La campaña de la Asociación Católica de Propagandistas, contraprogramando el 8M con carteles en los que se podía leer el Ave María, ha provocado la indignación de las fuerzas feministas y progresistas. Nada más opresor para la mujer que la religión, nada más liberador que la ideología de género y el feminismo. ¿Pero por qué la religión es opresora y el feminismo liberador? ¿No puede ser justo lo contrario? Es más, ¿no tiene que ser necesariamente lo contrario?
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Fuera del discurso político, la biología contradice de forma radical todas y cada una de las afirmaciones del feminismo y la ideología de género. Resulta, por ejemplo, que hay muchas especies en que la hembra es el sexo dominante. Por citar sólo algunas: las orcas, los elefantes, los suricatos, los lémures y las hienas, y por supuesto las abejas.
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La gran pregunta es, ¿por qué hay en la naturaleza especies en las que dominan las hembras o especies en las que dominan los machos? Es decir, ¿por qué la igualdad no es un hecho natural? ¿Por qué en la naturaleza hay especies en las que dominan las hembras y especies en las que dominan los machos? Nos repiten constantemente que el patriarcado es una construcción social, un instrumento artificial, que lo natural es la igualdad. Pero malamente se puede argumentar que si entre los elefantes dominan las hembras o entre los gorilas los machos es por una construcción social o una cuestión de educación. Si entre las hormigas hay un matriarcado no es por la educación que reciben las hormigas en las escuelas de hormigas o por los programas de televisión que ven las hormigas. Es biología.
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De este modo, cabría preguntar muy lógicamente si el patriarcado en la especie humana es una imposición artificial, al extremo que hasta el género sería una construcción social, o si dentro de la naturaleza, en la que hay matriarcados o patriarcados según las especies, la especie humana es simplemente una especie donde dominan los machos de manera natural. ¿Por qué iba a haber matriarcados y patriarcados en la naturaleza pero la especie humana iba a estar al margen de la naturaleza y de las leyes de la biología?
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Esto nos lleva precisamente a la religión, la espiritualidad y el Ave María. Si nos ceñimos al mundo natural y material, donde los patriarcados y matriarcados los marca la biología, ¿cómo podemos dejar de ser lo que somos y escapar al determinismo biológico? Por el contrario, la igualdad y la libertad solo pueden entrar en el discurso al abrir la puerta de la espiritualidad.
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Los animales no pueden elegir lo que son. Si somos meros animales, tampoco nosotros podemos elegir lo que somos. En el mundo material no es posible la libertad. Es posible el determinismo o es posible el caos, pero no es posible la libertad. Las partículas o los planetas actúan movidos por fuerzas ciegas, no por su libertad, no por su capacidad de decisión. Para que exista la libertad, tiene que haber algo que escape al determinismo y las leyes de la materia, que no sea materia. La igualdad no se da en el mundo de la materia y el reino animal, sino en la espiritualidad. Es sólo en el marco del espíritu donde se hace posible la inteligencia, la autoconsciencia, el derecho, la voluntad y la libertad.
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Ser sólo animales no sería una buena noticia para la liberación de la mujer, ni del hombre
Cuando la extrema izquierda marxista y las feministas de la ideología de género señalan como intolerable y una fuente de opresión para la mujer a la religión, no se dan cuenta de que la espiritualidad es condición de existencia de toda libertad y toda liberación. Si el heteropatriarcado no fuera un hecho natural, como afirman, la única explicación sería una realidad espiritual. ¿Cómo existiría si no un heteropatriarcado antinatural en la naturaleza? ¿Cómo podría concebirse siquiera la existencia de algo antinatural en la naturaleza? ¿Cómo serían naturales todos los heteropatriarcados o todos los matriarcados menos el humano? Para afirmar que el heteropatriarcado no es un hecho natural, o que podemos decidir lo que somos frente a la naturaleza, o creemos en la espiritualidad o somos tan libres de ser otra cosa que la que somos como el planeta Marte de empezar a orbitar en sentido contrario, o las hormigas de convertir en una democracia plebiscitaria su hormiguero. Naturalmente uno puede ser materialista, pero entonces no puede creer en incoherencias como el libre albedrío. El Ave María no sólo invoca esa maternidad que tanto molesta a la extrema izquierda y las feministas. El Ave María, lo que en definitiva éste representa, es también la condición necesaria de que podamos ser criaturas dotadas de libertad. Y sólo unas criaturas dotadas de libertad pueden establecer relaciones basadas en la justicia o en el derecho. Sin lo que representa el Ave María no hay feminismo sino determinismo. Carecer de espíritu nos convertiría en robots biológicos, como los animales de Descartes. La Asociación Católica de Propagandistas al final tiene razón.
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