Perdonar delitos a cambio de votos es corrupción

Tiene razón la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, cuando dice que hoy no es un día de reconciliación, ni de concordia, ni de perdón, sino el día en que se da la victoria a los golpistas independentistas Es evidente que Nogueras dice la verdad, en el sentido aristotélico tan querido por Sánchez, de correspondencia entre las palabras y la realidad. No sólo es que no es posible hablar de reconciliación o concordia cuando una de las partes dice que no lo es de ninguna manera, sino que salta a la vista que ante lo que nos encontramos es frente a una mera compraventa: votos por amnistía.

La reconciliación es un asunto bilateral en el que no se puede prescindir de la voluntad de reconciliación de una de las partes para declararla. Podría pensarse por otro lado que la amnistía es un gesto sincero de reencuentro si al menos el PSOE no necesitara los votos de Junts. Sólo en tal caso podría pensarse que el objeto del PSOE era la concordia en vez del poder. No se puede llamar reconciliación a una mera compraventa de votos en la que el otro, además, dice que no se quiere reconciliar.

Perdonar delitos a cambio de votos no es reconciliación, es corrupción. Estamos ante unos delincuentes que compran su impunidad a cambio de mantener en el poder al que les tendría que perseguir. Es todo demencial.

Volver a meter dentro de la ley a un delincuente fugado de la justicia a cambio de que te vote es algo más que corrupción. Desde luego es corrupción en un sentido moral y natural sin descartar que tampoco lo sea en un sentido legal, o que lo fuera en un país en que el beneficiado por esta abyecta transacción no fuera el mismo que determina la mayoría en el Tribunal Constitucional. Esto es más que corrupción porque implica la voladura del estado de derecho y del principio de igualdad. Ahora a los delincuentes huidos habrá que dividirlos en dos: a los que persigue la policía y a los amigos del gobierno.

La aprobación hoy de la amnistía es además la culminación de una gran mentira y de un fraude electoral en toda regla. Pedro Sánchez se presentó a las elecciones insistiendo explícitamente en que no concedería la aministía. Presentarse a las elecciones diciendo blanco y al día siguiente decir negro es algo más que cambiar de opinión, incluso algo más que mentir, es dejar el resultado electoral en cuestión. Pedro Sánchez es como alguien que se presenta ante sus vecinos proponiendo pintar la fachada de blanco, gana la votación y entonces pinta la fachada de rojo. La legitimidad democrática de Pedro Sánchez para aprobar la amnistía es la misma que tiene para pintar la fachada de rojo.

Como consideración final, esta amnistía no sólo revienta el estado de derecho, la igualdad y el imperio de la ley. No sólo es un acto puro de corrupción y compraventa de votos. No sólo es una traición y una inmoralidad. Es además un acto que implica una grave amenaza a la convivencia como estamos comprobando en los últimos tiempos. Esto no favorece en absoluto la concordia sino la división y la crispación, entre los catalanes y el resto de los españoles, entre los propios catalanes y entre el conjunto de los españoles, como observamos en el clima irrespirable y guerracivilista que padecemos constantemente. El motivo es que si para gobernar tienes que apoyarte en filoetarras y golpistas, en personajes que usan los maleteros de los coches para meter dentro a punta de pistola a un empresario o para huir de la justicia, para blanquear esos apoyos no tienes otra alternativa que convertir a la oposición en algo peor todavía que tus socios. Por eso el sanchismo no puede parar de calificar a la oposición de fascista. Por eso los pactos de Sánchez son, aparte de todo lo demás, una carga de demolición en los cimientos de la convivencia en España.

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Un comentario

  1. Totalmente de acuerdo con el título de la noticia.Y viene muy a cuento lo que afirmara un Catedrático de Derecho español a inicios del último cuarto del siglo XIX,a saber : “un perdón arrancado a la debilidad no produce más que breves treguas y ,lejos de cortar las raíces del delito , las extiende y las hace más profundas”. Y es que, como también sostuvo aquel sensato personaje, con este tipo de medidas de Gracia indiscriminadas y generales “la impunidad gana tanto como pierde la justicia”.

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