Cualquiera de estas noticias merecería una atención particularizada, pero vivimos tiempos tenebrosos. Las malas noticias, o quizá mejor dicho las noticias sobre el mal como protagonista, son tan abundantes que en ocasiones como esta no queda más remedio que agruparlas para dar cuenta de ellas. Por otro lado, este agrupamiento pudiera resultar también ilustrativo.
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La primera noticia hace referencia al aniversario del asesinato de Jesús Ulayar en Echarri Aranaz. En el lugar donde cayó abatido el ayuntamiento abertzale, en vez de una placa, colocó los contenedores de la calle. La fachada de los Ulayar se encuentra decorada con varias pintadas en favor de ETA. Por lo visto si no las borra la familia no las borra nadie.
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¿A esto se refieren con lo de los “diferentes relatos”? ¿Hasta cuando va a tolerar @ehbildunafarroa que en las paredes de los pueblos en los que gobiernan se ensalce el terrorismo y se mantengan pintadas como esta? Y lo que es peor, en la propia casa de asesinados por ETA👇. pic.twitter.com/9F8f50zc0S
— ANVITE NAVARRA (@ANVITE_NAVARRA) January 27, 2021
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No solo hay esa pintada. Esta, también de hoy, dice “Viva la lucha armada” pic.twitter.com/hTo61Gnlms
— ANVITE NAVARRA (@ANVITE_NAVARRA) January 27, 2021
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Estas pintadas en la casa de los hijos del asesinado no las hacen los asesinos, sino los partidarios de los asesinos, porque hacen falta muchos partidarios del asesinato hasta que brota el asesino. La pintada que hace poco también era noticia es la que felicitaba de este modo la Navidad a la familia de una de las víctimas de la agresión de Alsasua, que aún intenta vender la casa para huir de la localidad. La violencia abertzale persigue hasta a las familias y los descendientes de sus víctimas. No tiene piedad. No tiene límites. No tiene humanidad.
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El Año Nuevo con pintada de odio en Alsasua: "A mí me han jodido la vida" https://t.co/TdeAQdA9Zs
— EL MUNDO (@elmundoes) January 12, 2021
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En esta misma línea y también en estas últimas horas han alzado su voz los hijos del socialista Fermando Múgica recordando no sólo el asesinato de su padre, sino la persecución a la que fue sometida la familia de la víctima hasta que la viuda tuvo que marcharse de su tierra. Esto no es el fascismo de los nazis en los años cuarenta, esto es el País Vasco y Navarra en la actualidad. El nazismo hoy en nuestra tierra se llama izquierda abertzale. El gatillo lo apretaban unos cuantos, pero había muchos más practicando la presión social contra quienes no pensaban como ellos. En la eliminación y expulsión social de sus rivales tanta importancia han tenido los unos como los otros.
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25 años después del asesinato de su padre, los Múgica piden que se reconozca que en Euskadi “hubo un proyecto totalitario de persecución ideológica del adversario, desde un tinte puramente nazi en la medida en que ETA era una organización violenta, racista y totalitaria”. pic.twitter.com/5PvesgBj63
— COVITE (@CovitePV) January 31, 2021
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La última noticia no es actual, pero ha circulado por las redes en estos días gracias al blog y la memoria de Patxi Mendiburu, resultando también sumamente ilustrativa. Es la historia de cómo se detuvo a la cúpula de ETA en Bidart en 1992. Resulta que un día el sujeto en cuya casa se escondía un comando de ETA descubre que los miembros del comando reciben los favores sexuales de su mujer y su hija de 15 años. Hundido por esta revelación decide hacerse confidente de la policía. La historia de todos modos muestra la cosificación de las personas de la que se alimenta el fanatismo nacionalista, un fanatismo por el que los asesinos, ubicados por la mitología nacionalista en la cúpula de la pirámide, tratan como perros hasta a sus propios partidarios. Sus partidarios, salvo el que se hace confidente, entregan a los terroristas hasta a sus mujeres y sus hijas menores.
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ETA, dueña de vidas y familias
Goñi Tirapu nos cuenta los motivos por los que un colaborador de ETA se convierte en su confidente. Su mujer "hacía favores" a los tres del Comando Éibar. También, su hija de 15 años. Y él, al sofá.https://t.co/72fcp0PvKc
Un navrazo,#desolvidar pic.twitter.com/pLzY2IC7yi— pachi mendiburu (@patxi_mendiburu) January 31, 2021
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Las esclavas sexuales de ETA
Esta historia sobre la caída de la cúpula de Bidart encaja con el relato de otro angelito de la ETA, Iñaki Rekarte, que en el libro “Lo difícil es perdonarse a uno mismo” relata la práctica de la izquierda abertzale feminista de colocar fotos de presos en los bares y las fiestas, incluyendo la dirección a la que las chicas les podían escribir cartas para poder tener un bis a bis con ellos. Si alguna de ellas tenía un accidente de tráfico durante el viaje mucho mejor, otra mártir para rellenar las pancartas y las ofensas inhumanas del estado español.
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Todas las noticias anteriores tienen en común el no versar tanto sobre la ETA o los crímenes de los etarras como sobre los simpatizantes de la ETA, la abultada parte de la sociedad en la que echaba raíces la ETA, la parte de la sociedad que no era la ETA pero sin la que no podía existir la ETA. O que por tanto de alguna manera sí era la ETA. Puede que ya como tal no exista la ETA, pero sigue existiendo esa parte de la sociedad sobre la que flotaba la ETA y gracias a la cual la violencia nacionalista se extendía mucho más allá de los pistoleros de ETA. La victoria siempre estará a medio completar hasta que además de a los pistoleros no se derrote también a la ETA sociológica: la de las fotos de presos, las esclavas sexuales, los etarras de moqueta, las pintadas y los «txabales».
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