Como muy bien podemos recordar, hace una década más o menos, el ex presidente Rodríguez Zapatero, mentor de Pedro Sánchez, negaba la crisis económico-financiera, llegando a afirmar que estábamos en «la Champions League de la economía mundial».
Pues bien, resulta que quien ha culminado la senda de «podemización» del PSOE emprendida por el sucesor de José María Aznar en la Moncloa ha asignado la cartera de Economía a una eurócrata con considerable relevancia, para intentar «vender humo» a la Comisión Europea y los mercados.
Pero como era de esperar, Nadia Calviño no empezaría con actitudes prometedoras de una gestora excelente. Pero no nos vamos a referir a la reducción del objetivo de déficit, sino a su nueva idea para la prevención de las crisis macroeconómicas (y alertar de ellas).
La economista gallega habla de volver a considerar la creación de una autoridad macroprudencial en España que vele por la estabilidad financiera y alerte de posibles desequilibrios económicos y financieros.
Pero uno no debe de ser tan ingenuo. Esa estructura solo servirá para crear una nueva estructura política para la cual habrá que dedicar una plantilla funcionarial y de cargos políticos con una considerable remuneración. En otras palabras, únicamente útil para el enchufismo.
Es más, el deber de los gobernantes es ser responsables a la hora de administrar las arcas públicas, poniendo fin al endeudicidio que amenaza a nuestras futuras generaciones. Hay que permitir que las familias y las empresas prosperen, en vez de empeorar ciertos panoramas macroeconómicos.
Pero lamentablemente, a la Administración Sánchez única y exclusivamente se le ocurre disparar el gasto público y expoliar fiscalmente en mayor medida a los individuos, familias y empresas de España. El socialismo es así, y fracasa cuando se acaba el dinero de los demás.