La entrevista ayer a Pedro Sánchez en Telecinco adquirió ayer en algunos momentos caracteres inquietantes, llevando a preguntarse al espectador si este hombre se encuentra a la altura de la situación. Una situación que parece no comprender en absoluto, a la luz de sus planteamientos.
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Por el lado positivo, el líder del PSOE asegura, y por tanto parece que entiende, que España necesita un gobierno que no dependa de los independentistas. Lo que no parece claro que entienda es cuáles son los escenarios lógicos alternativos.
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¿Quién le puede dar a Pedro Sánchez una mayoría suficiente para poder gobernar sin los separatistas? El PP o Ciudadanos. Esto no es opinión, es aritmética.
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Por consiguiente, si la mayoría que necesita se la pueden dar el PP o Ciudadanos, carece por completo de sentido que a renglón seguido de reclamar ese apoyo el líder del PSOE se vaya a negociar un programa y un organigrama con Podemos, que no puede darle esa mayoría.
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Es más, si el PSOE y Podemos no tienen mayoría, Pedro Sánchez no puede pretender gobernar como si la tuvieran. Si son el PP y Ciudadanos quienes le pueden dar esa mayoría, lo suyo es ofrecer un perfil moderado y un programa de mínimos que animen a PP y Ciudadanos a dejarle gobernar aunque sea con su abstención, no echarse en brazos de la extrema izquierda bolivariana, autodeterminista y prosoviética de Podemos.
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Es cierto sin embargo que el centro-derecha quizá no está sabiendo explicarle bien a Sánchez pero sobre todo a la opinión pública la situación. En vez del cordón sanitario, el centro-derecha seguramente debería mostrar su disposición al diálogo con Pedro Sánchez, asumiendo el PSOE la realidad de que necesita o a los separatistas o al centro-derecha, y asumiendo a su vez el centro-derecha que a él no le bastan los números para gobernar y que el peor escenario es tener a los separatistas condicionando el gobierno. Eso sí, el centro-derecha no puede dejar gobernar al PSOE con un programa de máximos izquierdista. Eso no tiene sentido. Si los votos que le pueden llevar a Sánchez a la presidencia son los del centro-derecha y no los de la extrema izquierda, lo que tiene que hacer es ofrecer un compromiso de moderación.
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¿O no es nada de esto lo que quiere Pedro Sánchez?
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Es decir, el punto al que realmente puede querer llegar Pedro Sánchez es al de una ruptura en la cual parezca que todos son unos irresponsables menos él. El centro-derecha por cerrarse en el “no es no” (como por cierto hizo Pedro Sánchez cuando era de él de quien dependía la gobernabilidad) y Podemos por no estar preocupado más que por el ministerio que debe ocupar Pablo Iglesias. El problema es que este puede ser el punto al que quiere llegar Pedro Sánchez, ya sea para convocar elecciones o para acabar pactando con los separatistas, pero distinta cosa es que sus declaraciones y sobre todo sus actos lleven a los españoles al estado de opinión de ese punto deseado.
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Por lo demás, Pedro Sánchez tiene una forma muy rara de querer gobernar sin los separatistas, como se manifiesta en Navarra. No ya sólo porque quiera formar un gobierno totalmente dependiente de Bildu, al punto que si hay o no ese gobierno depende de lo que Bildu decida en sus zulos y cónclaves políticos de fuera de Navarra, sino porque Geroa Bai es su socio nacionalista adorado. Malamente puede el PSOE reclamar al PP y Ciudadanos (no digamos a Navarra Suma) que le apoyen para no depender de los nacionalistas y después echarse en brazos de los nacionalistas de Geroa y de los extremistas de Podemos, lo cual es un poco como pedir el apoyo a Uber para gobernar con los taxistas. Las cesiones hay que hacérselas al que te puede dar los votos que necesitas, no al que te aleja más de quienes pueden darte los votos. Si Pedro Sánchez no es capaz de entender esto, es que no está a la altura del presidente que necesita España en estos momentos.
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