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Es probable que ningún navarro, salvo que le haya tocado de cerca un caso, conozca a botepronto el nombre de ninguna mujer víctima de la violencia “machista” en Navarra, excepto el de Nagore Laffage.
Tampoco parece que en Navarra haya ninguna calle dedicada a ninguna víctima concreta de la violencia de género, machista, doméstica, pasional o como queramos llamarla.
Por lo demás, el culpable fue detenido, juzgado, condenado, y nadie dejó de repudiar sus acciones, ni le disculpó, ni reclamó su libertad, ni consideró que había sido injustamente condenado, ni se manifestó solidarizándose con él, ni juzgó excesiva su condena, ni apeló al sufrimiento de la familia del homicida, ni le llamó preso político, ni cosa parecida.
La pregunta incómoda, por consiguiente, es si para que una víctima sea recordada, se le dedique una calle o se convierta su caso en obra de teatro o película, la tiene que matar alguien que trabaje en la UNAV.
Porque si no es eso, ¿cuál es entonces la explicación de que de la única víctima de la que se oiga hablar sea de Nagore Lafagge?
De ningún otro homicida de mujeres en Navarra conocemos dónde trabajaba, ni nos hemos preguntado qué leía o a quién votaba.
Obviamente ni Nagore Laffage es menos víctima que las demás, ni merece menos homenaje, ni quien la mató a ella es menos criminal y salvaje que el resto de criminales salvajes que han matado mujeres. Pero tampoco más.
Otra manera de verlo sería imaginar que sólo se hablara de una víctima de ETA o que sólo se recordara a las mujeres cuyos homicidas fueran calvos.
Los calvos se sentirían legítimamente mosqueados en cualquier caso, pero mucho más si ni siquiera existiera algo así como una banda de calvos dedicada a matar mujeres, que pudiera justificar una preocupación particular con los calvos.
Y además podría pensarse que quienes sólo recordaran los crímenes contra mujeres cometidos por calvos tendrían más una cruzada contra los calvos que contra los «crímenes de género».
Por no mencionar qué pasa con todas las víctimas de crímenes cuyo autor no era calvo.
Todo lo cual no significa que se apoyen los crímenes cometidos por ningún calvo, evidentemente.
De hecho, seguramente el Código Penal español es demasiado blando para castigar un homicidio. Cualquier homicidio.
16 respuestas
Hemengo lleva razón. Cuando salió la noticia me llamó el Prelado Echevarria desde Roma y me prometió 100 días de indulgencia y un paseo en piragua por el pantano de Torreciudad si me lanzaba de pitbull a defender que Nagore se lo merecia. Me has cazado Hemengo, y te confieso mi admiración. A base de leernos te estas volviendo sagaz como nosotros…