Navarra y los ongi etarras a los etorris: el nivel ético de la izquierda abertzale

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En las últimas horas, Pamplona está viviendo una proliferación de actos de recibimiento a sujetos recién excarcelados relacionados con ETA y la violencia nacionalista. Uno de ellos, por ejemplo, Iker Araguas, condenado a varios años de carcel por diversas acciones de kale borroka. En el transcurso del acto, en el que participaron decenas de personas con banderas, pancartas, bengalas y los inevitables zampazares, Araguas fue calificado de “borrokalari zintzoa”. Un acto semejante en Berriozar ha acompañado la excarcelación de Iñaki Lerín, condenado por pertenencia a ETA y tenencia de armas y explosivos.

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UPN ha preguntado a la consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo, sobre estas bienvenidas a etarras denominadas ‘ongi etorris’, unos actos que el portavoz regionalista en la citada comisión, Iñaki Iriarte, ha calificado de “ruptura de la convivencia en una sociedad que ha sufrido el terror de ETA”.  Los regionalistas han preguntado a Ollo si no piensa el Gobierno de Navarra que “este tipo de actos favorecen la convivencia o piensa que resultan una provocación y una ofensa hacia todas aquellas personas y grupos políticos que sufrieron la persecución de ETA” y si va a emplazar a la izquierda abertzale a que deje de realizarlos. Los regionalistas han pedido también el posicionamiento a las fuerzas del cuatripartito, del que forma parte Bildu, acerca de este tipo de actos.

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Lo cierto es que en estas últimas fechas Bildu se ha negado a condenar tanto el atentado de Hipercor como el secuestro de Ortega Lara, ése es por tanto el posicionamiento de Bildu. Tenemos un gobierno foral sustentado por una fuerza, consiguientemente dependiendo de ella, que no condena estos hechos, a lo que hay que añadir estas celebraciones hacia personas cuyo único mérito es haber ejercido la violencia en nombre del nacionalismo.

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Cuando se dice que se condenan todas las violencias o se reconocen y respetan todas las víctimas, es evidente que no es cierto. No se condenan todas las violencias cuando se recibe en la calle como si fueran celebridades a Iker Araguas, Iñaki Lerín y tantos otros presos excarcelados. No hay una coherencia entre el celo para retirar un símbolo remotamente franquista, un nombre o incluso exhumar una tumba, y la celebración de ongi etorris para las personas que han sido encarceladas por ejercer una violencia de corte nacionalista. No se está demostrando que se trate igual a todas las violencias.

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El caldo de cultivo de ultras como los de Alsasua

Aunque los violadores o los maltratadores también tienen familia, a nadie se le pasa por la cabeza que hubiera un ongi etorri a un pederasta, a un violador o a un maltratador. Esto es así porque existe un rechazo social contra la pederastia, la violación o el maltrato, pero en cambio no existe un rechazo social, sino un reconocimiento en algunos ámbitos, de la violencia nacionalista. Los ámbitos en los que se reconoce la violencia nacionalista son obviamente aquellos en los que brotan ultras como los de Alsasua. La agresión de Alsasua no nació un sábado en un bar a las tantas de la mañana, sino mucho antes y durante mucho más tiempo en este ámbito en el que quienes practican la violencia nacionalista son jaleados, aplaudidos, abrazados y besados como héroes, modelos y personajes dignos de reconocimiento. Quienes promueven estos ambientes no tienen legitimidad alguna para lamentarse después cuando los más tontos y más radicales que surgen de ese ambiente comenten un acto violento y son encarcelados por ello. Algunos se lamentan mucho cuando los detienen, pero antes les han arrojado en brazos de ese destino. El tontomatxaka que vuelve no es consciente ni de que fue un mero instrumento desechable en el pasado de los que le jaleaban, ni de que lo sigue siendo en el presente cuando le besan los que le azuzaron, sujetos más listos que él que todos los años que él ha estado en la cárcel ellos los han pasado bebiendo, riendo, fumando porros y adoctrinando en la herriko a nuevos palomos.

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Si el gobierno del cambio, las fuerzas del cuatripartito y sus terminales mediáticos se creyeran su propio discurso, tratarían estos ongi etorris igual que si fueran un acto de exaltación del franquismo. Con la diferencia de que del franquismo no quedan más que los libros de historia y algunos vestigios de piedra. Naturalmente los participantes en estos ongi etorris tienen que pensar que o ellos son unos hijos de puta o que viven rodeados por todas partes de franquistas, por lo que tienden a pensar esto último que es una alternativa mucho menos dura consigo mismos que la primera.

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