Los presupuestos.
Tanto el Gobierno de Navarra como el Ayuntamiento de Pamplona gestionan su propio presupuesto. Llama por tanto la atención cómo uno y otro no han evolucionado de forma paralela. Para ello basta con echar un vistazo a la cifra total de sus respectivos Presupuestos a lo largo de los últimos años. Mientras que en el caso del Gobierno de Navarra ha crecido hasta un 27,2% desde el año 2006, en el caso de Pamplona sólo lo ha hecho un 3,9%. Da la impresión de que doña Yolanda Barcina ha sabido sujetar mejor que Miguel Sanz el gasto y el tamaño de la administración bajo su mando.
Gasto corriente.
La impresión anterior se confirma al entrar al detalle de algunas de las grandes partidas de los Presupuestos. Tomando como referencia la evolución del gasto corriente, desde el año 2006 crece un espectacular 45,6% en el caso de los Presupuestos de Navarra. Por el contrario, observando este mismo dato en los Presupuestos de Pamplona, encontramos un crecimiento de sólo el 16,3%.
Gastos de personal.
La última de las magnitudes de nuestra comparativa, pero también una de las más significativas, es la de los gastos de personal. Nuevamente volvemos a encontrarnos con apreciables diferencias. Mientras que en los Presupuestos de la Comunidad han crecido un 26,3%, en los del Ayuntamiento sólo lo han hecho un 12%.
Si bien se trata de dos ámbitos diferentes, las apreciables y persistentes diferencias parecen revelar dos estilos de gestión diferentes. Nos gusta conocer estos detalles sobre la gestión del dinero público porque el dinero público sale de nuestros bolsillos. Los contribuyentes trabajamos duro todos los días para pagar esa parte de nuestro salario que acaba en las arcas públicas. Cuanto más crece la Administración, más tiempo tenemos que trabajar al año para financiarla y menos dinero queda en nuestros bolsillos para cubrir nuestras necesidades. Cuando ni siquiera muchos contribuyentes parecen conscientes del origen del dinero público, nos gustan los políticos respetuosos con nuestro dinero, con el esfuerzo que realizamos para obtenerlo, y con las cosas de las que nos privamos al entregarlo.
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