El 6 de febrero de 2020 es una fecha que seguramente no le dirá nada a casi nadie, salvo a las familias de Joaquín Beltrán y Alberto Sololuze, que a su vez son las dos personas que en la citada fecha quedaron sepultadas en un avalancha en el vertedero de Zaldívar, en Vizcaya. ¿Por qué recordar aquel hecho en este momento? Pues porque, por increíble que parezca, han pasado más de 330 días desde que pasó aquello y la familia de Joaquín Beltrán sigue estas Navidades sin conseguir aún que se recupere el cuerpo de su familiar. Se trata de una noticia que, como sus protagonistas, de algún modo ha venido a quedar sepultada por el olvido a lo largo de todos estos meses, pero seguramente la reacción de cualquier persona que lea que el cuerpo de uno de aquellas personas sigue todavía sin ser recuperado oscilará entre la sorpresa y la indignación.
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Buscando noticias sobre este asunto, los hechos relevantes sucedidos en los últimos meses con los que nos vamos encontrando son que en agosto se encontraron los restos de Alberto Sololuce. Para entonces, seis meses después del accidente, la demora en la recuperación de los cuerpos ya era un escándalo.
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Más recientemente, en el mes de octubre, otra noticia relevante respecto al caso fue la negativa del PNV y su socio el PSE a investigar en el parlamento vasco la gestión de este suceso. No parece que haya mucho interés por sacar la basura de este caso ni en el sentido estrictamente material ni mucho menos en el sentido político.
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Respecto al estado de la búsqueda de los restos de Joaquín Beltrán, las últimas noticias son que sigue la búsqueda y el vicelehendakari primero del Gobierno vasco y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, hace sólo unos días anunciaba que las operaciones de rastreo van a empezar en la zona 3 después de haberse concluido sin éxito la búsqueda en la zona 1 y la zona 2. El vertedero se dividió en 4 zonas de búsqueda por lo que casi un año después, según se deduce si las zonas tienen un tamaño similar, aún queda el 50% del vertedero por explorar.
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Un tanto demagógicamente, nos podríamos preguntar si respecto a la gestión de este asunto hablamos de los mismos partidos que exigen sacar a todos los muertos de las cunetas cuando se trata de represaliados en la Guerra Civil. Como si fuera tan sencillo hacer semejante cosa a la vista de la incapacidad para encontrar a dos personas concretas en un sitio concreto comenzando la búsqueda el mismo día de su desaparición. Más serenamente, el caso Zaldívar se suma a tantos otros, desde Hiriko a Davalor, en los que lo que queda totalmente en entredicho es la supuesta reputación del PNV como partido eficiente en la resolución de los problemas reales y la gestión.
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Finalmente también cabe verificar la distinta visibilidad que se le da en los medios vascos al sufrimiento de las familias de las dos víctimas frente a la que se le da por ejemplo al sufrimiento de las familias de los “txabales” de Alsasua. ¿Estará preparando también la ETB una serie sobre el vertedero de Zaldívar? Que haya muchas situaciones olvidadas de sufrimiento debajo de una montaña de basura que nadie quiere remover no es por otro lado nada inusitado en la CAV. Todo depende del que sufre y del que inflige ese sufrimiento.
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La pregunta determinante, la que seguramente la familia también se hace, es si este mismo calvario y todo este tiempo sería el mismo si quien hubiera desaparecido en una avalancha hubiera sido el hijo del lehendakari Urkullu, por ejemplo. ¿Habría exactamente el mismo número de personas y medios buscando, puede que hasta la UME, que en el caso de Joaquín Beltrán? ¿Estaríamos en la misma situación? ¿Sería noticia esto aún?
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