Llama la atención, por tanto, la confianza de Sanz en un personaje que ya al día siguiente de las elecciones incumplió su compromiso de no aspirar a la presidencia si quedaba tercero, que un día dice una cosa y al siguiente la contraria o que, tras hablar con Sanz, cuenta una versión de lo hablado completamente diferente de la del propio Sanz. Así, tras su primera conversación al fracasar las negociaciones con Nafarroa Bai, Sanz afirmó que “existe una disposición del PSN para garantizar la estabilidad en Navarra de un gobierno de UPN”. Al día siguiente, Puras desmentía a Sanz diciendo que “ningún mandatario del PSN ha podido transmitir a Miguel Sanz esa impresión, pues no ha habido ni pronunciamientos ni especulaciones sobre esa posibilidad”.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, es inexplicable que Sanz quiera fiar nada menos que la estabilidad de un gobierno de UPN en minoría sobre la persona de Puras, y que incluso declare conformarse para garantizar la estabilidad con un simple compromiso oral diciendo que él se fía de la gente y que “no tengo por qué exigir nada escrito”. Incomprensible. No se puede entender que hasta para la compraventa de un piso, y entre personas sensatas, se exijan más seguridades que para formar el gobierno de Navarra.
Más parece que, puesto que sólo la mayoría absoluta de UPN/CDN garantizaría realmente la estabilidad en este momento, Sanz prefiere un gobierno inestable pero cierto que uno estable pero incierto, puesto que sólo sería posible tras unas nuevas elecciones.