales de televisión lanzando continuamente mensajes a favor de la independencia. Nosotros tenemos un par de canales de TV estatales que nos cuestan 347 millones de euros. ¿Cuántas horas al día dedican estos dos canales a luchar contra el nacionalismo catalán? Nos lamentamos y nos extrañamos del poder del nacionalismo catalán, pero aparte de regar de millones a la Generalidad, ¿se ha hecho algo, lo que sea, para luchar contra el nacionalismo catalán? Nos referimos a algo así como discutir sus ideas, rebatir sus falseamientos de la historia, explicar los contras de una secesión, incluso parodiar y ridiculizar mediante el humor el pensamiento nacionalista y los líderes que lo encarnan. Nos preguntamos perplejos cómo es posible haber llegado hasta aquí, después de no haber hecho nada para no haber llegado hasta este punto. Y aún a fecha de hoy seguimos sin hacerlo.
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No obstante, incluso aunque hipotéticamente se produjera la secesión de Cataluña, ¿sería viable una Cataluña independiente? A los dos años de la secesión, ¿querrían seguir siendo independientes la mayoría de los catalanes? Consideremos que la independencia no es algo que fueran a apoyar los catalanes, sino muy poco más de la mitad más uno de los catalanes, caso de que fuera así. Un cambio de opinión en un pequeño porcentaje de catalanes podría abrir la puerta al retorno de Cataluña al seno de la nación española, lo que nos lleva al siguiente punto.
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Un pacto antiseparatistas firmado por las grandes potencias de la Unión
Hay muchos países en Europa, incluyendo las principales potencias, con problemas de brotes nacionalistas de mayor o menor entidad. A ningún país de la UE le interesa un aumento del fenómeno independentista. Que a un territorio independizado le fuera muy mal, sería una vacuna eficaz para evitar que otros territorios quisieran imitarlo. Interesa por tanto que a cualquier territorio que se independice de cualquier estado de la Unión le vaya muy mal, espantosamente mal.
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Nada obliga a hacer la vida fácil a los que quieren la independencia
Naturalmente la UE tiene herramientas para hacer que a un pequeño estado independiente en su seno le vaya muy mal. Para empezar cerrando sus fronteras al comercio y al tráfico de personas y capitales. No hablaríamos ya solamente de poner tasas o trabas burocráticas, sino de un auténtico bloqueo. A una Cataluña independiente y bloqueada no sólo por España, sino por el conjunto de la UE, le iría económicamente muy mal. Cataluña vende productos y servicios fuera de Cataluña por valor de unos 120.000 millones de euros. De esos 120.000 millones, 60.000 los vende en el resto de España. De los otros 60.000 millones, 40.000 millones los vende en la UE. Es decir, de los 120.000 millones que Cataluña vende fuera de Cataluña, 100.000 millones los vende a España o el resto de la UE. Sin España y la UE, las ventas de Cataluña al exterior caerían casi un 85%. Puesto que el PIB de Cataluña ronda los 200.000 millones, estaríamos hablando de una caída de su economía del 50%. El PIB per cápita podría caer de unos 27.000 euros anuales a unos 13.500 euros. La pregunta del referéndum catalán tal vez debería ser: ¿quiere usted perder la mitad de su sueldo para ser un republicano catalán independiente? ¿Y cómo serían la sanidad o los servicios de dependencia en Cataluña si el presupuesto para pagarlos bajara a la mitad?
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Volver a ir bien les resultaría tan sencillo, sin embargo, como volver a la nación. Eso sí, tal vez tuvieran que volver, al menos temporalmente, con menos competencias y menos capacidad de autogestión. Es lógico que la lealtad se premie y la deslealtad se castigue. Todo esto que se puede pensar de Cataluña, evidentemente se podría aplicar también la independencia del País Vasco.
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Dicho todo lo anterior, cabe también pensar que si todo el mundo tuviera claro que ése sería el marco y la situación a la que tuviera que enfrentarse una Cataluña independiente, es probable que nunca llegara a producirse en el mundo real esa situación. Por tanto sería importante que todo el mundo tuviera claro que ésa sería la situación. De todos modos, tal vez tampoco se trate de hacer ver a la mitad nacionalista de catalanes nacionalistas lo mal que les iría por separado, sino lo bien que nos va juntos. Y lo mucho mejor que nos podría ir si estuviéramos más unidos aún.
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2 respuestas
Retiren este artículo….. Escondan estás cifras o Mariano retirará el recurso de inconstitucionalidad.
En Navarra no tenemos planteado el tema independentista, pero tenemos un gran bullying social por parte de las minorías extremistas. Yo diría:
No al bullying social abertzale: en la calle, en los institutos, en las universidades, en los mal llamados piquetes informativos (que no informan, te echan abajo las persianas, te rompen los cristales, te pintarrajean con spray, te impiden ir a trabajar…), a la puerta de los colegios electorales (para intimidarte y así no puedas votar libre y democráticamente por el partido de tu elección), en las asociaciones de padres (imponiendo el Olentzero sobre los Reyes Magos [a mi madre le hicieron la vida imposible los padres de niños en euskera por intentar poner un paje en vez de Olentzero en mi colegio público, pero lo consiguió], al llevar un coche con una pegatina con la bandera de España (si no te pinchan una rueda o te rayan el coche), si llevas un chándal o camiseta de la selección española o una bandera constitucional, una pulsera (para esto no solo hacen bullying social, sino que utilizan la violencia, como ese patriota acuchillado en sanfermines por un naziabertzale, o ese niño al que le tiraron una bebida en sanfermines, ambos por vestirse con sus colores para animar a la selección en el mundial de fútbol)…
Estos dos hechos de los sanfermines, cuando una mayoría salga vestida así a la calle, dejarán de pasar porque no podrán con todos. Son gestos reaccionarios de una bestia moribunda. Un animal salvaje acorralado ataca más ferozmente porque sabe que está derrotado. Estamos más o menos en esa fase, en que la calle la están perdiendo los naziabertzales. Se están empezando a dar cuenta, pero no lo quieren reconocer. Es cuestión de tiempo y de que se implique en la resistencia la mayoría social que somos, inmigrantes y navarros. Cuando la mayoría social constitucionalista se convierta en activista, entonces habremos vencido. No hablo de las elecciones, que también, sino más bien de nuestros lugares de trabajo, de estudios, APYMAs, asosaciones…
Esto es como la caída de la dictadura tunecina (y tantas otras). Al principio hubo unos pocos que se enfrentaron a la policía dictatorial, pero se unieron más y más, hasta que no daban a basto, porque eran demasiados frentes y demasiada gente.