Entre todas las cosas que pasan en España un día normal podría pensarse que esta no tiene importancia. Por fin un suceso poco importante que no deja la política nacional vuelta al aire, eso convierte este asunto en noticia. Añoramos los tiempos en que las grandes convulsiones políticas eran excepcionales. En un país normal en el que las cosas funcionan razonablemente bien la política debería ser aburrida.
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El asunto en cuestión nos lleva hasta Palma de Mallorca, donde el ayuntamiento socialista ha decidido cepillar el callejero eliminando una serie de nombres franquistas. Lo llamativo dentro de una lista llamativa era que se eliminaba el nombre de un paseo con el nombre del Castillo de Olite. Obviamente relacionar el Castillo de Olite con el franquismo daba lugar en las redes sociales a todo tipo de burlas.
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Canviam el nom de 12 carrers pel seu origen franquista en compliment de la Llei de Memòria i Reconeixement Democràtic del @goib. Estam convençuts que eliminar símbols feixistes de l'espai públic és avançar en democràcia.
No oblidam. A Palma, justícia i reparació! 💪✊ pic.twitter.com/jv2IhlnqSq
— Jose Hila (@hila) March 22, 2021
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Churruca, Gravina (Trafalgar), Cervera (Santiago de Cuba). Díganle algo a este idiota, si les apetece. Para eso está Twitter, para comunicarnos. https://t.co/CESVIDD4Ht
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) March 22, 2021
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En esta ocasión, sin embargo, el alcalde conseguía salir airoso explicando que el “Castillo de Olite”, el “Churruca” y el “Gravina” no eran respectivamente el castillo o los generales citados, muy anteriores a Franco, sino los nombres de 3 navíos utilizados en la Guerra Civil por el bando nacional. Los nombres de las calles se pusieron en 1937 aludiendo a estos navíos y no a los personajes o al castillo que a su vez habían sido usados como inspiración para nombrar a los navíos.
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Aunque en este sentido el alcalde socialista conseguía superar el cuestionamiento de sus conocimientos históricos, una vez más cabe preguntarse por el sentido de todos estos enredos con el callejero. No ya sólo por la constante e innecesaria obsesión por la reescritura de la historia, la cual da lugar a posibles confusiones como la que nos ocupa, sino también por los nombres escogidos para sustituir a los eliminados. El de Federica Montseny, por ejemplo.
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Que darle tantas vueltas al callejero genera confusión y en le mejor de los casos sólo sustituye un guerracivilismo por otro queda evidenciado por el hecho de que el alcalde que ahora cambia el nombre de la calle Gabriel de Rabassa por Federica Montseny, según la hemeroteca, en 2009 participó en el acto en el que se dedicó esa calle a Gabriel de Rabassa declarando que “había motivos de sobra para ponerle a esta calle su nombre”.
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Con @hila dedicando una calle a un señor, glosando los motivos, e @hila retirándole la calle a ese mismo señor unos años después por franquista podemos resumir la España de las últimas décadas. pic.twitter.com/sdMaZduqb7
— Viejo poeta argelino 🇰🇿 (@ianhazlitt) March 22, 2021
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Elegir a Federica Montseny como sustituta resulta asimismo un despropósito llamativo. Montseny fue una anarquista de la CNT que se convirtió en ministra de Sanidad del gobierno de la República durante la Guerra Civil. En principio podría llamar la atención que alguien anarquista acabe formando parte del gobierno sin que le explote la cabeza, pero hay más. Antes de ser asesinado José Antonio Primo de Rivera, el gobierno de la República recibió una petición para conmutar su pena de muerte la cual fue votada en el consejo de ministros. Esto sucedía en noviembre de 1936 y Primo de Rivera llevaba encarcelado desde marzo, desde antes por tanto del Alzamiento nacional. Se trataba simplemente de matar a alguien que ya estaba preso y que no era menos demócrata que el socialista Largo Caballero, el “Lenin español”, el cual precisamente presidía ese consejo de ministros que no quiso frenar su ejecución. Hubo algunos votos en ese confuso consejo de ministros a favor de conmutar la pena, pero se impuso la mayoría a favor de ejecutarlo incluyendo a Largo Caballero y el grupo de ministros anarquistas, entre los que se encontraba Federica Montseny. Al final, confundirse es a veces mejor que acertar y lo mejor sería que realmente le dedicaran el nombre del paseo al Castillo de Olite.
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