Pedro Sánchez: el candidato obstruccionista

De algún modo se nos escapa, o incluso olvida, que el proyecto que el PSOE presenta a las elecciones generales de abril es un proyecto fallido. Para ello tal vez tengamos que rebobinar la historia de Pedro Sánchez hasta las elecciones generales de 2015.

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La fragmentación de 2015. Empieza el caos

El resultado de las generales de 2015 vemos ahora retrospectivamente que abrió un período de fragmentación política que ha conducido a España a una situación de ingobernabilidad que podría volverse crónica. El fin del bipartidismo dio lugar a la entrada o auge en el Parlamento de nuevas o relativamente nuevas formaciones lo que supuso el fin de las grandes mayorías absolutas de un partido, pero sin que estas grandes mayorías pudieran ser sustituidas eficazmente por mayorías viables alternativas.

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Cuando PSOE y Ciudadanos pactaron la investidura de Pedro Sánchez en 2015

Tras las generales de diciembre de 2015, ahora parece que hace mil años, se produjo la pérdida de la mayoría absoluta del PP y un pacto entre PSOE y Ciudadanos para investir presidente a Pedro Sánchez. Al parecer Ciudadanos es el mal ahora, pero no cuando hace 3 años aceptaba hacer a Sánchez presidente. No obstante aquella suma tampoco bastaba para conducir al líder del PSOE a la Moncloa y Podemos rechazó apoyar esa investidura, lo que provocó la repetición de las elecciones generales en 2016. Había fracasado el primer intento de gobernar de Pedro Sánchez. Y seguimos repitiendo elecciones.

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2016. No puede gobernar el PSOE pero “no es no” a que gobierne tampoco el PP

El resultado de las generales de 2016, sin embargo, no alteró demasiado la aritmética parlamentaria, por lo que básicamente se volvió a la situación de bloqueo anterior. Eso sí, el PSOE de Pedro Sánchez bajaba de 90 a 85 diputados y el PP de Rajoy subía de 123 a 137. Lo que se intentó entonces fue un pacto PP-Ciudadanos y ahí es donde aparece el famoso “no es no” de Pedro Sánchez a Rajoy. El problema era que si Sánchez no podía gobernar ni tampoco dejaba gobernar, volvíamos al bloqueo que la repetición de las elecciones había intentado solucionar . En ese momento el PSOE se dividió entre los partidarios de perpetuar el bloqueo, o incluso tratar de gobernar con los separatistas, y los partidarios de asumir que con 85 diputados no se podía gobernar y había que abstenerse en la investidura de Rajoy para desbloquear la situación. Estas tensiones internas del PSOE acabaron con la destitución de Pedro Sánchez y la investidura de Rajoy.

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La moción de censura de Pedro sánchez

A partir de ahí todos conocemos la historia de regreso de Pedro Sánchez, su victoria en las primarias socialistas y la presentación de la moción de censura de la mano de Podemos y los separatistas que le llevan al poder en 2018, con el reto imposible de tener que combatir a los separatistas y a la vez apoyarse en ellos para gobernar.

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El PSOE no logra gobernar. No hay Presupuestos. Pedro Sánchez convoca elecciones

Tal como sostenían los socialistas que habían destituido a Pedro Sánchez, demostrándose que tenían razón aunque la militancia premiara a Pedro Sánchez, la realidad es que gobernar el país con sólo 85 diputados y de la mano de los separatistas se ha revelado imposible cuando ni siquiera se pueden aprobar los Presupuestos, por lo que ahora se tienen que volver a convocar elecciones en 2019, en un nuevo fracaso del proyecto de Pedro Sánchez.

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El diagnóstico final cuando recapitulamos los hechos es que España lleva desde 2015 sin poder ser gobernada y que en ese período han fracasado dos proyectos de gobierno de Pedro Sánchez. ¿Y qué es lo que propone ahora? ¿Cuál es su tercer proyecto? ¿Repetir el primer proyecto fracasado o repetir el segundo proyecto fracasado? Esto segundo resulta particularmente absurdo puesto que en abril vamos a unas elecciones anticipadas ante el fracaso de intentar gobernar con los golpistas y el proyecto de Pedro Sánchez para las elecciones es volver a gobernar con los golpistas.

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El PSOE pierde la legitimidad de pedir al centro-derecha que vete a VOX

Habría existido una alternativa a las intentonas de Pedro Sánchez que hubiera sido la gran coalición PSOE-PP, al estilo alemán con los socialistas y la CDU de Merkel. La diferencia es que los socialistas alemanes prefirieron pactar con la CDU que con la extrema izquierda, mientras que los socialistas españoles prefirieron pactar con la extrema izquierda y el separatismo que con el centro-derecha. Podría decirse que el PSOE de Pedro Sánchez ha perdido con ello toda legitimidad para pedir ahora al centro-derecha que no intente gobernar con VOX. Paradójicamente, además, el “no es no” y la negativa del PSOE a un pacto a la alemana determina que los socialistas le hagan imprescindible al centro-derecha tener que contar con VOX para poder gobernar, ¿pero quién dijo que haya que mantener una mínima coherencia interna para ser socialista?

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El resultado es que ahora el PSOE se enfrenta a tener que gobernar otra vez con los separatistas, lo que le devuelve a la casilla en la que estaba el día antes de convocar elecciones anticipadas (¿para qué convocó elecciones entonces?) o bien a buscar un acuerdo con Ciudadanos, lo que sería divertido viendo lo que los socialistas, particularmente los navarros, vienen diciendo de Ciudadanos a lo largo de todos estos días. El pacto entre PSOE y Ciudadanos, además, lo tendría que firmar Pedro Sánchez con Garicano, que es por lo visto el que dirige Ciudadanos desde la sombra y el único cuya palabra vale algo frente a lo que puedan firmar por escrito Rivera y la ejecutiva de Ciudadanos.

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15.000 militantes socialistas han sumido al país en un caos político

En el fondo resulta llamativo que el caos en el que nos encontramos, en el que repetimos elecciones cada año, el gobierno es inestable ante el mayor desafío separatista de la historia o los Presupuestos Generales se deciden en una celda, es consecuencia del voto de no más de 15.000 militantes socialistas. Recordemos que las famosas primarias del PSOE en 2017, que desarbolaron a la ejecutiva y  restituyeron a Pedro Sánchez en la secretaría general al frente del partido, en realidad se decidieron por sólo ese margen de 15.000 votantes, ya que Pedro Sánchez obtuvo 73.898 votos (un estrechísimo 50,2%) frente a los 73.264 de sus rivales, y sólo 15.149 votos más que Susana Díaz. No es exagerado decir que estamos como estamos no tanto siquiera por los votantes socialistas, sino por el ala más radical de la militancia del PSOE.

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Dónde se ponga el foco del debate durante la campaña es la clave

Puede no obstante que a Pedro Sánchez no le vaya mal del todo es las elecciones, favorecido por la fragmentación de los rivales y por el interrogante sobre dónde estará durante la campaña el foco del debate. Si el foco de la campaña está la mayor parte del tiempo sobre la defensa de la nación, la amenaza golpista y la ingobernabilidad que propone Sánchez con los separatistas, es posible que se pueda formar una alternativa. Si, por el contrario, el PSOE y su potente aparato mediático consigue que el foco de la campaña se centre en el franquismo, la Guerra Civil o el feminismo, es posible que Pedro Sánchez tenga mejores expectativas. En parte, por cierto, porque el centro-derecha lleva renunciando durante décadas a dar la batalla en terrenos como la memoria histórica o la ideología de género, con lo que son terrenos totalmente cedidos al contrario y en los que ahora se encuentra muy cómodo. El tercer elemento a tener en cuenta, aparte de si el foco se centra en la defensa de la nación o la momia de Franco, es la posible irrupción de cuestiones imprevistas o conejos en la chistera: un 11M, la publicación de un escándalo… cosas que no podemos prever pero pueden resultar determinantes, lo que se suelen llamar cisnes negros.

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