Un fenómeno recurrente en todo el mundo es que los líderes políticos y mediáticos de la izquierda de repente se compren un palacete. O un yate. O un Rolex. En un primer momento siempre se produce una pequeña conmoción, incluso entre la propia izquierda, porque de algún modo es como pillar a Florentino Pérez con un pijama del Barcelona. ¿Pero acaso no se puede comprar don Florentino el pijama que quiera si lo paga con el dinero que gana honradamente? ¿Quiénes se creen los demás para decirle a don Florentino el pijama que se tiene que comprar? ¿O no tiene nada que ver esto con que un izquierdista se compre una mansión? ¿Sabemos realmente qué tiene de anormal que alguien que pide el voto para Podemos tenga un yate? En caso de duda, nos lo explica la mejor cabeza de la izquierda española.
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🔴 Wyoming comienza el programa reflexionando sobre la desigualdad: "Para que algunos vivan como ricos, hace falta que otros vivan como pobres". ▶ #elintermedio en directo: https://t.co/7Plu4WD7Mw pic.twitter.com/xImifnASyw
— El Intermedio (@El_Intermedio) April 20, 2021
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«Para que algunos vivan como ricos, hace falta que otros vivan como pobres». ¿Se dan cuenta por qué Pablo Iglesias no puede vivir como un rico o Jorge Javier Vázquez comprarse un yate? Pues porque para que unos puedan enriquecerse otros tienen que empobrecerse. Por eso un líder de la izquierda no puede enriquecerse. Por eso un líder de la izquierda que se enriquece, y por tanto empobrece a la gente, no puede representar a los pobres.
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Lo cierto es que ya con esto podríamos dar el caso por cerrado pero el Gran Wyoming lleva demasiado tiempo explicándonos lo que debemos pensar como para que podamos hacerlo. Hace unos años, por ejemplo, Vanitatis le preguntaba en una entrevista sobre las afirmaciones de que era el propietario de 19 pisos. Wyoming confirmaba que efectivamente tenía los 19 pisos. O sea, que el tipo que nos dice que para que unos se enriquezcan otros tienen que empobrecerse es el dueño de 19 pisos.
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A lo largo de la entrevista, Wyoming se explaya más sobre todo este asunto de los pisos: “Llevo 30 años trabajando en televisión y he ganado mucho dinero y lo invierto en lo que quiero. Otros lo invierten en barcos o en fincas para criar toros”. “Yo con mi dinero hago lo que me da la gana”. “Hay ricos que son buena gente. Estoy orgulloso de que digan eso y me ataquen por ahí. A mí me preocupan los casos de pederastia en la Iglesia, a ellos no”. ¿Ven cómo no exagerábamos nada cuando decíamos que Wyoming es la mejor cabeza de la izquierda? Eso sí, cuando dice que hay ricos que son buena gente nos queda la duda de si entonces hay ricos cuya fortuna no es resultado del empobrecimiento de otros. Salta a la vista que hay un pequeño problema para casar coherentemente todas las piezas del rompecabezas. A falta de una explicación racional aparece el comodín de la pederastia en la Iglesia, como podían aparecer Bárcenas o la Guerra Civil Española.
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En el caso de Wyoming una vez más la izquierda se enfrenta al dilema de que hay que ser o pobre o hijo de puta. ¿Cómo va a progresar un país dirigido por gente que piensa de esta manera? Por otro lado, puesto que alguien que tiene 19 pisos no es pobre, en su esquema mental no le queda más remedio que ser un hijo de puta. O un incoherente, para ser más caritativos con Wyoming.
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Más allá de la frecuente incoherencia patrimonial y discursiva de los figurones de la izquierda, desde Wyoming hasta Iglesias, interesa no obstante antes de finalizar resolver el equívoco sobre la riqueza.
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El error de base de la izquierda consiste en pensar que la economía es un juego de suma cero. Si la riqueza es una cantidad siempre constante, efectivamente el enriquecimiento de uno siempre lleva aparejado el empobrecimiento de otro. El problema es que la riqueza no es una constante: se crea y se destruye. Cuando algunas respetables ONG presentan informes denunciando que el 99% de la riqueza se encuentra en manos del 1% de la población, si la riqueza fuera constante los ricos ya no podrían hacerse más ricos. Sin embargo, a renglón seguido nos dicen que los ricos se han hecho un 20% más ricos. ¿Cómo se van a hacer un 20% más ricos en un juego de suma cero en el que ya tienen el 99% de la riqueza? Si esto fuera así, la riqueza de los ricos ya no podría crecer nunca más.
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Por otra parte, si la riqueza de los ricos crece al margen de la pobreza de los pobres, el problema de los pobres no es que haya ricos, sino vivir en lugares donde no se genera riqueza. Hay países que pueden enriquecerse y enriquecerse sin robar a nadie y países que pueden empobrecerse y empobrecerse sin que nadie les robe. A los segundos se les suele llamar países con gobiernos socialistas.
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Que la economía no es un juego de suma cero ni la riqueza una constante resulta por lo demás bastante evidente. ¿Alguien cree que la riqueza mundial actual es la misma que había hace 8.000 años? En realidad, con esa teoría, hace 8.000 años, cuando sólo había un puñadito de humanos en el planeta y supuestamente la misma riqueza, tendrían que ser mucho más ricos que nosotros. El mundo es el resultado de un experimento que demuestra que la economía no es un juego de suma cero y que la izquierda está equivocada.
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Ayer mismo en el debate sobre Madrid salió también a relucir la cuestión de la desigualdad, un clásico de la izquierda en todos los debates. Para la izquierda no es un problema que haya dos vecinos con un nivel económico 17. El problema es que haya un vecino con un nivel económico 84 y otro con un nivel 120. Mejor todos con 17.
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Por esto mismo una persona de derechas sí puede comprarse un castillo o un yate. Para una persona de derechas no hace falta que nadie se empobrezca para que ella se enriquezca. No hay ni maldad, ni incoherencia. Así pues la gente de izquierdas no se puede comprar casas de lujo sin cambiar de ideas o sin incurrir en una contradicción que a sus propios ojos les convierta en malas personas. Hay que elegir entre el izquierdismo o el yate. Y por eso mismo nadie de izquierdas coherente puede votar para que le represente a un señor con una vivienda de lujo o un yate. ¿Aunque haya ganado el dinero honradamente? Es que según la visión del mundo de la izquierda, como explica Wyoming, nadie se puede enriquecer honradamente. Porque para que alguien se enriquezca otro tiene que empobrecerse.
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