Pues sí que parece un golpe de estado

No existe un golpe de estado o una declaración unilateral de independencia con la que no pase nada, que no tenga consecuencias, que sea teatro, ensoñación, ni todo el tipo de milongas con las que tratan de argumentar desde el Supremo hasta los propios golpistas. La historia esta llena de ejemplos de que con estas cosas no se juega porque tienen consecuencias muy graves, pero no ya es que lo diga la historia, es que lo estamos viviendo en directo. Apañados estamos con los jueces y los políticos si tenemos que pensar que o no sabían cómo podía acabar esto (y aún no ha acabado) o que lo sabían, pero les daba lo mismo.

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Los mismos que dicen que la Generalidad y los partidos y organizaciones separatistas no están detrás de la violencia, dicen ahora que calma, que es cosa de unos días, que hay que esperar a la gran manifestación del viernes y que entonces la violencia empezará a remitir. Pero entonces, ¿cómo puede la violencia no estar controlada y seguir sin embargo un calendario tan preciso? Eso asumiendo que quienes así hablan conocen el calendario separatista y no intentan simplemente llegar sin hacer nada hasta el viernes que viene. Y el viernes que viene veremos: volvemos a enterrar a Franco y volvemos a desenterrarlo. A favor de Pedro Sánchez hay que decir que a lo mejor espera que se llegue a una situación limite para actuar cuando ya el pueblo español se lo pida por aclamación. Esto lo sabremos cuando actúe, claro, si actúa.

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Si la Generalidad controla esto o no, si ardiera la casa de Torra eso nos ayudaría a creer que no. A lo mejor servía para algo que ardiera la casa de Torra. O sea, vaya horror si arde algo, ojalá no arda nada, pero si se va a quemar algo pues que arda la casa de Torra y no la de cualquier ciudadano anónimo que antes del estallido no les pidió a los chiflados que apretaran y no tiene arte ni parte en esta locura.

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Parece bastante claro a estas alturas que hay que intervenir la Generalidad, que hay que sacar del poder a los separatistas, que hay que sacar a los golpistas del presupuesto, y ellos mismos están dando al gobierno la excusa para hacerlo. No va a haber mejor ocasión (y mejor que no la haya) para intervenir la Generalidad con el apoyo de la población española e incluso la catalana. Habría que intervenir la generalidad aunque no hubiera incidentes, motivos hay de sobra, pero ya que los hay aprovéchese la ocasión para hacerlo ahora. Y ni siquiera tiene sentido temer que si interviene la Generalidad arda Barcelona, porque Barcelona ya está ardiendo. La cuestión ahora es intervenir para tratar de apagarla.

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Torra está enseñando su poder, aunque lo reprima por otro. Si Torra con una comparecencia puede parar esto, es que Torra es responsable de esto, y de no haber comparecido antes. Por otra parte, si alguien cree que el Gobierno de Cataluña no está detrás de los violentos que por otra parte reprimen sus Mossos, entonces no puede acusar a España de ser un estado fascista por reprimirlos sin incluir entre los fascistas a los separatistas, empezando por Torra, que todavía controlan los Mossos.

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La proporcionalidad es lanzar flores cuando te lanzan flores, pero cuando te lanzan piedras, cohetes, ácido y cócteles molotov, seguir devolviendo flores ya no es proporcionalidad, es hacer el canelo. Apoyar a la Policía y los Mossos, por otro lado, es darles los medios, órdenes y refuerzos para poder defenderse y retomar el control, no mandarlos a que los machaquen y luego decir que los apoyas y que estás con los heridos y sus familias.

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No todas las violencias son iguales ni condenables, como insiste machaconamiente cierto discurso infantiloide. No es igual la violencia del que corta una carretera por la que no pueden pasar ni las ambulancias o incendia un comercio que la violencia del policía que actúa contra él para detenerlo. La violencia del policía es legítima y además necesaria. No existe ningún estado, ni fascista ni no fascista, en el que si un grupo tumultuario de personas intenta cerrar un aeropuerto, cortar las carreteras o incendiar barricadas no intervenga a golpes la policía.

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Si no te representan, no te opongas a reprimirlos; es más, apoya sin fisuras a las fuerzas del orden para que no queden dudas. Hay que detener violentos porque hay que pasar facturas. Los violentos que generan estos destrozos deben ser quienes los paguen con sus sueldos, o los de sus padres.

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¿Hay alguien con dos dedos de frente que tras años y años de acumular cerillas y gasolina ahora diga que no se imaginaba que podía pasar esto? No es una violencia ciega, es una violencia utilizada, como en la CAV, para conseguir unos objetivos políticos. Esto se soluciona con diálogo, dicen ahora. O empiezas a dialogar sobre lo que me vas a dar, o sigo quemando contenedores. Otra simpleza infantiloide más, pensar que el diálogo siempre es lo más civilizado y democrático cuando a veces y según cómo se plantee puede ser justo lo contrario. La negociación no es buena en sí misma y en cualquier circunstancia, porque es también un elemento esencial de la extorsión. Obviamente la negociación también es una parte esencial de la política. La diferencia es que en política los acuerdos se toman libremente entre las partes. Si el acuerdo consiste en que una parte acepta algo que no quiere a cambio de que la otra deje de lanzar cócteles Molotov, eso no es hacer política ni dialogar sino definir el chantaje. La mafia tampoco te quema el coche para dejarte sin vehículo, sino para que te sientes a negociar un acuerdo.

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La izquierda quintacolumnista

Ayer en algunas ciudades españolas hubo manifestaciones de la extrema izquierda apoyando la violencia separatista en Cataluña, en algunas de estas concentraciones tuvo que intervenir la Policía. Es decir, la extrema izquierda actúa como una quinta columna que actúa contra España desde la retaguardia, desviando recursos y policías que podrían hacer falta en Cataluña, intentando extender la violencia separatista por toda España. Si gobernara la derecha en este momento, quién sabe a qué nos enfrentaríamos.

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Hablando de los enemigos interiores y la retaguardia, a lo mejor hay que felicitarse otro día de que el PSOE se encuentre al frente del gobierno en esta coyuntura. Mejor tener a los socialistas delante que a las espaldas en una batalla. Obviamente aquí se apoya con lealtad al presidente del gobierno en la defensa de la nación y el orden público, mientras sea eso lo que haga.

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La vía eslovena era esto, o esto es al menos una escalera que peldaño a peldaño nos va llevando a la vía eslovena: llegar a un punto en que haya que aplicar una fuerza tan contundente que tiemble la mano y se ceda, para que se celebre un referéndum pactado, o se produzca de hecho una independencia, o por el contrario se restablezca el orden por la desarticulación y la desmovilización del sector golpista. Que a lo mejor es fuerte pero tampoco tanto. La que no es débil es España. Una cosa es que España pueda pensar que es débil, pero su debilidad sería pensar que lo es, no serlo. Y alguien puede descubrir que no es débil, precisamente, cuando le ponen entre la espada y la pared. Por lo demás esto parece un golpe de estado porque no sólo lo es, sino que quieren que lo parezca: una sublevación popular con dos matices. Que no es popular, porque los separatistas voto a voto no son mayoría, y que tampoco es algo espontáneo sino que viene impulsado desde arriba y habiendo invertido en ella durante años miles de millones de euros. Que además no eran de los organizadores de la sublevación, por supuesto.

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