Resulta extraño que el gobierno no ofrezca datos detallados y diarios sobre las cifras de muertes y hospitalizaciones distinguiendo a los vacunados de los no vacunados. Es decir, si la vacuna está funcionando dar publicidad a los datos parece la forma más inteligente y respetuosa de convencer a la gente de que se vacune. De repente un día nos dicen que 23 de los 25 ingresados en UCI no están vacunados, pero tras ofrecernos ese dato regresa el apagón informativo, como si no siempre los datos fueran tan claros. ¿O por qué no se publican todos los días si todos los días fueran tan claros? Sería estúpido por parte del gobierno, aunque no podemos descartar que el gobierno efectivamente sea estúpido.
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Por otro lado la interpretación de los datos puede llevar a diversos equívocos. Sabemos, por ejemplo, que si el 100% de la población estuviera vacunada seguiría habiendo ingresos en UCI y defunciones, y que lógicamente el 100% de los fallecidos y de los ingresados estarían vacunados. Una cosa es que la vacuna sea eficaz, o más o menos eficaz, y otra que haga milagros.
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El Gobierno de Navarra, por el contrario, no ofrece el dato de cuántos de los fallecidos estaban vacunados, seguramente porque el dato resultaría mucho más resbaladizo que el de los ingresados en UCI. De los últimos 25 muertos, por ejemplo, ¿cuántos estaban vacunados? Por los últimos informes del Ministerio de Sanidad, sabemos que desde el 21 de junio ha habido 3.000 muertos en España por COVID, de los que 2.718 han sido mayores de 60 años. Es decir, el 90% de los fallecidos pertenecen a los grupos de edad en los que casi todos están vacunados. Por el contrario, entre los menores de 40, cuyas cifras de vacunación son mucho menores, sólo ha habido 53 fallecidos, el 1,7%. ¿Es por eso que no nos ofrecen abiertamente ese dato? Y por otro lado, ¿realmente significa eso que las vacunas no estén funcionando?
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Cuando nos dicen que 23 de los 25 ingresados en UCI no están vacunados, se omite el hecho, que también se observa en la gráfica anterior, de que los mayores de 80, pese a ser los más hospitalizados y los que más fallecen, raramente son ingresados en las UCI, seguramente por justificados criterios médicos. No obstante, esto puede distorsionar apreciablemente la interpretación de los datos UCI. Puede ser que 23 de los 25 ingresados en UCI no estén vacunados, pero que de esos 25 ingresados muchos sean jóvenes y no vayan a morir, mientras que 23 de los 25 últimos muertos a lo mejor son gente muy mayor vacunada, buena parte de los cuales pueden haber muerto sin haber pasado por la UCI. Y sin embargo, esto tampoco quiere decir que la vacuna no esté funcionando, y mucho menos que se muera más la gente vacunada.
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Si el gobierno nos ofreciera transparentemente datos diarios y detallados, podríamos comparar los setentañeros vacunados que mueren frente a los setentañeros no vacunados, por ejemplo, considerando el porcentaje sobre el total de setentañeros de unos y otros. Pero el gobierno no nos ofrece los datos. Lo que sí nos ofrece es la gráfica anterior, en la que se observa cómo en la última ola del virus, en la que había ya un importante porcentaje de vacunados, la mortalidad ha subido por primera vez mucho menos que los contagios. Obviamente hay que excluir del análisis la primera ola porque entonces se carecía de medios para medir los contagios. No tenemos los datos detallados pero indirectamente se aprecia que en la última oleada ha bajado sustancialmente el número de muertos respecto al de contagios. Lo que sucede es que si hay muchos contagios, pese a la vacuna, sigue habiendo un número importante de muertos.
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Dicho todo lo cual, que la vacuna esté funcionando no agota el debate. Tratándose de una vacuna que todavía se administra bajo la premisa de un uso de emergencia, y que en otras condiciones por tanto todavía sería experimental, ¿tiene sentido imponer su obligatoriedad? ¿Tiene sentido ignorar factores como la edad o la inmunidad natural? ¿Tiene sentido además imponer la obligatoriedad sin apostar antes por la transparencia y la convicción? La necesidad de una tercera dosis, por otra parte, evidencia que la eficacia de la vacuna, aunque real, no es tan alta como se esperaba, o se desvanece con el tiempo, o no presenta la misma eficacia con todas las cepas. O sea, que siguen existiendo incertidumbres con la vacuna. Lo que tiene que hacer el gobierno por tanto es clarificar y ofrecer datos, no ocultarlos y sustituir la convicción por la imposición. Imponer pudiendo convencer demuestra un carácter totalitario.
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Un comentario
Muchas gracias por este análisis cargado de sentido común. Es bueno conocer y valorar. La edad sigue siendo un factor evidente , incluso estando vacunado , a partir de los. 60 y sobre todo de los 70.