Que los rumanos del Tenis hayan salido delincuentes, ¿es sólo que Spiderman ha tenido mala suerte?

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Aquel grupito de chabolistas rumanos acampados junto al Club de Tenis ha decidido no dejar de ser un dolor de cabeza para Armando Cuenca, concejal podemita encargado del Área de Ecología Urbana y Movilidad del Ayuntamiento de Pamplona, alias Spiderman.

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Primero fue la lamentable letrina propia de Guantánamo con la que Spiderman, tras meses de inacción, intentó resolver la emergencia social de los chabolitas. Después la detención de varios de los chabolistas, acusados de robar en varias empresas, una vez realojados en viviendas dignas y recibiendo una renta de inclusión que pagábamos entre todos. Finalmente la constatación de que la trata de blancas tampoco escapaba al catálogo delincuencial de aquellos pobres inmigrantes a los que habíamos acogido y tratado de ayudar. Imagínense que en vez de una docena hubieran sido doce mil. El análisis arácnido de estos sucesos es que se trata de un caso aislado y que no podemos tratar de hacer categoría de lo anecdótico, y que además seríamos unos fascistas si lo hiciéramos.

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Lo cierto, sin embargo, es que Spiderman tiene razón sólo a medias. Ciertamente no podemos meter a todos los inmigrantes en el saco de los maleantes. Sería falso. Sería injusto. Lo que pasa es que también sería falso e injusto cerrar los ojos a una realidad innegable, y es que existe una relación algo más que casual entre inmigración y delincuencia.

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Para comprobarlo, basta con verificar que en España, según el INE, la población reclusa rondas las 59.000 personas de las que unas 17.000 son inmigrantes, el 28,8%. La cifra resulta muy relevante porque los inmigrantes representan el 9,5% de la población. Es decir, resulta 3 veces más probable que cometa un delito un inmigrante a que lo cometa un nacional. La estadística no incluye los hijos de inmigrantes, lo cual podría subrayar aún más la relación. Hablamos de los inmigrantes que se encuentran en prisión en este momento y no de toda la población inmigrante que ha estado en prisión o que no ha estado en prisión aunque haya cometido diversos delitos y faltas no castigados con prisión.

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Obviamente que haya 17.000 inmigrantes encarcelados sobre una población de 4 millones de inmigrantes habla bastante a favor de los inmigrantes, pero no se trata de verdades que se anulan mutuamente, sino que se acumulan.

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¿Tienen un gen los inmigrantes en virtud del cual delinquen más que la población nacional? Evidentemente no. ¿Por qué entonces triplican el número de condenados a prisión? Seguramente los inmigrantes se dedican a la delincuencia en circunstancias en las que cualquier otro segmento de la población se dedicaría a la delincuencia, sea por inadaptación, marginación, falta de formación, incapacidad de acceso al mercado laboral. Por esto mismo es importante, a la hora de abrir la puerta a la inmigración, tratar de diagnosticar por un lado si la gente a la que ofrecemos vivir en nuestra casa tiene la capacidad y voluntad de adaptarse, o la cualificacion y formación suficiente para encontrar una oportunidad, y por otro si nuestra situación y nuestra economía permite ofrecer esas oportunidades, en qué medida y si hay una correspondencia entre el número de gente a la que podemos asimilar y la que dejamos entrar.

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Naturalmente podemos dejar entrar a todo el mundo por las buenas sin dedicar un segundo a analizar la situación o a ver a que se dedicaban por ejemplo estos chabolistas rumanos en su tierra, pero si lo hacemos no digamos luego que las cosas que suceden son mala suerte o casualidad.

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El suceso de los chabolistas también pone de manifiesto que las ayudas estatales a veces no sirven para evitar situaciones de marginalidad y delincuencia. El delincuente quiere la ayuda estatal, que recibe por nada, y quiere también lo que además obtiene delinquiendo. Sin necesidad de pensar en delincuentes ni en inmigrantes, tampoco es raro que alguien que recibe una ayuda estatal por carecer de medios por otro lado se dedique a trabajar en la economía sumergida para acumular a las ayudas esos ingresos. El resultado es que puede haber muchas personas que, cobrando menos que el defraudador, estén pagando con el dinero de sus impuestos para que el defraudador gane más. No es que nos neguemos a las ayudas, pero deben estar sometidas a un estricto control. Y cuanto más se amplían las ayudas estatales, mayor va a ser el trozo de tarta correspondiente al fraude y mayor debe ser el control. Las ayudas estatales aumentan constantemente, no está claro que lo haga en la misma medida el control.

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3 respuestas

  1. Hay grupos muy concretos de inmigrantes de donde los porcentajes de delincuentes son realmente altos. El grupo del que sale mayor cantidad de delincuentes es el de los GITANOS rumanos. Entre ellos hay porcentajes altísimos que o se dedican a delinquir o a la mendicidad. ¿Para eso se han recorrido media Europa? No digo que todos los gitanos rumanos se dediquen a eso, pero sí que el porcentaje es realmente alto.

    Navarros y aragoneses, hermanos.

  2. La verdad es que la proporción de presos inmigrantes se reducirá muchísimo si algún día encierran a toda la patulea esa de mossos amorosos, corruptos del 3%, profesores mafiosos, acosadores de todo tipo y hooligans que pululan a su rollo por las calles de Cataluña.

  3. Pregunten a cualquier rumano trabajador y decente, de los muchos que viven aquí, qué piensan de sus paisanos gitanos y ya verán lo que dicen. No puedo reproducirlo aquí porque acabaría en la cárcel.
    Por otra parte el esquema mental de este tipo que sufrimos como concejal se reduce a: o estás de acuerdo conmigo o eres de la ultraderecha. Su “brillante” cabeza no le da para más.

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