Decir que una formación política con pretensiones de alcanzar el gobierno debe captar la atención del votante normal siempre resulta polémico. ¿Qué pasa? ¿El que no vota a UPN es anormal? Pues los anormales somos mayoría, etc.
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Lo cierto, sin embargo, es que nadie puede ganar elecciones sin el voto de la gente normal, salvo que lo anormal se convierta en normal, lo que por otra parte refuerza la argumentación. El caso es que existe gente normal y anormal al menos desde el punto de vista estadístico.
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Ser normal no es necesariamente bueno, pero resulta esencial en un sistema de gobierno basado en el sufragio universal. Ser normal implica no ser excepcional. Por tanto significa pertenecer a aquello que es más frecuente o mayoritario. No nos escandalicemos de hablar de captar el voto de la gente normal si somos demócratas, porque la democracia se basa en captar el voto de la mayoría, por tanto de la gente cuyas opiniones no representan lo excepcional sino lo normal, en el sentido de lo más frecuente o numeroso. Esto es al mismo tiempo lo peor y lo mejor de la democracia.
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¿Dónde está la gente normal?
La respuesta, en la medida en que es posible encontrar una respuesta, nos la ofrece por ejemplo el Navarrómetro, hablamos por supuesto de normalidad política y no de otros tipos de normalidades. Desde el punto de vista de la estadística política, si cero es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, en Navarra ser normal en política es ser de centro. El 31,9% de los navarros se autoubican al ser encuestados en el centro de la escala, el 5, que es con diferencia el punto de la escala en el que más navarros se encuentran cómodos. Es más, cuanto más nos alejamos del centro menos porcentaje de gente se ubica en ese punto, más políticamente anormal se es y menos interesa a los partidos echar las redes en ese punto si lo que quieren es pescar votos, que es lo que se hace en las democracias para llegar al gobierno.
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No pelearse con la realidad sociológica justo el día de las elecciones
No tiene por qué gustarnos la realidad sociológica. Es legítimo y hasta recomendable intentar cambiar la realidad sociológica en una sociedad en la que muchas cosas no funcionan y no lo hacen porque son un reflejo de esa realidad. La realidad sociológica es sin embargo la que es, al menos el día de las elecciones. Es decir, uno tiene 4 años para intentar mover los peces hacia un lado u otro de la escala, de modo que el día de las elecciones pueda echar la red en ese punto y no saque la red vacía. Lo que no tiene sentido es echar la red el día de las elecciones donde no hay peces. Es desde este punto de vista que hablábamos de la necesidad de UPN de captar el voto de la gente normal. Sin ese 31,9% de gente que ocupa la centralidad política, el voto más frecuente o la normalidad sociológica, resulta imposible gobernar. Podría pensarse, incluso, que no es la tarea de UPN, o de los partidos políticos en general, o no sólo, o no principalmente, la de mover los peces a un lado y otro de la escala, o poner en marcha piscifactorías para tener más peces.
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Los partidos no crean la realidad sociológica, en el mejor de los casos la reflejan
A veces esperamos demasiado de los políticos; es más, esperamos que hagan ellos todo el trabajo. Cambiar la realidad social puede ser una tarea, sin embargo, que más bien se encuentra destinada al mundo cultural o mediático, por no mencionar el familiar o asociativo. A veces pedimos más sociedad civil esperando que todo nos lo hagan los políticos. De lo que sin embargo no cabe duda es de que el trabajo de los partidos de gobierno es sacar el número mayor de peces en la red el día de las elecciones. Desde luego otra estrategia distinta es posible lejos del centro, siempre que no se aspire a ser un partido mayoritario o de gobierno. La estrategia entonces pasa por obtener al menos un escaño y esperar que ese escaño sea imprescindible para formar gobierno.
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Las primarias de UPN
Todo lo anterior no es sino una introducción acaso excesiva para hablar del anuncio de UPN de abrir el proceso de primarias para elegir el candidato que disputará la presidencia del gobierno en las elecciones de, previsiblemente, 2019. El día 10 se abre un plazo para que se presente a candidato el afiliado que quiera, e incluso un no afiliado con sólo tener el aval de dos militantes. El 17 se cierra el plazo de presentación En caso de presentarse más de un candidato tendrá lugar una elección dando lugar a un proceso que en cualquier caso finalizará el día 28 de enero con la proclamación de un candidato. ¿Qué le interesa a UPN? Da la impresión que básicamente tres cosas. Primero que en los meses antes de las elecciones forales el debate se centre sobre los desaguisados del cuatripartito y no sobre posibles querellas internas de UPN, confiando incluso en que las querellas internas las patrimonialicen los socios del cuatripartito. Segundo que el candidato de UPN sea una persona sensata capaz de conectar con el votante navarro normal, que ni es abertzale ni está en los extremos de la escala política. De hecho la otra baza de UPN es que el cuatripartito, con sus políticas identitarias y otras apuestas extremistas, se ha desplazado hasta posiciones radicales de la escala desconectando de la centralidad. La tercera cosa que le interesa a UPN es ofrecer una imagen renovada con perfiles personales que no estén políticamente chamuscados y que técnicamente se encuentren altamente cualificados. El tipo de perfil serio y solvente que le gusta a la gente normal. Si además, puesto que hablamos de política, UPN es capaz de encontrar a personas que sepan comunicar, sólo queda echar la red en el mar.
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