¿Puede entrar la policía sin orden judicial en Navidad a contar cuántas personas hay en una casa?

La celebración de la Navidad es una cuestión que no puede recaer más que sobre la responsabilidad individual de las personas. No sólo es que es esto debe ser así por principio, sino que materialmente es casi imposible otra cosa, no puede haber una patrulla de policía en la puerta de cada piso contando allegados. Pero es que además la policía legalmente no puede entrar en un piso a contar cuántas personas hay dentro y esto conviene saberlo.

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El estado de alarma no anula la inviolabilidad del domicilio, uno de los derechos fundamentales de nuestro ordenamiento jurídico. El artículo 18.2 de la Constitución Española establece que “El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito”.

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Nadie está obligado por tanto a dejar entrar en su casa a la policía sin una orden judicial, ya sea a contar cuántas personas hay, a registrar los cajones o a comprobar si quedan cápsulas de Nespresso. La policía sólo puede entrar en una casa o con una orden judicial, o con el permiso del dueño o si se está produciendo un delito flagrante. ¿Y no puede ser un delito flagrante que, por ejemplo, en Navidad haya 7 personas en un piso? Pues no.

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Para empezar, estamos ante lo que filosóficamente se llama una petición de principio o un argumento circular. Para poder saber cuántas personas hay en el piso la policía tiene que entrar pero para poder entrar la policía tiene que saber cuántas personas hay en el piso. Pero no es sólo eso. Que hubiera más de 6 personas en el piso no sería un delito, por tanto tampoco un delito flagrante, sino que más bien debería considerarse una falta administrativa.

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Dicho esto no se trata de hacer un llamamiento a la irresponsabilidad sino todo lo contrario, lo que sucede es que la responsabilidad no está reñida con la defensa de los derechos fundamentales, más bien lo contrario. En el peor de los caso tampoco se trataría de enfrentarse a la policía si, pongamos por caso, tirara la puerta e irrumpiera en el piso sin orden y sin permiso. Semejante escenario sería improbable y podría dar lugar a una acusación contra los policías por allanamiento. Los ocupantes del piso en ese supuesto tendrían que centrarse en documentar y probar  el abuso más que en tratar de enfrentarse a los agentes. Por otro lado en un registro ilegal todas las pruebas que se encontraran sería nulas, por lo que no tendría mucho sentido desde el punto de vista policial. Si entraran ilegalmente unos policías en un domicilio a contar comensales en una cena navideña y se encontraran, por ejemplo, una imprenta para falsificar billetes, no valdría el registro y tampoco la sanción por exceso de aforo si lo hubiere, a tal punto es surrealista el asunto.

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Sea como sea resulta significativo que a estas alturas tengamos que estar todos los días repasando y recordando nuestros derechos fundamentales para que no los atropelle el gobierno. No es la pandemia, es la deriva totalitaria y la nueva normalidad sin derechos que pretende imponer este gobierno ultraizquierdista como modelo.

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Un comentario

  1. Efectivamente estamos ante un poder totalitario (por mucho que se revista de votos) porque lo que convierte una dictadura en un régimen totalitario es la intromisión del poder en la vida personal y familiar. Y esa intromisión es patente cuando me dictan cuántas personas pueden estar en mi casa.

    De hecho algunos estudiosos consideran que el régimen nazi devino en totalitario en el momento de decretar la prohibición de los matrimonios con judíos en las Leyes de Nüremberg (1935).

    Y a pesar de lo manido del tema, no se debe olvidar que Hitler accedió al poder a través de unas elecciones, relativamente limpias, al amparo de la Constitución de Weimar. Y la Unión Soviética era especialista en llenar las urnas de votos. Dos ejemplos en que se demuestra que, a pesar de llenar las urnas, el poder puede ser despótico.

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