Que alguien que quiera a Ayerdi le diga que dimita

Todas las fuerzas parlamentarias constituidas en patas del actual gobierno navarro, desde Bildu a Podemos, pasando por Geroa e IE, por supuesto incluyendo al PSN, respaldaron ayer en el parlamento foral la tesis de que Manu Ayerdi no tiene aún la condición de investigado por el Supremo, en consecuencia rechazaron cesarlo o exigirle la dimisión.

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El portavoz de Podemos, Mikel Buil, señaló respecto a Ayerdi que «va a ser él el que dimita» si es citado por el Supremo a declarar, y que “la ley es igual para todos”. Al parecer, Podemos y el resto de fuerzas, en su empeño por mantener a Ayerdi en su puesto hasta el último momento, pretenden confundir que Ayerdi ya tenga la condición de investigado con que el investigado vaya al tribunal a declarar.

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En cualquier caso, todo apunta a la dimisión de Ayerdi más tarde o más temprano. La pregunta es si tiene sentido prolongar absurdamente la agonía de Ayerdi, como pretenden los partidos que sustentan al gobierno.

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A decir verdad, la oposición le hace un favor a Ayerdi exigiendo su cese o su dimisión. En primer lugar se acabaría el debate sobre si se está o no se está cumpliendo la ley. En segundo lugar, siendo cesado Ayerdi o presentando su dimisión, terminaría el caso desde el punto político y mediático. Fuera ya del gobierno, Ayerdi dejaría de ser noticia todos los días para serlo sólo cuando hubiera una novedad judicial relevante, sin que de todas formas eso fuera a tener ya una grave repercusión política en ningún caso.

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Es decir, los defensores de Ayerdi lo están achicharrando. La imagen de Ayerdi es peor ahora que si simplemente hubiera dimitido el primer día, total para seguramente llegar al mismo sitio. Cuanto más tarde Ayerdi en dejar su puesto, más portadas y más publicidad negativa le va a ir cayendo encima y más profundamente va a calar en la ciudadanía la idea de que un consejero que tenía que haber dimitido. Los propios lamentos de todos los partidos del gobierno quejándose de la dureza de su propia ley resultan bastante expresivos al respecto, o no tendrían sentido, parece que a Ayerdi le hacen seguir aferrado absurdamente al puesto simplemente para tardar lo más posible en tener que dar la razón a la oposición.

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Cabe recordar que el ahora victimizado Manu Ayerdi fue sin embargo uno de los muñidores del famoso “pacto del almacén” contra Lourdes Goicoechea en el año 2014, respecto al que interesa ahora hacer un poco de memoria.

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La dimisión en enero de 2014 de la directora gerente de la Hacienda Foral, Idoia Nieves, desencadenó un huracán político contra la entonces consejera de Economía Lourdes Goicoechea, y por elevación contra la presidenta Yolanda Barcina. Todo tipo de acusaciones de injerencia, trato de favor y corrupción volaron hacia la consejera al punto que se organizó, al margen de las actuaciones judiciales, una comisión de investigación destinada a dar respaldo político a una moción de censura contra el gobierno. La oposición -júzguese la diferencia en la forma de actuar ahora con Ayerdi- exigía la dimisión de Goicoechea y Barcina así como un adelanto electoral, o la oposición presentaría una moción de censura.

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Para presentar la moción de censura, la comisión de investigación tenía que meter como fuera entre sus conclusiones la palabra “corrupción”. Al pacto para sellar esas conclusiones con la inclusión de la palabra corrupción se le conoció como “pacto del almacén” porque, según desveló Patxi Zabaleta, se selló “el 27 de febrero de 2014 en el almacén de la cafetería de este Parlamento”. No obstante, la inclusión de la palabra “corrupción” entre las conclusiones de la comisión de investigación no fue del todo pacífica. El propio Zabaleta, por ejemplo, declaraba respecto a la labor del departamento de Lourdes Goicoechea que “no se han podido detectar ni ilegalidades ni tampoco consecuencias irregulares en el funcionamiento”. Manu Ayerdi, por su parte, declaraba que “Yo sería un temerario si dijera ahora mismo que ha quedado acreditado un comportamiento que de acuerdo al Código Penal es una corrupción”. No obstante todo lo anterior, se incluyó la palabra “corrupción” entre las conclusiones de la comisión tal y como se había pactado en el almacén de la cafetería del Parlamento, para enlodar la imagen de Lourdes Goicochea con aquella palabra tan tabú y tan sensible en aquellos momentos, para rematar a Barcina y para que el PSN justificara en Ferraz la presentación con los abertzales de una moción de censura. ¿Resultado de todo aquel castillo de naipes? El desmoronamiento total del caso a nivel judicial. La jugada del PSN tampoco prosperó porque la moción de censura contra Barcina de mano de los nacionalistas fue pese a todo vetada por Ferraz.

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Interesa recordar todo esto porque el victimizado Ayerdi fue entonces verdugo que no tuvo piedad. Porque aunque el caso no tuvo recorrido judicial alguno, se pedía no ya la dimisión de la consejera, sino el de la presidenta, y convocatoria de elecciones anticipadas. ¿Dónde están ahora todos aquellos escandalizados fariseos e inquisidores con sus túnicas desgarradas, sus montones de piedras y sus muecas desencajadas? ¿Defendiendo que Ayerdi no es siquiera investigado aunque el Supremo ya haya iniciado un proceso de investigación sobre su persona?

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En contraste a toda aquella oposición exacerbada, ahora tan sólo se le pide al gobierno de Chivite y sus socios que cumplan con la ley que ellos mismos aprobaron y con la que ellos solitos se han quedado enredados. Ni siquiera se está llamando corrupto a Ayerdi por adelantado. Mucho menos se está pidiendo la dimisión de Chivite. Sólo se pide que se cumpla la ley y que Ayerdi responda ante el Supremo para ver si respecto al préstamo a Davalor fue sólo un inútil o además un malversador. Porque de que fue un inútil ya no cabe ninguna cuestión.

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