El rescate es una situación que sigue (o justo antecede para evitarla, según se mire) a una quiebra o suspensión de pagos más o menos confesa. Una quiebra o suspensión de pagos se produce cuando en un plazo tenemos que pagar a nuestros acreedores 100 y llegado éste sólo podemos reunir 90. ¿En qué consiste el rescate? En que alguien que es solvente (pongamos el Banco Central Europeo, apoyado en Alemania) pone esos 10 que nos faltan para que no quebremos.
¿Qué pasa si no nos rescatan?
Si no nos rescatan vamos a la quiebra. Significa que en vez de pagar 100 a nuestros acreedores definitivamente sólo les podemos pagar los 90 que hemos podido reunir. Como no podemos pagar todo, nos declaramos en suspensión de pagos y:
a) Todos los inversores que han confiado en nosotros pierden 10 (o más).
b) Ya nadie nos presta dinero porque hemos dejado de ser un acreedor que paga sus deudas.
c) El estado no puede pagar el mes que viene todas las nóminas de los funcionarios ni todas las medicinas de los niños.
En consecuencia, al día siguiente tenemos que seguir viviendo sólo con nuestros ingresos. La traducción práctica de esto es que si el estado español está gastando 100 y sólo ingresa 90 al día siguiente de la quiebra sólo puede gastar 90 (en el mejor de los casos, porque la quiebra acarrea otras consecuencias negativas en cadena). Es decir, que hay que ajustar 10 de golpe. O dicho de otra manera: hay que cerrar uno de cada 10 colegios, uno de cada 10 hospitales, despedir a uno de cada 10 funcionarios, etc. Todo esto de la noche a la mañana y después de todo lo que supuestamente hemos ajustado. Si ya muchas personas se quejan de los ajustes que tenemos que hacer para conseguir un objetivo de déficit del 6,3%, imagínense los ajustes que habría que hacer para tener un déficit del 0%, que es el que tendríamos que tener si nadie nos presta dinero por más que cayeran tras la quiebra nuestros ingresos (para permitirnos el lujo de tener déficit, entendido como diferencia entre gastos e ingresos, alguien tiene que prestarnos esa cantidad).
Qué pasa si nos rescatan
El escenario al que vamos es el de que somos rescatados. Otra manera de llamarlo es un “aterrizaje suave”. Significa que, en vez de quebrar, el Banco Central Europeo (nadie más en el mundo nos presta dinero) va a ir comprando nuestra deuda para evitar nuestra suspensión de pagos. En vez de cerrar uno de cada 10 colegios o uno de cada 10 hospitales y despedir a uno de cada 10 funcionarios a lo mejor basta con cerrar uno de cada 20. O eliminar algunas televisiones públicas, ya puestos. Pero después de todo es posible que podamos pagar las medicinas de los niños. Aunque solemos hablar muy mal de Angela Merkel, lo cierto es que nos está haciendo un favor. Alemania esta evitando nuestra quiebra dejándonos un dinero que no tendría por qué prestarnos, que nadie más nos presta, que podría invertir en cosas más interesantes y que nos lo va a prestar a un interés muy inferior al que sería el de mercado. Cierto que evitando nuestra quiebra Alemania evita que dejemos de pagar a Alemania dinero que ya le debemos, pero esto nos convierte más a nosotros en chantajistas y peligro económico internacional que a los alemanes en supuestos malvados que, a fin de cuentas, su mayor pecado ha sido fiarse de nosotros y prestarnos dinero. Cierto también que con ese dinero hemos comprado algunas cosas a los alemanes, ¿pero les vamos a culpar de que esperen que se las paguemos? Todo ello, naturalmente, mientras las cintas no les salgan a los alemanes (y a los demás países) más caras que el manto. Eso sí, todo rescate (como todo préstamo) conlleva implícitamente una condición: la de devolver el dinero prestado. Como es lógico, Europa sólo nos va a prestar en la medida en que cumplamos una serie de objetivos que permitan garantizar que devolvemos el dinero del rescate. Por consiguiente, pasamos a estar más o menos intervenidos y a dejar de tener una política soberana de gasto. Aleluya, dirán algunos.
Entre lo malo y lo peor
La conclusión de todo lo anterior es que no estamos eligiendo entre una situación buena y otra mala sino entre una mala y otra peor. El rescate implica ajustes, sacrificios y pérdida temporal de soberanía. Pero la alternativa es peor en cuanto implica perder todo acceso al crédito y pasar a depender sólo de nuestros ingresos, que actualmente son aún mucho menos de lo que seguimos gastando y que aún descenderían más si nos convertimos en un paria internacional. Es decir, que los ajustes y sacrificios si quebramos serían todavía mayores. De un aterrizaje de emergencia pasaríamos directamente a caernos con todo el equipo. Como moraleja de todo lo anterior, sin embargo, tal vez deberíamos recordar que hemos llegado a donde estamos por culpa nuestra. Hemos gastado agua como si nunca fuera a haber sequía. No hemos sabido administrarnos bien. Hemos fallado en la gestión. No hemos sido capaces ni de gastar menos en la época de vacas gordas ni de ajustar más rápido los ingresos y los gastos (era demasiado impopular) en la época de vacas flacas. Retrospectivamente hubiera sido mejor ajustar más desde hace años y evitar el rescate, pero no hemos sido capaces de hacerlo. Hablando de que a los años de vacas gordas siguen años de vacas flacas (y hay que estar preparado para ello), se trata de un conocimiento que ya le había transmitido José al Faraón hace casi 4.000 años. No nos hagamos ahora la sorprendida cigarra mientras se nos cae a pedazos este macroestado de 17 tentáculos, 50 canales autonómicos, 300.000 volúmenes de legislación y 3 millones de funcionarios. Todo esto que es aplicable al estado español respecto a Europa es básicamente aplicable a las CCAA respecto a España. Es decir, que va a ser divertido ver quejarse al gobierno por las mismas condiciones que, en su ambivalente papel de rescatado y rescatador, va a tener que exigírselas luego a buena parte de los gobiernos autónomos.
6 respuestas
Te rescaten o no, lo cierto es que tenemos una situacion suicida.
Tal como veo a España, aun lo veo mas complicado, no entiendo como cada Comunidad Autonomica tira para un lado. Es una irresponsabilidad.
El Gobierno de España, debiera ser mas severo
y a Cataluña que esta pidiendo dinero y por otro lado se quiere separar del Estado Español, que la intervengan y que intervengan a todas las Comunidades Autonomicas que sean necesarias.
Y luego llega Bob & Rugalcaba y la solución es más gasto, más funcionarios, más interinos…¿y todo esto quién lo paga? Porque las.rondas a las que invita el PSOE nunca las.pagan ellos, se endeudan y punto. Para muestra un botón; – Hey chicos, os invito a una ración de Ley de Dependencia….que ya pagarán las.CCAA.
Y así todo.
Y los tontos de la clase metidos a políticos??? Y las concejalas en pelota masturbándose en internet?? Y las autonomías quebradas amenazando y chantajeando a una Administración Central que ni siquiera es Estado y de cuyo nombre cuando era una Nación nadie se acuerda, sin mecanismos para frenar la re-chufla???
El lado bueno es que se acaban los nacionalismos de golpe y porrazo por orden de Alemania. Sea!!!
Nunca hubiera deseado que España tuviera que ser rescatada o intervenida. En primer lugar, por ser una muestra clara de «nuestra» propia incapacidad para gestionar nuestro país y en segundo lugar porque el rescate, lógicamente conlleva una pérdida de soberanía nacional.
Dicho esto, sin embargo a día de hoy, viendo que nuestros políticos y a pesar de nuestra situación, continúan en sus actuaciones (unos) y decisiones (otros) ocupándose y preocupándose tan sólo por el rédito o desrédito electoral,….. en este caso,quizás no sea tan malo que alguien, desde la lejanía venga a marcar lo que tenemos que hacer para solventar el principal problema que tenemos las familias españolas, que no es otro que el de la economía real.
Si se pide el rescate, se pagan las obligaciones: sueldos de funcionarios y empleados públicos o para-públicos, farmacia, expropiaciones aún pendientes, obras en curso, subvenciones a los partidos y sindicatos, intereses de la deuda contraída, se refinancia la deuda que vence, las facturas de la luz, telefono, etc., los bancos venden la deuda a corto y quizá decidan prestar, etc. Si no, se echa el cierre (como hizo Felipe II y sucesores), es decir, que además de los «ajustes sobre ajustes» vendría un ajustazo porque no se podría gastar más de lo que se ingresa (que en toda Europa, irá a menos). Como la inflación en el seno de la zona euro repunta (a pasar del intento de Draghi por contener la M4), los intereses del/los préstamo pueden hasta ser negativos en términos reales. Claro que si la prima cae por debajo de los 250/300 p.p. no habría que sujeterse a las condiciones de sentido común que aplique/n el/los prestamista/s, y algunos querrían seguir con la fiesta.
El problema no está bien planteado en el artículo de NC, creo. En el rechazo del rescate, no se incluye necesariamente la reducción del pago de la deuda; en todo caso, se atrasaría y renegociaría si hiciera falta. La clave está en las inversiones alemanas (y francesas e inglesas y… todas, incluidas las españolas). Una inversión no es un préstamo y, por tanto, no es una deuda, sino una participación en un negocio. Eso implica riesgo y, si uno arriesga, tiene que saber perder. Los inversores (los alemanes y todos los demás, incluidos los españoles) arriesgaron o arriesgamos y hemos perdido. No tiene sentido que, para que no perdamos nuestras inversiones, se reordene toda la economía en función de esa prioridad y se ponga -por ello- en la calle a cinco millones o no sé cuántas personas. Esto es inmoral, lo mande quien lo mande.
En cuanto a doña Angela, la prueba está en sus manos: a ver si las condiciones del rescate dan prioridad a la creación de empleo en España o a salvar las inversiones foranas. Me gustaría que se lo planteasen ustedes así y nos dieran respuesta. Tengo la sensación de que nadie nos dice la verdad, si es que es ésa.