Como ustedes recordarán, Xabier Rey es el etarra que hace escasas fechas se suicidó en una cárcel andaluza y al que después se le ofrecieron lamentables homenajes, honores y desfiles en Pamplona. Todo el nacionalismo, y el PSN, utilizaron el suceso para arremeter contra el estado, la dispersión y la política penitenciaria, olvidando en primer lugar que estar preso por terrorismo no es una lotería que por mala suerte le puede tocar a cualquiera, sino que hacerse terroristas (y arrostrar las consecuencias) es una decisión que uno toma, y en segundo lugar que si un preso de ETA está disperso o no tiene beneficios penitenciarios es porque dentro del colectivo de presos de ETA ha decidido pertenecer al subconjunto de los que no se arrepienten, no piden perdón, no colaboran y no abandonan la disciplina y la ortodoxia de la banda. Sin duda se trata de dos importantes matices a tener muy en cuenta.
x
En este sentido, interesa recordar lo que declaraba Pernando Barrena en 2015, advirtiendo que arrepentimiento y delación son dos líneas que un “preso político” nunca puede atravesar. ¿Por qué hay un montón de etarras encarcelados lejos de sus casas? Porque Pernando Barrena no permite que un gudari manifieste arrepentimiento ni colabore con la Justicia.
x
x
Cuando el preso puedes ser tú, hay que ser más posibilista
No obstante, justo un año después, con lo que nos encontramos es con el llamado sumario 04/08, en el que la Justicia pedía cuentas a 35 etarras de moqueta pertenecientes a Batasuna, el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK) y ANV, incluyendo por cierto al propio Pernando como imputado. ¿Alguien cree que Pernando, como buen gudari, siguió su propia teoría, la que aplicaba a los tonto-matxakas, eligiendo pasarse unos añitos en una cárcel andaluza? Obviamente no. Los 35 imputados alcanzaron un acuerdo en virtud del cual, a cambio de renunciar a cualquier actividad relacionada con la violencia, así como reconocer el daño a las víctimas y su instrumentalización por parte de ETA, frente a una condena de 10 años remataban una de 2 que no conllevara ingreso en prisión. Tras semejante pirueta Barrena decidió que el colectivo de presos quedaba autorizado a llegar a un acuerdo similar, aunque ya se ve que la cosa no es tan fácil cuando eres un matao que ya estás condenado y cumpliendo pena en una cárcel de Cádiz.
x
x
La ETA de las pistolas acabó en cuanto se fue a por la ETA de la moqueta
El caso nos coloca una vez más ante un entorno que, desde la moqueta, empuja a los jóvenes más brutos y descerebrados, como en Alsasua, hacia unas cárceles en las que después lamenta mucho que se encuentren encerrados. La realidad es que tanto aurresku y tanto ongi etorri seguramente tiene como fin desviar la atención y evitar que la gente de su propio entorno, algún día, se pregunte si los presos, para los estamentos superiores de la izquierda abertzale, no fueron simples peones utilizados, antes y después de entrar en prisión, como despreciable carne de cañón. Efectivamente, hace falta mucha banderola y pancarterío para tapar la cuestión.