¿Qué le aguarda a los monárquicos polacos en el siglo XXI?

Damas y caballeros,

Muchas gracias por invitarme a una celebración del Día de la Independencia Polaca que es olvidada por muchos. Durante 30 años, he tenido el honor de representar el campo legitimista, del que emanan la Organización de los Monárquicos Polacos y el Portal Legitimista. Después de tres décadas de lucha por la restitución de la monarquía en nuestro hogar, me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre nuestro monarquismo indígena y sus fundamentos ideológicos.

Nos estamos reuniendo este 7 de octubre [día en el que el Consejo de Regencia proclamó la independencia de Polonia, en 1918, aunque la fecha oficial sea el 11 de noviembre, cuando el general socialista Pilsudski fue proclamado comandante general] para celebrar un gran evento de nuestro pasado nacional, pero también estamos pendientes de otra efeméride, que este año cae en 25 de octubre: la Festividad de Cristo Rey que instituyó el Papa Pío XI. En el aniversario del manifiesto del Consejo de Regencia, hemos de mirar, por lo tanto, al futuro. Uno no puede entender ni interpretar la Independencia Polaca tanto en su edición festiva como diaria sin considerar el mensaje ideológico incluido en palabras: Cristo Rey.

La verdadera libertad y la verdadera independencia solo pueden lograrse bajo el mandato de Nuestro Señor Jesucristo. Para que la restauración pueda tener éxito, hemos de reconocer en él la fuente de toda regla legal. Los reyes mandan a través de él. Esto significa que un mandatario y un gobierno que hayan abandonado la Ley de Dios, reconociéndose más con una falsa deidad de la opinión pública que con el Decálogo, son una autoridad legal, al menos en la mayoría de casos, cuando los procedimientos escritos en las actas legales son seguidos, pero no son una autoridad legítima. En ciertos casos, cuando el orden de sucesión ha sido observado, uno puede describir la legitimidad como fallida (incluso si han preservado la legitimidad de origen, han perdido la legitimidad de propósito).

El propósito final del orden legitimista es la salvación de los sujetos. Un monarca, a quien hemos de esperar, debe de ser un vicario de Cristo, un lugarteniente de Dios, un pontifex que une la jerarquía del Reino de Cristo y la regla del Estado que se le ha confiado. Hablando con franqueza, esperamos que sea un tradicionalista católico que se comporte de manera consecuente y no ambigua, que sin titubeos ni compromisos rechace el modernismo y otras herejías. Hemos de tener muy presentes las palabras del Papa Pío IX, la continua importante advertencia: los polacos que buscan a Polonia sin buscar el Reino de Cristono tienen a Polonia por lo tanto. No importa quién deba de ser el rey, cuándo y quién encuentre la nueva dinastía polaca; él necesita tener hesto en cuenta. Primero el Reino de Dios y todo lo que Polonia necesita se nos concederá.


¿Cuáles son las tareas que le esperan a los monárquicos polacos en el siglo XXI? ¿Hay alguna pregunta específica para los legitimistas en Breslavia, referida al genius loci?

Estamos en lugares especiales (debajo del monumento del Rey Boleslao el Bravo). Hace 75 años, en este punto, había un monumento del Rey de Prusia Guillermo I. Como consecuencia del choque entre dos regímenes totalitarios en Festung Breslau y de la intencionada devastación llevada a cabo tras 1945, muchos objetos, que crearían un maravilloso sendero ducal-real-imperial a lo largo de Breslavia, perecieron de la faz de la Tierra. Los lacayos soviéticos, comunistas, bajo el disfraz de la repolonización de Breslavia y Silesia, cubrieron huellas de la monarquía en esta tierra, que fue una joya de la corona de un número de Estados. Unos pocos siglos de la historia de nuestro pequeño hogar fueron duramente censurados. De acuerdo con la exposición de la materia durante la historia de Breslavia en la llamada República Popular de Polonia, tras el siglo XIV, cae en el olvido, para resurgir solo tras 1945. Aún necesitamos cubrir estos puntos blancos.

Por lo tanto, con toda fuerza, quiero enfatizar que, como realistas conscientes, no podemos confirnarnos a nosotros mísmos solo para cultivar tradiciones de nuestra indígena monarquía. Parafraseando palabras de Leszek Gembarzewski (no es un monarquista real pues que quisiera instituir la monarquía en su propio país mientras que al otro lado de la frontera acepta regímenes republicanos). Para conseguir un mejor entendimiento del lugar donde vivimos y que, como me atrevo a decir, es la capital del monarquismo moderno polaco, deberíamos aprender, igualmente, sobre historia y abogar por una mejor comprensión de las ideas monárquicas y los sistemas políticos de la Corona de San Wenceslao, el Reino de Prusia y otras partes del Sacro Imperio. Aprender lo que compartimos y lo que nos diferencia de los monárquicos detrás del Oder y los Sudetes.

Alguien que puede no ser legitimista se preguntará por qué esto es importante. Breslavia es un lugar particular desde que una vez fue una capital de la línea señorial de la Casa de los Piasts, una línea masculina que se extinguió en el siglo XVIII. Sus descendientes aún están vivos sin embargo: en la línea de rueca tribu real de Piast sobrevivieron en medio de la aristocracia germanoparlante, inclyendo a las familias de los duques de Racibórz, Schaffgotsch y Hochberg, la Casa Real de Wettin y los reyes prusianos. Breslavia ha sido ya uno de los dos centros de igual posición en la Corona de San Wenceslao y ha sido una de las tres capitales del Reino de Prusia. Hoy es también un punto natural de referencia, un aliado para cooperar para con la ciudad más polaca al otro lado del Neisse Lusacio – Dresde, llena de testimonios de nuestro orgullo nacional.

Creo que desde aquí, debajo del monumento del Rey Boleslao el Bravo, ha de saltar la chispa, que ha de llevarnos a la reinstitución de un mandato legítimo: una monarquía católica, jerárquica, descentralizada, antiparlamentaria y antidemocrática.

Que sea así depende de nosotros también. ¡Viva Polonia!

Publicado en inglés, en el portal de la Organización de los Monárquicos Polacos

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