Durante un tiempo, allá por 2010, el sistema de recogida de la basura “puerta a puerta” ocupaba de manera destacada una buena parte del debate político. Bildu venía a revolucionar la recogida de basuras, el reciclaje, la ecología y la estética de las localidades de toda la CAV y Navarra. El “puerta a puerta” era el futuro. Era inconcebible que el “puerta a puerta” no se impusiera a nivel planetario y Bildu tenía que ser pionero de ese movimiento. El “puerta a puerta” era incomparablemente mejor. El que se oponía al “puerta a puerta” era un fascista y un reaccionario. Al menos ya no andaba la ETA por ahí para matarlo. La desproporcionada atención al asunto de las basuras es probable que tuviera que ver algo efectivamente con la ETA. Tenían que pasar de ser el partido de los del tiro en la nuca al partido de la lucha contra la contaminación y el reciclaje, para lo que tenían que ser no tan ecologistas como los demás o un poco más, sino ecologistas hasta un punto fuera de toda medida. Ahora ya nadie habla del puerta a puerta y Bildu se dedica a ser el partido que más en contra está de todo el universo contra las agresiones sexistas. Esto seguramente tampoco es casual. Algo ha pasado con las basuras que ya nadie en Bildu apenas se ocupa de ellas.
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Si vamos repasando la hemeroteca, ciertamente se observa cómo hay un punto clave en el auge y caída de la frenética campaña del “puerta a puerta” que son las elecciones autonómicas en la CAV del año 2015, en las que Bildu sufre un fuerte varapalo y pierde, entre otras muchas plazas menores, el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Guipuzcoa. En este descalabro tuvo mucho que ver precisamente la desquiciante política del “puerta a puerta” a la que el PNV, gran ganador, se había opuesto de manera rotunda.
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Una localidad que ilustra o anterior es por ejemplo Pasajes, feudo tradicional de la izquierda abertzale perdido en 2015 y no recuperado hasta mayo de este 2019, pero sólo después de que Bildu renunciara a reimplantar el “puerta a puerta”. Y ni siquiera así, puesto que al fin un acuerdo PNV-PSE impidió el regreso de Bildu.
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En Astigarriaga, por poner otro ejemplo significativo, el PNV celebró una consulta sobre el puerta a puerta que había implantado Bildu y la mayoría de los astigartarras votaron en contra del sistema, por lo que el gobierno del PNV volvió al sistema de contenedores y adjudicó la nueva recogida a la Mancomunidad San Markos, revelándose que de los 400.000 euros que costaba Garbitania (la vidriosa sociedad a la que los ayuntamientos de Bildu encargan la gestión del “puerta a puerta”) se pasaba a un coste de menos de 100.000 euros. “Garbitania es el chiringuito de las basuras de EH Bildu”, concluyó el PNV de Astigarraga.
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En Oñati, donde la izquierda abertzale sigue imponiendo el “puerta a puerta”, el PNV señala que la recogida selectiva alcanza el 81,5%, pero que en Bergara, donde se utilizan contenedores, el índice sube al 82,4%. A comienzos de este año el diputado foral de Medio Ambiente de Guipúzcoa, el socialista José Ignacio Asensio, indicaba que «Los datos de 2018 confirman la tendencia del periodo 2015-2018, en el que la tasa de reciclaje ha aumentado 10,15 puntos, desde el 42,26% en el que se situaba hace cuatro años«, Se trataba de un dardo obviamente dirigido a la izquierda abertzale, subrayando que tras perder Bildu el poder y desde empezó a decaer el puerta a puerta los niveles de reciclaje no sólo no han caído, sino que han subido más de 10 puntos.
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Todo lo anterior ayuda a entender que el puerta a puerta haya pasado a ser un sistema residual en zonas de la izquierda abertzale profunda, que sea algo de lo que ya no se habla y que Bildu haya renunciado de manera bastante ostensible a implantarlo. Un vez más las políticas de la izquierda abertzale demuestran que no mejoran la vida de la ciudadanía, no ofrecen mejores resultados y encima resultan mucho más caras. Seguramente tampoco descienden las agresiones sexuales ni pasa en general nada especialmente beneficioso. El único efecto claramente apreciable en las localidades donde gobierna la izquierda abertzale es que las dirigen como colmenas y que hay mucha menos libertad que en donde no gobierna, salvo para ser abertzale.
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Un comentario
Con lo cual el teorema quedó planteado así:
A + basura + Bildu, luego… A + Bildu + basura.