Los españoles no tenemos fe en los políticos. De hecho, según el último barómetro del CIS recientemente publicado, a juicio de los encuestados la casta política se ha convertido en el tercer problema de España tras el paro y la economía. Huelga decir que, lógicamente, los políticos son responsables en buena medida de los problemas relacionados con el paro y la economía. Lo que ya no es tan lógico es que, si pensamos que nuestros políticos son un desastre, al mismo tiempo queramos que el estado, la administración, la cosa pública, cada vez se ocupen de hacer más cosas. Porque son esos políticos en quienes confiamos tan poco quienes dirigen el estado, la administración y en definitiva la cosa pública. Si fuéramos coherentes, los políticos que más debieran gustarnos son los que pretenden ocuparse de menos cosas, consumiendo menos recursos y dejando la mayor cantidad de decisiones posibles en nuestras manos. No tiene sentido dejar tantas cosas en manos de los políticos sabiendo lo mal que lo hacen, y luego quejarnos.