Mientras los navarros cada vez tienen más problemas para llegar a fin de mes, sangrados por los precios de la cesta de la compra, los combustibles y la energía, la Hacienda Foral de Navarra recauda dinero a todo trapo. No es esto exactamente lo que nos intenta vender el gobierno foral, sin embargo. De hecho, lo que nos dice el gobierno con los datos correspondientes al mes de febrero es que “se aprecia cómo los impuestos relacionados con la energía eléctrica, aplazado en el caso de Impuesto sobre el valor de producción de energía eléctrica y rebajado hasta el mínimo permitido en el caso del Impuesto sobre la electricidad, han experimentado un importante descenso recaudatorio (-84,7%) en comparación con el mismo periodo del año anterior”.
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¿No es maravilloso el gobierno?
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¿No desmiento esto la idea de que el gobierno se está forrando a costa del alza de los precios de la energía?
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Pues no.
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En términos absolutos, la recaudación líquida de la Hacienda Foral de Navarra acumulada en el mes de febrero asciende a 657 millones de euros frente a los 595,7 millones ingresados en febrero del año 2021. Esto supone un incremento del 10,3 % en cifras interanuales.
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O sea, que mientras nosotros las pasamos canutas para llegar a fin de mes, el gobierno recauda un 10,3% más, y de hecho en buena parte las pasamos canutas para llegar a fin de mes precisamente porque ya estábamos asfixiados por la fiscalidad y el gobierno recauda un 10,3% más. Y encima presume de que nos rebaja los impuestos sobre la electricidad, cosa que además no es verdad, o por lo menos toda la verdad.
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El Impuesto sobre la Electricidad, que el gobierno presume de haber reducido hasta su mínimo legal en realidad supone una rebaja del 5,1% al 0,5%. No es que no se aprecie y agradezca toda rebaja, pero el Impuesto sobre la Electricidad es sólo una pequeña parte de la factura y un peaje gubernamental mucho menor que otros, como el IVA.
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Hablando del IVA, cabe señalar que el gobierno indica en su informe que la recaudación de los impuestos indirectos ha sido de 244,7 millones de euros, habiendo experimentado un importante incremento del 35,4 %. También indica que la recaudación líquida por gestión directa de IVA ha alcanzado los 183,8 millones de euros, consecuencia del incremento de la recaudación íntegra que crece un 17,0 % en términos interanuales y, por otra parte, una reducción -15,3% de las devoluciones.
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Interesa recalcar la subida de la recaudación del IVA porque se trata de un impuesto sobre el precio de los combustibles o la electricidad. Cuanto más sube el precio de estos, más sube lo que pagamos por IVA. Ya, pero el gobierno ha bajado el IVA del 21% al 10% en la factura de la luz. Efectivamente, pero al tratarse de un impuesto sobre el precio, si el precio se dobla el impuesto se dobla, y si el precio se dobla aunque el tipo del impuesto se rebaje a la mitad la recaudación sigue igual. O incluso sigue subiendo, dependiendo lo que aumente el precio de la electricidad. Es por esto que pueden rebajarse otros impuestos o incluso el IVA y sin embargo el gobierno seguir aumentando la recaudación. Y al mismo tiempo que aumenta la recaudación y nos hace pagar más mientras se dispara el precio de la luz, el gobierno todavía pretende que le estemos agradecidos.
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Conviene recordar asimismo otros costes políticos ocultos en la factura de la luz como los derechos de emisión de CO2. Es decir, cada vez que no hay viento o luz suficiente, y cada vez que por esto (y por haber renunciado a la nuclear) hace falta recurrir al gas, en primer lugar encarecemos la factura por el precio del gas, y en segundo lugar la encarecemos un poco más por los costes de emisión de CO2 que implica el uso del gas para generar electricidad. Los derechos de emisión son un coste más del gobierno a la producción en nombre de la lucha contra el cambio climático, que como tal coste se traslada a la factura de la luz y del que se beneficia al gobierno que es el que cobra esas penalizaciones por emisión de CO2. El Gobierno, según se ha publicado, ha pasado de ingresar 1.156 millones de euros en 2020 a ingresar más de 2.246 millones en 2021.
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España y el fracking: una oportunidad perdida para abaratar la luz https://t.co/PKpUG2l8gg
— Libre Mercado (@libre_mercado) March 23, 2022
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Como se aprecia por todo lo anterior, el precio de la luz es totalmente consecuencia de decisiones políticas, no ya por el abstruso sistema de fijación de precios, que no tiene nada que ver con el libre mercado, sino porque todo viene ya previamente determinado por decisiones políticas, desde la fiscalidad a las penas por emisión de CO2. Absolutamente político también es el precio de haber dejado de lado la energía nuclear o el fracking, no digamos el carbón. Por eso resulta bastante gracioso que tanto desde determinados partidos como desde determinadas tertulias se pida una intervención de los precios. Como si lo que ahora tenemos no fueran precios intervenidos. Como si todo el encarecimiento que padecemos no fuera consecuencia en gran medida precisamente de decisiones políticas y de esa intervención de los precios.
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