No son los toros, es la carne

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun (Sumar), ha anunciado la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia. Para justificar esta decisión, ha asegurado que hay una mayoría social de españoles cada vez más concienciada con el bienestar animal. Pero esto no va sólo de toros sí o toros no, es de temer.

Una cosa que tienen las corridas de toros a su favor es que no son de asistencia obligatoria. Otra cosa también a su favor es que, de todas las personas que por su oficio tienen que matar animales, el torero es seguramente con gran diferencia el que más molestias se toma para hacerlo. O sea, que visto así quizá sería el oficio menos perseguible desde el punto de vista animalista. Si para proteger a los toros un ministro de Cultura fantasioso impusiera las máximas limitaciones imaginables a la hora de matar a un toro, lo que inventaría sería justo el toreo: que para poder matar un toro hubiera que salir a hacerlo a una plaza, delante de una multitud de testigos, poniéndose sólo delante del toro con un trapo, tener que matarlo con un espada clavándosela en la cerviz… Más restricciones y dificultades no se pueden establecer para matar a un toro. Otra cosa son las terneras, los salmones o los pollos. ¿Dónde está la épica de una merluza boqueando y agonizando sobre la cubierta de un pesquero?

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Que exista una mayoría social antitaurina es una afirmación que no podía hacer alegremente el ministro. Lo cierto es que, aunque pululan diversas encuestas, la opinión popular se encuentra dividida. Entre los partidarios de los toros y los de la libertad, los prohibicionistas se quedan en un 45%. Sin duda habrá otras encuestas, pero queda patente la división al menos si para perseguir al mundo del toro se apela a la mayoría social.

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No obstante todo lo anterior, la clave de todo el asunto no son las corridas de toros. Esto no va como decíamos de toros sí o toros no. De hecho, a lo que apela el ministro para suprimir el premio es al “bienestar animal”. Acabar con los toros sólo es por tanto la punta del iceberg.

https://twitter.com/wef_es/status/1212770902133420033

 

 

Restringir el consumo de carne, porque siempre habrá un insuperable chuletón al punto para los mandatarios davosianos y sus mejores lacayos, no es una opción sino un objetivo declarado del Foro Económico Mundial, de Davos y de la Agenda 2030, valgan las redundancias. ¿Y cómo van a conseguir que, entre otras muchas imposiciones, la gente deje de comer carne? Por supuesto surpimiendo la libertad de comer carne. Como casi todas las cuestiones que plantea la Agenda 2030, serían irrealizables si la gente tuviera libertad para elegirlas o no elegirlas. La Agenda 2030 no es algo que nazca de la demanda popular sino de los intereses de una élite mundialista. La mayor parte de la gente ni sabe lo que es la Agenda 2030 o sólo sabe que es algo bueno porque todos los gobiernos, las grandes corporaciones y el 99% de los partidos hablan de ella bien, como si esto no fuera precisamente un motivo de la mayor alarma para empezar a desconfiar.

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Naturalmente para establecer la Agenda 2030 a base de prohibiciones, y no hay otra manera de alcanzar sus objetivos, hace falta tras cada batería de prohibiciones una batería de justificaciones. Dos de las justificaciones más utilizadas son el calentamiento global y el bienestar animal. ¿Por qué ese interés en “restaurar” la naturaleza y en dejar de trabajar los campos? Porque el negocio del futuro para gente como Bill Gates es, entre otros, la carne sintética. Por eso hay que machacar a los agricultores y ganaderos y freírlos a multas cuando se manifiestan. En esto no tiene nada que ver realmente el calentamiento o el bienestar animal, sino que la carne sintética es más fácil y barata de producir, es más industrial y deja muchos más beneficios al productor. Si además no es optativa tampoco hay que preocuparse mucho por la demanda, el sabor o la calidad. Ni por el precio. Bill Gates lo tendrá todo y será feliz. Además tendrás que venerarlo como a tu salvador mientras te vacía el bolsillo y te llena el estómago de basura.

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En este contexto no nos puede extrañar por tanto que los toros sean como el canario en la mina. Pero no porque a la élite davosiana le den pena los toro o aborrezca el sufrimiento del animal en la plaza, sino porque todo el negocio de la vertiente alimentaria de su Agenda depende de imponer sus productos a partir de la idea del bienestar animal. Los toros son como esas islas polinesias que nos dicen que con el calentamiento global van a ser las primeras en quedar sumergidas, aunque después pasan las décadas y siguen sin sumergirse. Es decir, los toros van a ser la primera trinchera, la frontera de Polonia en 1939. Son lo primero que no puede sobrevivir a la elevación del nivel global de la imposición. Por eso la disyuntiva real no es toros sí o toros no, sino comer grillos sí o grillos no. Libertad o la basura sintética de Bill. Esos son los términos reales de la discusión.

 

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Un comentario

  1. Muy buen artículo.
    Al «Calentamiento Global» y el «Bienestar Animal» añado otro: La Vida Saludable (casi eterna), que podremos conseguir si hacemos todo lo que ellos dicen. Y «La Vida Breve y Enferma» si no lo hacemos.
    Hay que ponerse pseudo vacunas. Hay que, dejar de consumir alcohol, Por des contado hay que dejar de fumar, y no solo eso: Hay que estar lejos, lejísimos de alguien que fuma, o enfermaremos y moriremos de cáncer o de enfermedades cardiovasculares. Envejeceremos muy rápidamente, se nos caerá el pelo ya en la juventud, perderemos los dientes llenos de infecciones y caries, seremos estériles, las mujeres gestantes perderán a sus hijos etc.
    En cuanto a lo de consumir alcohol, he leído últimamente, que se está intentando probar que Jesucristo no consagró en la Última Cena vino con alcohol, si no un llamado vino por los habitantes de Palestina que era un mosto sin fermentar. Igualmente sucedió en el primer milagro de las Bodas de Caná.
    Me quedé viendo visiones cuando lo leí. Porque, ¿Cómo va a beber vino Jesucristo?
    ¡Es impensable!
    Asi es que, amigos de la carne o del alcohol, (y de tantas otras cosas), ya os podéis ir preparando. Sucederá como con el tabaco.
    Y no me alargo. Cada cual que saque sus conclusiones.

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