¿Qué tipo de progre es Spiderman?

Resulta imposible no relacionar la foto del concejal Armando Cuenca en el Mediarmarkt con alguna otra foto del interfecto como ésta en el Ayuntamiento de Pamplona, que pudiera ser complementaria. Efectivamente puede que el portátil de Apple no lo comparara en el Mediamarkt, sino en la Apple Store junto al Corte Inglés. O en Amazon. O a un colega okupa que ya no lo usara. Lo que sí vemos es la misma sudadera que en el Mediamarkt. Que es un poco lo que nos hace preguntarnos qué clase de progre es Spiderman. Vas con una sudadera, pero te compras un Apple. Pero le pones una pegatina de una bici para proletarizarlo. Y entonces ya eres guay. I-guay.

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Cuando un progre se enfrenta a la decisión de tener que comprarse un ordenador se encuentra con un duro problema. Para empezar, no hay ordenadores comunistas. Los estados de referencia de un progre no fabrican ordenadores. Hasta los ordenadores chinos o ya no es que sean demasiado comunistas o están copiados miserablemente, o en las tripas llevan componentes y procesadores diseñados en el Occidente capitalista. En realidad esto sucede con casi todo, pero así y todo aún queda un largo trecho para comprarse un Apple en vez de un Xiaomi.

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Y es que entre el repertorio de ideas ridículas que tiene un progre se encuentra la de que la pobreza de un sitio se explica por la riqueza de otro. La riqueza y la pobreza son vasos comunicantes. Para que la riqueza pueda subir en un país, la pobreza tiene que aumentar en otro. Lo dice Intermon-Oxfam: uno siempre se enriquece a costa de otro. Un cristiano excelente, por ejemplo, podría ser tan bueno que se planteara si en vez de un Apple no podría comprarse un PC más barato y dar la diferencia a los pobres. Pero el comunista va más allá. Su planteamiento es que hay un pobre porque él se está comprando un Apple. Es por eso que los comunistas, pese a que frecuentemente se reabre el debate, no pueden gastar en cosas lujosas, porque tener dinero y patrimonio es algo inherentemente inmoral, desde la coherencia de su punto de vista en virtud del cual uno tiene lo que a otro lo falta, o sea le roba, y hay niños pasando hambre en una punta del mundo porque en la otra punta hay gente que se gasta el dinero en caros ordenadores de Apple. Aunque luego pongas la pegatina de una bicicleta junto a la manzanita. Naturalmente no tenemos nada en contra de que alguien se compre un Apple o un BMW, siempre que no sea progre.

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La bicicleta y la manzanita nos llevan por lo demás a la vertiente ecologista del discurso progresista. La ecología es incompatible con la humanidad porque la humanidad es la principal amenaza contra la naturaleza. Excluido el factor humano, todo sería naturaleza. Evidentemente los ecologistas, por alguna extraña razón, sitúan al ser humano fuera de la naturaleza y enfrente de la naturaleza. Es por ello que el ser humano, desde el punto de vista ecológico, debe estar en la naturaleza lo más cerca posible de no estar, porque todo lo que hace, empezando por comer, trastorna la naturaleza. Es por ello que los ecologistas han establecido una serie de categorías arbitrarias en virtud de las cuales el hombre está en la naturaleza, pero no forma parte de ella, y dentro de la naturaleza son más naturaleza los animales que los vegetales. Lo ideal sería que el ser humano se extinguiera para no tener que afectar con su miserable existencia a la de los nobles animales y los resignados vegetales, pero puestos a tener que engullir algo mejor la categoría inferior vegetal, determinada como tal por la categoría humana superior ecologista y vegetariana. Da la impresión de que Armando Cuenca comparte un poco este tipo de visión en la que el plan definitivo de amabilización sería expulsar a todos los humanos de Pamplona, deconstruir las edificaciones y devolver la zona a las vacas. Sin contaminación. Sin postes de telefonía móvil. Sin wifi. Sin canales. Sin pantanos. Tal vez unos restos romanos. Sin trenes. Sin autovías. Sin coches, por supuesto.

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No es que a los demás nos desagrade la belleza natural. Lo que sucede es que respecto a un campo hay dos posiciones extremas con escaso sentido. Podemos quemarlo, y no obtendremos nada de él. O podemos imponernos la obligación de no tocarlo para no perturbar en absoluto su estado natural, en cuyo caso tampoco obtendremos nada de él. Con razón, alguien podría decir que lo mismo nos daba quemarlo. Tampoco nos engañemos. En completa ausencia de humanos el ñu que va a beber se lo comería igual el cocodrilo y las bacterias carnívoras forman parte de la naturaleza lo mismo que los koalas.

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Finalmente, es posible que en el fondo de las extravagancias de Armando Cuenca, nuestro infrahéroe municipal, habite en el fondo un simple fantasmón. Es decir, existen dos maneras aparentemente opuestas, sólo aparentemente opuestas, de hacer el fantasma. Una es aparecer ante los demás con un coche que cuesta 20 veces más que el de los demás, por ejemplo un Ferrari. La otra es aparcar un cuatro latas, o una bici, entre los Ferrari de los demás. Aunque puede parecer muy distinto, el deseo de llamar la atención es el mismo en ambos casos. Se trata sólo de dos técnicas aparentemente opuestas para conseguir un mismo fin que es el de alardear. Eso sí, sólo alardean de pobres los que no lo son, por supuesto, pero alardear de pobre y alardear de rico es casi lo mismo y a menudo las personas a las que le gusta alardear utilizan indistintamente uno u otro recurso.  Por eso no es incompatible el Apple con la sudadera morada. Si todo el mundo fuera a celebrar el Privilegio de la Unión vestido de Spiderman, el amigo Cuenca aparecería con chaqué y chistera. Eso sí, no seamos ingenuos, el progre no es que realmente quiera renunciar a su Apple y volver a vivir como un cromagnon, lo que quiere es vivir igual de bien que los demás y aprovecharse del campo no quemado ni abandonado igual que los demás, pero pareciendo mejor que los demás, para conseguir lo cual desarrolla una serie de llamativos rituales y ridículos numeritos.

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3 respuestas

  1. La mejor descripción del progre que he leído nunca. Aplicable a la inmensa mayoría de políticos de izquierda, «artistas», «culturetas», ciertos periodistas … Gente que con estos rituales duerme con su conciencia muy tranquila, por eso, porque se cree mejor que el resto de mortales fatxas. Aunque en el fondo saben que todo es «facha-da» acartonada.

  2. La máxima «pogresista» siempre ha sido la contraria de la cristiana, es decir predicar sin el ejemplo o «haz lo que yo digo y no lo que yo hago»

  3. Una idea para los redactores de NC, ya que les gusta tanto la mierda, seguro que no les costaría mucho rebuscar entre la basura de Amando Cuenca, no vaya a ser que haya peladuras de gambas, o peor aún, de un langostino, entre los restos de sus paellas. Ánimo, seguro que algo encontráis.

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