Poco a poco, Pedro Sánchez va destapando sus cartas. Hubiera podido formar una mayoría con formaciones no nacionalistas, pero teniendo esa opción parece que prefiere hacerlo a todos los niveles con formaciones nacionalistas, separatistas y hasta golpistas, las cuales anuncian que “lo volveremos a hacer”, como Torra ayer mismo. El pacto que se predibuja del PSOE con ERC (la abstención para que Pedro Sánchez sea presidente ya se intuye que se está cociendo en el horno) se basa en la convicción de ERC de que la intentona golpìsta en Cataluña falló por precipitarse en los tiempos. Hacían falta unos años más de inmersión ideológica de la sociedad catalana. Hacía falta construir al menos una mayoría del 51%. Tras la primera intentona, por otro lado, ahora saben cuáles fueron sus puntos débiles para no repetirlos en la siguiente intentona. Una intentona en la que nunca se excluyó la violencia y que de hecho se confesó que se inspiraba en la vía eslovena. La abstención de ERC ante la investidura de Pedro Sánchez no significa por tanto una renuncia a la declaración unilateral de independencia de la república catalana, significa por el contrario la preparación de la siguiente intentona. La siguiente intentona se caracterizará o porque sea más violenta, si aprenden de sus errores, o que no sea violenta en absoluto porque triunfe sin oposición del estado. La abstención de ERC significa que los separatistas necesitan más tiempo para preparar su siguiente asalto y que necesitan más tiempo para eliminar la resistencia de la propia mayoría de la sociedad catalana que todavía se les opone.
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Recordemos que votamos en abril en un adelanto electoral porque Pedro Sánchez no pudo llegar a un acuerdo con los separatistas para aprobar unos presupuestos, porque seguimos todavía con los últimos presupuestos de Rajoy y gobernando a golpe de decreto, sin parlamento, como en un régimen semidemocrático. El PSOE llegó a las elecciones asegurando que si convocaba elecciones era precisamente porque no había estado dispuesto a ceder ante los separatistas. No era exactamente eso. Era más bien que había estado dispuesto a muchas cesiones, pero no a tantas como las que le exigían. ¿Cómo hay que interpretar entonces ahora que Pedro Sánchez recurra a los separatistas para su investidura y los separatistas estén dispuestos a investirle presidente? Según la propia lógica del PSOE, es que ahora sí están dispuestos a ceder ante los separatistas. Salvo que nos sorprendan.
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No es una alianza para enfrentarse al separatismo
Desde luego resulta significativo que todos los separatistas en todas partes donde hay separatistas, sean separatistas de izquierdas o de derechas, prefieran al PSOE que a cualquier fórmula de gobierno del centro derecha. Eso significa que, pese a que siempre se repite que todos los gobiernos han cedido ante los nacionalistas, y en parte es verdad, por lo visto no todos han cedido lo mismo ni con la misma intensidad. Sólo así se explica que todos los separatistas prefieran para destruir España que gobiernen los socialistas.
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Una de las hipótesis que se manejaban respecto a la investidura de Pedro Sánchez es que todo estuviera pactado hace tiempo con ERC, incluso con JxCAT. ¿Por qué renunciar a 4 diputados y bajar la mayoría absoluta de 176 a 173? ¿Por qué hacerle ese favor a Sánchez? Ahora se podría interpretar que los separatistas no estaban renunciando a nada. Que ya sabían que Pedro Sánchez no iba a formar una mayoría alternativa. Que ya había entre los separatistas y el PSOE algún tipo de entendimiento. El PSOE habría alimentado la ficción de un alejamiento de los separatistas para presentarse a las generales. Entre las generales y las autonómicas habría seguido manteniendo la ficción, pero ahora que España ya ha votado el PSOE enseña sus verdaderas cartas que son pacto de hierro con el separatismo y cordón sanitario al centro-derecha.
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En este escenario podemos esperar a Oriol Junqueras convertido en showman intocable en su condición de eurodiputado, indultos y quizá lo peor de todo: un reparto del poder territorial entre el PSOE y los separatistas. Los separatistas dejarán gobernar a Sánchez en el resto de España si a ellos se les deja hacer y deshacer en Cataluña a su antojo con el fin que antes reseñábamos: para arrasar a la todavía mayoría de catalanes no nacionalista y para preparar una próxima declaración de independencia exitosa, respaldada por más CDR, más multitudes en la calle y los Mossos totalmente controlados por el sepatarismo y dispuestos a todo. Si sale mal, volverán a decir que era una broma, una cosa virtual, y cederan sus escaños al PSOE para que los indulte y les deje hacer en Cataluña tantas veces como haga falta investir a un presidente socialista.
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La decisión del PSOE de abrazarse al separatismo y poner el cordón sanitario al centro-derecha no nacionalista abre además probablemente una legislatura de crispación y enfrentamiento. Para justificar la alianza con los separatistas, el PSOE necesita el retrato de una derecha fascista que justifique su apartheid y sus alianzas.
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Dentro de estas coordenadas poco se puede esperar del PSN. Si el marco general se decantaba hacia una ruptura con el nacionalismo, cosa que Sánchez tenía los números para poder hacerlo, el escenario hubiera sido uno, pero el decantamiento hacia el nacionalismo nos lleva a un marco totalmente distinto. A nadie se le escapa que el análisis del marco local venía determinado por el marco general y ahora ya casi vemos con seguridad cuál va a ser ese marco general español que prefigura el PSOE. Por lo menos el futuro aclarará perfectamente cuáles son los bloques, quién está en cada bloque y para qué sirve cada voto, incluyendo los votos al PSN.
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Un comentario
Tócate los cojines, en manos del PP o de ciudadanos está que Sánchez no necesite el apoyo independentista, pero prefieren no apoyarlo.
Casado prefiere tragarse sus palabras de hace 3 años (ni el propio Nostradamus hubiera acertado) a admitir su derrota.
Dónde dije digo, digo Diego