Vista y no vista fue la campaña del Ayuntamiento de Córdoba en contra de… ¿la violencia de género? Bajo la imagen de una mujer golpeada y desde el punto de vista de un hijo, el eslogan elegido rezaba: “de mayor no quiero ser como mi papá”. El escándalo criminalizando la figura de los padres pronto se hizo mayúsculo y noticia nacional. Pocas horas después se anunciaba desde el Ayuntamiento de Córdoba la retirada de la campaña. Como elemento adicional para enmarcar la cuestión, cabe indicar que el Ayuntamiento de Córdoba se encuentra gobernado por el PP en coalición con Ciudadanos.
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Curiosamente la campaña no sólo fue rechazada por los partidos de la derecha, sino también por los de la izquierda. Desde el PSOE se tildó la campaña de “discriminatoria» y se exigió que «se pida perdón a los padres y se asuman responsabilidades por esta acción que ya ha hecho un flaco favor a la lucha contra la violencia de género», expresando además que «trabajar la igualdad requiere conocimiento y rigor». IU también manifestó su rechazo tachando la campaña de “lamentable» y aseverando que «es lo que pasa cuando no sabes qué significa la palabra igualdad». Por lo visto el Ayuntamiento de Córdoba, específicamente la concejalía de Igualdad de Ciudadanos, todavía no se ha dado cuenta de que sólo la izquierda tiene derecho a hablar de igualdad o de violencia contra la mujer.
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Lo cierto es que poco le ha pasado al Ayuntamiento de Córdoba por tratar de convertirse en aquello que en teoría debería combatir. Los hijos no deben ser como los padres sino como diga el discurso dominante que deben de ser. En buena medida la batalla de la izquierda contra la familia tiene su origen en esta cuestión. Los padres son, o pueden ser, un obstáculo para que quien dirija la formación de los hijos sea el gobierno. A fin de cuentas los hijos suelen querer y escuchar más a sus padres que a los ministros. A los ministros por lo tanto les molestan especialmente los padres. Por lo menos a los ministros obsesionados por dirigir la forma de pensar de los hijos de los demás, que para ellos sólo son las alienadas legiones de sus futuros y entusiásticos votantes.
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Yo no quiero ser como mamá
Hace unos años como quien no había que ser era como mamá. Es decir: madre, ama de casa, abnegada, casada con un hombre, fiel y dedicada a cosas que nada tenían que ver con el activismo político. Lo cierto es que esto de sacar adelante una familia sin fidelidad mutua, abnegación mutua y trabajo mutuo resulta un tanto complicado, pero a fin de cuentas tampoco se trataba por lo expuesto de sacar adelante las familias sino de destruirlas. Por lo demás la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral representó la duplicación de la oferta laboral y la consiguiente caída de costes salariales. Para las familias quizá no, pero para el mercado laboral la incorporación de la mujer fue genial. Toda esa entrega, trabajo y abnegación pasó de la familia al jefe de la empresa. Que además por lo general solía ser un hombre. El menoscabo en la figura del ama de casa se compensó con la contratación de una empleada del hogar, cerrando el ciclo de la “liberación” de la mujer. De algún modo todo ello implica un grave prejuicio machista, dando por supuesto desde el principio que el trabajo fuera de casa del hombre era más importante que el de la mujer dentro. Desde luego el reparto de tareas no tenía históricamente una lógica contextual y hasta biológica, sino que era un complot de los hombres para relegar a las mujeres al hogar y el cuidado de los hijos mientras ellos reafirmaban el poder del patriarcado yéndose a disfrutar de ser brutalmente masacrados en cualquier guerra. En realidad, sin embargo, está bien el lujo actual de que la mujer o el hombre puedan elegir lo que quieren, el asunto es toda la campaña de décadas mostrando al hombre como un opresor y despreciando la figura del ama de casa, un yo no quiero ser como mamá en toda línea, como si hubiera algo malo en ser libremente como mamá en vez de como Celaá.
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En cualquier caso no había que ser como mamá y más o menos se consiguió. Ahora se trata de completar el círculo y no ser tampoco como papá, salvo que te llames Leo, Manuel o Aitana.
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Los dos errores del consistorio PP- Ciudadanos han sido primero mantener la existencia de una área de Igualdad, que todo el mundo sabe que las carga el diablo y las paga el contribuyente, y segundo querer ser más progre que la propia izquierda, lo que habitualmente suele llamarse «el complejo» de la derecha. Se puede decir cualquier barbaridad, pero lo que de ninguna manera se puede pretender es adelantar a la izquierda diciendo barbaridades. Por poder, la izquierda hasta puede decir lo mismo que Ciudadanos, pero ser una barbaridad sólo cuando la dice Ciudadanos. Como acaba de descubrir Ciudadanos, es la izquierda la que tiene el poder de determinar lo que es o no es una barbaridad.
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Un comentario
No acabo de entender estos ataques a los hombres y la falta de reacción a la defensiva de los varones. No se dan cuenta del ataque sistemático del que son objeto en el ambiente mediático y político , como si fuera lo mas normal. Los hombres de ahora NO son responsables ni culpables de como actuaran sus padres o abuelos, aunque a veces es como si lo creyeran. Mis hijos no tienen la culpa y mi marido tampoco. Ya está bien. A ver si espabilan.