¿Qué es ser fascista?

Acusar de fascismo y practicar el fascismo son cosas perfectamente compatibles, como acusar de corrupción al de enfrente con o sin razón mientras roba uno mismo. Conviene por tanto detenerse un instante a reflexionar qué es ser un fascista o quién se comporta realmente como un fascista. No sea que suceda como el atracador que escapaba de las farmacias señalando a otros y gritando “ladrones” para despistar a los policías.

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En términos históricos, resulta curioso que hablemos de fascismo más que de nazismo. ¿Por qué cargamos más contra el fascismo que contra el nazismo? Algunos observadores consideran que el fascismo es anterior al nazismo y que ahí está la explicación, pero otros indican que nazismo y fascismo muestran diferencias apreciables y que tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el enemigo pasó a ser Rusia y Alemania Occidental un aliado, resultaba sospechosamente conveniente hablar de fascismo en vez de nazismo, como parte de un proceso de blanqueamiento alemán.

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Sea lo que sea, tanto el nazismo como el fascismo son movimientos que históricamente tienen su origen en el socialismo. El partido nazi se autocalificaba como socialista. Las ideas de su programa eran claramente izquierdistas y estatalistas. En el extremo opuesto al fascismo, y al comunismo, está la libertad individual. El partido nazi no era tampoco un defensor del capitalismo. “Exigimos la abolición de todo ingreso no conseguido por medio del trabajo”, por ejemplo. O “Exigimos la reforma de la propiedad rural para que sirva a nuestros intereses nacionales; la sanción de una ley ordenando la confiscación sin compensación de la tierra con propósitos comunales; la abolición del interés de los préstamos sobre tierras y la prohibición de especular con las mismas”. El programa de los nazis también proponía que “Los sórdidos criminales que conspiran contra el bienestar de la Nación, los usureros, especuladores, etc. Deben ser castigados con la muerte, sean cuales fueren su credo o su raza”. Mucha gente votaba en Alemania a los nazis por las propuestas de carácter social de su programa como “que las utilidades del comercio al por mayor sean compartidas por la Nación” o “que se ponga en práctica un plan gradual de asistencia social a la vejez”. De hecho, para alguien que viera el enorme progreso material de Alemania previo a 1939, antes de todo lo que después sucedió, no resultaba extraño que en aquella época de prosperidad el modelo nazi aparentara ser exitoso y resultara tentador.

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Pero tampoco merece seguramente la pena detenerse demasiado en ello puesto que, para la mayoría de las personas, cuando ahora a alguien se le llama fascista equivale a decir que sus maneras son violentas y dictatoriales. Si tuviéramos que reducir a sus elementos esenciales lo que ahora la gente entiende por fascismo o lo que intenta denunciar al llamar a alguien fascista, seguramente encontraríamos casi siempre estos dos ingredientes comunes: que el fascismo implica no aceptar que alguien piense diferente y una cierta dosis de violencia material y represión contra el que piensa diferente. Efectivamente, eso serviría para designar también a los comunistas, a los nacionalistas más radicales, a los integristas o en general a cualquier movimiento autoritario y violento. La palabra “fascista” hoy en día es un comodín que viene a equivaler sin muchos matices y por inexacto que resulte a “dictatorial”. Por otro lado es un término que le encanta a la izquierda porque, contra su origen histórico y su programa, al fascismo se le considera un movimiento de derechas, por lo que resulta muy conveniente pensar que el totalitarismo es la extrema derecha y cuanto más lejos se está de la derecha más se está por la libertad, por más evidente que sea que la izquierda frecuentemente no está nada a favor de la libertad y existen muchas dictaduras de izquierdas, de hecho la mayoría de las que siguen existiendo hoy en día. Más aún, el fascismo habría que ubicarlo en la extrema izquierda y la realidad sería más bien que el amor a la libertad aumenta conforme se pone distancia con la extrema izquierda, pero para el español medio hoy en día es cierto que todo esto resulta difícil de asimilar.

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A todo lo anterior habría que añadir un inciso para señalar que todo lo anterior no viene a querer decir que, por ejemplo, Franco fuera un izquierdista radical. En la Guerra Civil el bando nacional se nutría básicamente de 3 tipos de perfiles ideológicos: el que quería defender el cristianismo de la persecución religiosa, el que quería defender España del separatismo y el que contemplaba Italia y Alemania como modelos de éxito, que aún lo eran por aquel tiempo. Sin embargo y con gran diferencia el elemento fascista era el menos importante en el bando nacional. Lo que realmente preocupaba a la inmensa mayoría de los nacionales era su patria y su religión. Por no mencionar que simplemente temían ser pasados por las armas por los rojos y ser sometidos a una dictadura tipo soviética tal como el PSOE y el PCE pregonaban abiertamente. Los alemanes o los italianos eran aliados oportunistas porque eran enemigos de los comunistas, y a su vez los nazis eran enemigos de los comunistas porque eran un producto similar que competía por liderar el mismo mercado, como Jazztel y Vodafone.

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En todo caso, ubicándonos de nuevo en el presente, un fascista es alguien que te persigue y te agrede por pensar distinto que él, impidiéndote ejercer tus derechos. Bajo esos parámetros fascismo no es lo que hace VOX, sino lo que le hacen a VOX, agrediendo a personas que acuden a sus mítines, o boicoteando sus mítines. Fascismo es que las formaciones españolistas no puedan hacer política con normalidad en Cataluña, Navarra o la CAV. Fascismo es ocupar por la fuerza los aeropuertos o cortar las carreteras, o impedir el acceso de los estudiantes a los colegios y las universidades. Fascismo es apoyar regímenes en los que se persigue a la oposición y no se puede desplazar pacíficamente al gobierno del poder. Fascismo es lo que practicaban los “txabales” de Alsasua, que te agredan y que las víctimas de la agresión tengan que abandonar la localidad en la que son agredidas. Fascismo es que todos los periódicos publiquen el mismo editorial o que no exista libertad educativa. Fascismo es que te hagan un escrache en tu casa o que te impidan pronunciar con normalidad una conferencia.

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En cuanto a VOX, se trata de una formación que en ningún momento se ha negado a reconocer un resultado electoral, ni sigue otro camino que intentar llegar al poder a través de las urnas, ni deja de condenar ninguna violencia, sea de izquierda o derecha. A diferencia de los líderes de otros partidos, sus líderes no aparecen con las banderas de ningún país con un régimen dictatorial o escriben tuits a su favor. Por si fuera poco son otros, mientras señalan a VOX, los que sí gobiernan con violentos, han gobernado con violentos o aspiran a gobernar con ellos.

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Finalmente, ahora parece que el fascismo, la extrema derecha y el mal en general es VOX, pero hasta hace cuatro días el fascismo era el PP, y también Ciudadanos, y de hecho la izquierda vuelve a llamar fascistas a PP y Ciudadanos en cuanto se saltan determinadas líneas. Por todo ello tal vez deberíamos acabar reformulando la definición de fascismo para concluir que fascista es todo aquel que no le da la razón a la izquierda y se somete a su discurso, lo que por otra parte resulta un comportamiento bastante fascista.

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Un comentario

  1. Entre los que lucharon en el bando de Franco había republicanos de derechas, monárquicos, carlistas, falangistas.. solo estos últimos tuvieron una vaga semejanza con el fascismo. La gran diferencia fue el catolicismo de los falangistas. No hubo defensores del nacismo en el bando nacional.

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