Nuestra experiencia como NC con la censura de Youtube

En el canal de Youtube de Navarra Confidencial tuvimos ayer la ocurrencia de subir un vídeo que se estaba viralizando en las redes sociales, protagonizado por un virólogo estadounidense llamado Robert Malone, que pasa por ser uno de los padres de la tecnología que se está utilizando para el desarrollo de las vacunas basadas en el ARN mensajero, como las de Pfizer y Moderna. Malone advertía como padre y abuelo a quienes vieran el vídeo del escaso sentido, desde la relación riesgo-beneficio, de vacunar masivamente a los niños, para lo cual aportaba diversas consideraciones y fundamentos de tipo médico. Obviamente se podía estar de acuerdo o en desacuerdo, o quedar más o menos convencido tras ver el vídeo, pero había al menos un par de motivos para dar publicidad al vídeo.

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En primer lugar que era un vídeo interesante. Por tanto noticiable. No quiere decir que no pudiéramos subir otro vídeo que también nos pareciera interesante con un punto de vista totalmente distinto. Tampoco que NC hiciera suyas las opiniones y conclusiones del doctor Malone. Como medio, eso sí, nos suele gustar fijarnos en los puntos de vista un tanto alternativos o que son silenciados en los grandes conglomerados mediáticos, siquiera porque porque para leer lo mismo que en esos grandes conglomerados empresariales de medios ya están esos grandes conglomerados de medios.

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En segundo lugar, teníamos la curiosidad de ver qué pasaba subiendo un vídeo que como punto central cuestionaba las campañas masivas de vacunación infantil. Algo que por otro lado hasta hace muy poco tiempo era objeto de grandes dudas en el ámbito médico, como puede verificarse en la hemeroteca incluso de los grandes medios de masas, sin que quede muy claro por qué de repente ha pasado a ser una cuestión sobre la que ya no se puede lanzar ningún tipo de interrogante.

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En este sentido, nada más publicar el vídeo nos encontramos con un aviso automático e imborrable enlazando el vídeo hacia una nota con la ortodoxia oficial sobre la vacunación. Es decir, si alguien publica un vídeo cuestionando por ejemplo la vacunación infantil, los algoritmos de Youtube introducen automáticamente un aviso con un enlace hacia un argumentario contrario. Obviamente si alguien publica un vídeo favorable a la administración a los niños de vacunas basadas en la técnica del ARN no aparece un aviso con un enlace hacia un argumentario contra el uso de este tipo de vacunas. No se trata por tanto de garantizar una información plural y diversa al que pretende visionar un vídeo, sino de garantizar sólo el acceso a la información oficial. Una información oficial que por supuesto puede cambiar con el tiempo, como cuando la OMS negaba que el covid se transmitiera por aerosoles y fueran necesarias las mascarillas. En aquel momento, de haber estado tan desarrollado el mecanismo de censura como ahora, los vídeos recomendando el uso de mascarillas hubieran sido marcados y censurados.

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Porque, efectivamente, al poco tiempo de publicarse el vídeo en nuestro canal, incluso con el citado aviso, el vídeo fue censurado y suprimido. A lo mejor los vídeos con argumentos en contra de las vacunas a los niños son muy malos, pero también podemos imaginar que son muy buenos porque no nos dan la oportunidad de comprobar lo absurdos y ridículos que son. Sencillamente no nos los dejan ver. Ni siquiera después de incluir un enlace argumentando a su favor.

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A la vista de nuestra propia experiencia con la censura de Youtube el debate ya no es, o no sólo, vacunas sí o vacunas no, sino censura sí o censura no. Desde luego internet y las redes sociales han multiplicado de una forma exponencial tanto nuestro acceso a las noticias verdaderas como a las falsas y a las opiniones y reflexiones de todo tipo. Lo mismo que por otro lado pasó hace siglos con la imprenta, por ejemplo. Ante esta avalancha de datos disponibles, tanto ciertos como falsos, o simplemente discutibles, caben por tanto dos actitudes. La primera es precisamente confiar en que el fácil acceso a la información falsa se contrarresta con el fácil acceso a la información verdadera. Para esto, no obstante, hay que tener una cierta confianza en el ser humano, en su racionalidad y su libertad, o en que a través del contraste y el debate de ideas poco a poco se va imponiendo lo que está mejor argumentado, es más lógico y coherente o sencillamente se va viendo qué funciona mejor, siquiera por el principio de ensayo y error. La segunda postura, por el contrario, parte de la base de que no se puede confiar en la libertad ni la racionalidad de los seres humanos, por lo que una élite gubernamental en la que no sólo se puede sino que se debe confiar ciegamente, no obstante estar compuesta también por humanos, debe imponer una visión indiscutible y obligatoria de la realidad. Podríamos dedicar mucho tiempo a discutir sobre las bondades y peligros de apostar por uno u otro sistema, pero parece poco discutible que ya estamos empezando a vivir obligatoriamente en el segundo sistema, como hemos comprobado en nuestro propio canal. Desde luego no nos puede dejar de dar mucho miedo que el mundo esté cayendo bajo el control de los que piensan que no se puede confiar en la libertad. ¿O acaso se puede parcelar la desconfianza hacia la libertad, la razón y la dignidad de los seres humanos? Si nos perciben como ganado lanar en vez de como seres humanos o nos tratarán siempre y en todo como seres humanos o siempre y en todo como ganado lanar. Pues bien, está claro que van ganando los que nos perciben como ganado lanar.

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