
Como españoles, podemos sentirnos orgullosos de muchas cosas: prestigio de las empresas de infraestructuras, de nuestros ciclistas, futbolistas y jugadores de baloncesto, expandir los valores de una civilización cristiana y pro libertatem, ser pioneros de la industria aeronáutica con la invención del prototipo base del helicóptero, … Pero destacaremos una de ellas: el liderazgo mundial en donaciones de órganos vitales.
Durante 26 años, hemos estado encabezando el ranking de países en cuanto a donaciones de órganos y transplantes de los mismos. Prácticamente, alcanzamos una tasa de cuarenta y siete donantes por cada millón de habitantes el año pasado, mientras que superamos, por primera vez en la historia, la cifra de los 5000 transplantes.
Ahora bien, a escala autonómica, si bien es cierto que no queremos distinguir entre «españoles más solidarios y más insolidarios», creemos adecuado manifestar que los navarros tenemos también razones para sentirnos orgullosos de ello: junto a las Vascongadas, somos la tercera región española en el listón autonómico, con una tasa superior al setenta por ciento.
Al mismo tiempo, cabe señalar que, aparte del aumento superior al 15 por ciento en cuanto a donaciones, en variaciones interanuales, más de 2000 personas han visto sus vidas a salvo gracias a la digna de agradecer y ensalzar generosidad de terceras personas: es que incluso se lograron reducir las listas de espera, esa consecuencia de un colapso fomentado por el monopolio a efectos prácticos de la sanidad pública.
Eso sí, hay quienes ocasionalmente abren debates sobre la legalización del mercado de órganos, alegando, entre otras cosas, que nadie debe de ser reprimido a la hora de decidir si venderle a un tercero algún elemento esencial para mantenerse con vida. Pero, dejando aparte temas sobre mafias o estatismos, cabe reafirmarse en el carácter inmoral.
No todo debe reducirse a un concepto de bien económico, como fomentan los relativistas. No todo es cuestión de actividad económica. Lo que supone un mero acto de generosidad, de entrega a los demás ante algo de vital supervivencia, debe de mantener esa esencia, a no ser que queramos condenarnos a ser una sociedad donde impere el más puro egoísmo.
Así pues, solo cabe concienciar al resto de ciudadanos, desde Navarra Confidencial, sobre la importancia de incurrir en esta grata actitud, no solo para poder seguir presumiendo de ser una «región solidaria de un país ejemplar», sino para salvar a los demás -de hecho, conviene ser conscientes de que igual mañana podemos ser nosotros los necesitados-.