Éxito.
Pasado un día entero tras la manifestación, no cabe sino calificarla como éxito sin precedentes. Alguna de las características de la manifestación, como a continuación verán, justifican el diagnóstico. Es preciso destacar, además, el evidente carácter provida del evento, así señalado en el propio comunicado leído al cierre de la manifestación por el presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco. Nadie asistió en defensa de la actual ley del aborto frente a la nueva ley del aborto: el acto fue un clamor en contra del aborto.
Cambio de tendencia.
La gran muchedumbre que se congregó en Madrid el pasado sábado no se explicaría sin un cambio sociológico de fondo que las encuestas –incluso las de los medios más hostiles- hace tiempo que llevan anunciando. Ni siquiera se trata de un fenómeno español, sino de una tendencia general que lleva tiempo incubándose y progresando. Desde instancias gubernamentales se ha intentado asegurar que el debate sobre el aborto lleva décadas superado, pero de repente una multitud abarrota el centro Madrid desde la calle de la Virgen de los Peligros (ahí queda eso) hasta más allá de la Puerta de Alcalá. El mismo gobierno que no vio venir la crisis de la economía no está viendo venir la crisis del aborto. Como aquella en su momento, sin embargo, los síntomas de ésta son también evidentes. La manifestación del sábado fue la erupción en el centro de Madrid de un magma social que, lentamente, se revuelve y se cuece bajo la aparente superficie en calma de toda España. Ningún medio pudo ayer tapar lo sucedido: o se dedicaba a celebrarlo, o a tratar de minimizarlo. En sí mismo, esto ya es un éxito.
Los políticos a la zaga de la sociedad.
Otra característica de esta manifestación es que no ha sido promovida e impulsada por los políticos, sino por la sociedad civil. Los políticos, de hecho, en general se han ido incorporando a última hora (o al menos han mandado a alguien) cuando han palpado el clamor de sus bases electorales y que el éxito de la convocatoria estaba asegurado.Se han dado cuenta de que dejar de hacerlo hubiera sido escandalosamente impopular entre sus propios electores. Esto es un síntoma de la vitalidad de un movimiento civil de envergadura, que no depende de que los políticos tiren de él sino que es una marea que los arrastra.
Perfil joven.
Otra nota llamativa de la manifestación es la edad y el perfil de los participantes. La presencia masiva de jóvenes resulta evidente en todas las imágenes, así como la abundancia de familias y matrimonios con hijos pequeños. Destacó asimismo el colorido, la luminosidad y el tono positivo en general de todo el acto. Huelga señalar la total ausencia de incidentes, estragos y destrozos, tan frecuentes sin embargo en tantos otros ámbitos.
Guerra de cifras.
El día después de la manifestación ha sido escenario de una cruenta guerra de cifras en los medios que, casualmente, parecía íntimamente relacionada con el posicionamiento ideológico de cada uno de ellos. Estas cifras han oscilado desde los más de 265.000 de El País o un número similar de la Policía hasta el millón y medio contabilizado por la Comunidad de Madrid o los dos millones anunciados por los organizadores. La web de “El Manifestómetro” ofrece una horquilla con un máximo de casi 200.000 manifestantes.
Esta web ha popularizado el método de traducir la superficie ocupada por los manifestantes a metros cuadrados, realizando después una estimación lógica del número de personas que caben en un metro cuadrado (entre una y cuatro). Llevar a cabo esta medición resulta relativamente sencillo a partir de las imágenes de la manifestación y un medidor de superficies sobre el mapa como el “Google Planimeter”.
Aunque lógico, sencillo y efectivo, hay que señalar algunas características de este método. La primera de ellas es la casi total ausencia de referencias anteriores a la llegada al poder de Zapatero. Cuando era la izquierda en la oposición quien se manifestaba, sencillamente no se había inventado (o por lo menos popularizado) este método. En general puede decirse que el método, al introducir unas ciertas limitaciones objetivas al recuento, reduce extraordinariamente las cifras de participación que en el pasado se daba a las grandes manifestaciones. Tras el atentado de Barajas, los partidarios del “proceso de paz” o “proceso trampa” organizaron una gran manifestación en Madrid con gran despliegue de medios y afluencia de famosos. De aquella fecha data el famoso “cordón sanitario” propuesto por el actor Federico Luppi. La convocatoria, sin embargo, según el manifestómetro sólo ocupó 37.000 metros cuadrados con un generoso recuento máximo de hasta 148.000 asistentes. Da la impresión, por tanto, de que acaso deberíamos ir acostumbrándonos a cifras de asistencia más realistas que en el pasado, muy inferiores a las que solíamos manejar.
Una cifra como la ofrecida por El País (265.000 asistentes), que utiliza este método, resultaría todo un éxito sin precedentes respecto a otras manifestaciones contabilizadas de este modo. La manipulación, de esta manera, se traslada del número de manifestantes al número de metros cuadrados ocupados por los mismos. Hemos realizado nuestro propio cómputo y hemos descubierto lo que parece un pequeño truco del “manifestómetro” para restar metros cuadrados. Por un lado, la longitud de la manifestación parece severamente recortada en su parte final, donde los miembros de la web reconocen que no tomaron imágenes. Las imágenes disponibles, sin embargo, muestran claramente una longitud mucho mayor que la registrada por el “manifestómetro” (véase la portada de La Razón, por ejemplo). La irregularidad más clamorosa, sin embargo, es la utilización para realizar las mediciones de un mapa urbano en el que sólo aparece marcada la calzada, desapareciendo las aceras, los parques y el resto de espacios. El mismo mapa de Google, pero con una imagen real de satélite, permite calcular la superficie incluyendo las aceras. La diferencia es importante cuando, como se aprecia, son de la amplitud de las de Alcalá, la plaza de la Cibeles o la propia Puerta de Alcalá. Puede observarse perfectamente en las siguiente imágenes el enorme efecto de escamotear las aceras al cómputo de metros (de las calles ocupadas, el “manifestómetro” sólo recoge la superficie coloreada en amarillo), que prácticamente se duplica.
Conclusión.
Como recapitulación final, podríamos concluir que la manifestación ha sido todo un éxito si la comparamos con otras manifestaciones previas a las que se les haya aplicado el mismo sistema de cálculo. Podemos sospechar también que, en el pasado, la carencia de técnicas adecuadas de medición puede habernos hecho sobreestimar durante muchos años el número de manifestantes de cualquier manifestación. Comprobamos gracias a las últimas encuestas publicadas que el apoyo al aborto retrocede globalmente y también lo hace en España, al punto que el respaldo popular a la actual reforma planteada por el gobierno ya es minoritario según estas encuestas. Saludamos que esta transformación esté sucediendo teniendo como motor a la propia sociedad civil en vez de a los políticos. Observamos además que es un movimiento marcadamente joven. Podríamos preguntarnos dónde están los hijos de los partidarios del aborto, si hasta cierto punto la respuesta no fuera macabramente obvia. Ante este genocidio silencioso sería descorazonador que el día de mañana, cuando el aborto se considere una aberración salvaje, primitiva e inhumana, nadie pudiera encontrar testimonios de que en todos los países una parte muy importante de la humanidad clamaba en las calles, reclamando el derecho inalienable a la vida de todos esos pequeños. Para esa posteridad, subrayamos el dato de la elevada participación de los navarros, por encima de la esperable por nuestro peso en el conjunto de la población española.