El alcalde Maya expuso ayer una propuesta un tanto osada, como es la de crear un impuesto de circulación para las bicicletas. Por un lado crear un nuevo impuesto siempre es una mala idea hasta que se demuestre lo contrario pero, por otra parte, hay que reconocer que hace falta una cierta dosis de valor para proponer un nuevo impuesto sobre las bicicletas, las niñas bonitas del ecologismo y el progresismo y un nuevo tabú de imposible cuestionamiento.
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El planteamiento del alcalde, no obstante, no deja de tener cierta lógica: “si estamos quitando coches y poniendo bicis, que cumplan con las reglas y que tengan su matrícula y su chip y paguen un impuesto”. Y hasta un seguro, ya puestos.
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Efectivamente, si cada vez se quitan más espacios a los coches, y se entregan a los peatones o a las bicis, ¿no sería justo que estos contribuyan en mayor medida al disfrute de las vías? Por el contrario, ¿no sería injusto que los automovilistas cada vez paguen más cuando cada vez se les ponen más obstáculos para circular con el coche y cada vez se cierran más vías a su uso?
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El aumento del uso de las bicis o los patines, a su vez, previsiblemente conllevará un aumento del número de problemas y accidentes relacionados con ellos, así como de sus necesidades, derivados del uso masivo de estos vehículos.
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Obviamente se puede apostar por una política u otra, por un tipo de transportes o por otros, los cuales a su vez cada uno tendrán sus pros y sus contras, pero si se apuesta por unos y no por otros habrá que ser coherentes hasta el final con esa elección.
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Maya señala no obstante que un hipotético impuesto de circulación para las bicicletas “no será como el de un coche, será muchísimo menos”.
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Naturalmente queda por ver si tiene sentido construir una ciudad enfocada al uso de la bicicleta si después resulta que la bicicleta sólo puede resolver marginalmente las necesidades de transporte de la población. A fin de cuentas ya hubo una época en que casi no había coches y predominanban los peatones, las bicicletas y los colectivos. Es decir, ese escenario no es el futuro sino el pasado, no es un punto de encuentro para progresistas sino para nostálgicos. El coche se impuso porque ese escenario no era más deseable que el coche. O ni eso, porque la bicicleta no resolvía masivamente los problemas de comunicación ni cuando no había coches y no tenía esa competencia. En todo caso, obviamente, la masificación del coche ha resuelto unos problemas y ha traído otros, como todo progreso, ¿pero la solución se encuentra en el siglo pasado y en los impuestos o en nuevas tecnologías? Y esas nuevas tecnologías, ¿serán el fruto de la libre elección y de su eficiencia y competitividad respecto a las viejas tecnologías o de la imposición y la planificación gubernamental? El día que llueva, le duela la espalda y tenga que llevar unas bolsas, ¿le va a resolver la bicicleta sus problemas con la vida? ¿A qué porcentaje de la población la bicicleta le satisface permanentemente todas sus necesidades? ¿Hay que rediseñar las calles y las ciudades pensando sólo en los ciclistas?¿Puede la bicicleta comerse todo el pastel y marginar al resto de vehículos? Si en todo caso lo hace, puede ser razonable que pague el pastel.
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