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Seguramente todos podemos estar de acuerdo en que condenar a alguien a nueve años de cárcel por arrojarle a otro una tarta a la cara es un exceso. En España, por una pena similar, además podríamos robarle, violarlo, golpearlo, herirlo resistirnos a la detención.
No obstante, seguramente hay mucho de propaganda y victimización de los autores en la repetición del mensaje de que pueden ser condenados a nueve años de cárcel. En realidad, es probable que ni remotamente sean condenados a una pena semejante y los autores acaben consiguiendo, además del tartazo, un nuevo y doble éxito propagandístico. Por un lado, a causa de la magnitud y desproporción de la pena planteada, que se acabe simpatizando con los agresores al punto de que el agredido, encima de agredido, sea percibido como un villano. Además, si llegado el momento de la sentencia la pena resultara mucho menor, los agresores podrían presentarla como una victoria judicial, por más que fuera una condena.
Naturalmente no se puede esperar que condene un tartazo quien ni siquiera condenaría un tiro en la nuca a Yolanda Barcina, lo cual incluye a una parte no despreciable de quienes apoyan el tartazo, aunque ese asunto sería objeto de un debate paralelo.
¿Pero qué es lo que ha sucedido realmente en casos similares en otros países?
Efectivamente hay casos, como los que citan los autores del tartazo contra Barcina, en que los autores han sido condenados a pagar una multa. Pero no es cierto que nadie en ningún país democrático haya ido a la cárcel por tirar una tarta a la cara de otro.
En Canadá, un hombre arrojó una tarta al presidente de la región de Alberta en 2004, siendo condenado a pasar 30 días en prisión.
http://www.cbc.ca/news/canada/klein-pie-thrower-gets-jail-time-1.496376
En 2008, la justicia canadiense volvió a condenar a 30 días de prisión a otra persona, en este caso una mujer, por tirar una tarta a la cara al alcalde de la ciudad de Calgary.
http://www.canada.com/story.html?id=82535ffb-4e52-4332-a435-4be23bccb68b
En los Estados Unidos, una mujer fue condenada a 30 días de cárcel por asestar un tartazo a un senador.
En Gran Bretaña, la justicia condenó a 6 semanas de cárcel a un hombre que arrojó una tarta al magnate Rupert Murdoch. Posteriormente se rebajó la sentencia a cuatro semanas.
http://www.rawstory.com/rs/2011/08/05/murdoch-attacker-has-jail-sentence-cut/
En 2001, un menor arrojó una tarta al rey de Suecia. Precisamente en consideración a ser menor de edad no fue condenado a pena de cárcel. Sin embargo, podía haberse enfrentado a una pena de seis años.
http://www.news24.com/xArchive/Archive/Pie-in-Sweden-kings-face-20011115
En el caso que hemos citado de los EEUU, se inició una campaña a favor de la acusada tratando de presentarla como una víctima que podía ser condenada hasta a ocho años de cárcel por protestar contra la política exterior estadounidense. Al final, como decíamos, la condena sólo fue de 30 días.
En realidad, quien lanza una tarta contra un político asume que se trata de un político democrático y que será juzgado de una forma proporcional, a pesar del discurso que puede utilizar después para conseguir los mencionados efectos propagandísticos. La prueba es que contra los verdaderos dictadores nadie lanza una tarta. ¿Cuál será la pena por el tartazo a Barcina? Seguramente mucho menor que los nueve años que los agresores y los medios que simpatizan con ellos han repetido durante meses. Salvo que efectivamente la justicia condene a los “tartalaris” a nueve años, la sentencia será una victoria post-tartazo para ellos. Barcina, como decíamos, será la malvada que pretendía una pena completamente desproporcionada y la justicia, comparada con los nueve años, parecerá que prácticamente les habrá dado la razón a ellos. Y esto aunque los autores del tartazo fueran condenados.
Para Barcina podría ser interesante declarar que, a pesar del mal trago y la dureza del momento, le parecen desproporcionadas las penas máximas que se están barajando. Que no le parece presentable o que deba quedar impune tirar tartas a los representantes de la ciudadanía libremente elegidos, que la condena debe ser disuasoria, pero que espera una pena lógica y proporcionada por los tartazos.
No perdería nada y desactivaría meses de trabajo propagandístico.
18 respuestas
Me sobrecoge no solo la frialdad, sino incluso el deseo que pueda albergar la presidenta del Gobierno de que los autores sean condenados a semejante pena.
¿Y la frialdad de los atacantes no le sorprede Don Pimpom? ¿La frialdad de la tarta del filoetarrismo y del criptoterrorismo no le sorprende?
¿Por qué será que a mi no me sorprende que a muchos no les deje helados la actitud matonesca y amanazadora del fascio rojo aberchale?
POSDATA; ¿Cuantos tartazos han recibido los del PNV aka GeroaBai por la «Y Vasca»? ¿Si recibe Uxue unos tartazos por lo de sus dietas sin acudir a las reuniones se enfadarán los mismos que ahora se alegran por el tartazo a Barcina?
ACLARACIÓN; No es que Barcina sea demasiado de mi gusto, ha tenido errores e inacciones, pero la actitud de algunos me obliga a pensar que algo bueno, aunque sea poco, deberá tener.
A la evidente cobardía de la agresión se suma la mofa al tribunal aludiendo para escurrir el bulto «que no estaban allí». Respecto a Francia,se inhibió pues ya se estaba instruyendo el caso en España.Lo demás ya lo sabemos todos,son los asesinos de siempre que apuñalan a quién ve el mundial con una camiseta de España, agreden a quién no les es sumiso o montan campañas de injurias desde el «Noticias» o el «Gara» cuando alguien hace las cosas bien en el campo cultural,para ellos vital y ahora abandonado por la propia Barcina,cuya gestión me parece nefasta tanto para Navarra como para UPN,pero cuya agresión debe ser castigada por ser un ataque de los violentos cobardes a ella y a los navarros al realizarse sobre su presidenta legítima.