Raza
El nacionalismo vasco parte de un planteamiento racial. Es inútil tratar de disimularlo. Cualquier persona que haya leído a Sabino Arana sabe que su punto de partida no era el Reino de Navarra, ni las provincias vascongadas, y ni siquiera la lengua vasca:
“Nada importa, pues, la extinción de nuestra lengua; nada, el olvido de nuestra historia; nada, la pérdida de nuestras propias y santas instituciones y la imposición de las extrañas y liberales; nada, esta misma esclavitud política de nuestra Patria; nada, absolutamente nada, importa todo eso, en sí considerado, al lado del roce de nuestro pueblo con el español, que causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad”. Efectos de la invasión. Baserritarra. Bilbao, 11 de julio de 1897.
Frente a este tipo de planteamientos, no sólo se encuentra el hecho de que nadie podría establecer un criterio para marcar a unos habitantes de la CAV como de raza vasca frente al resto de habitantes o el resto de españoles, ni qué haría entonces con ellos, sino que el mero concepto de un estado racial hoy en día no genera adhesiones, sino franca repugnancia.
Lengua
A falta de una raza distinguible, y ante la caída del concepto de estado racial, la lengua se convirtió en el gran argumento sustitutivo. Aunque generador de menos rechazo, se trata de un planteamiento prácticamente igual de endeble. Por un lado no existe una población bilingüe, mucho menos una población sólo vascoparlante. Ha habido que crear a golpe de ingeniería social, gastando miles de millones de euros e imponiéndola en las escuelas mediante un proceso de inmersión, unas cepas de población bilingüe que, en la práctica, sigue pudiendo ser calificada como «agurparlante» y utilizando el español en su vida cotidiana. No sólo es que la creación vertical de una población bilingüe haya fracasado, sino que tampoco se entiende modernamente la existencia de un estado basado en la lengua. Carece de sentido que todos los blancos o todos los arios tengan que vivir en un estado. Pero también carece de sentido que todos los que hablan inglés, español o vascuence tengan que vivir en un estado. Es por ello que también se puede calificar como endeble este fundamento lingüístico del nacionalismo vasco.
Historia
Ni Euskadi ni Euskal Herria han existido jamás como reinos o estados históricos. Navarra sí fue un reino histórico, pero el reino de Navarra nada tiene que ver con el independentismo vasco. De tener algo que ver con algún independentismo, en todo caso habría que relacionarlo con un inexistente independentismo navarro. La agitación nacionalista en torno al aniversario de 1512 y en general en torno a la historia de Navarra carece por tanto de fundamento alguno. Navarra no es Euskadi, conserva perfectamente la consciencia de no haber sido nunca Euskadi, y mantiene su firme voluntad de no querer ser un mero “herrialde” de Euskadi. Lo más absurdo es que tampoco los habitantes de la CAV están reclamando convertirse en navarros. La prueba es que no es en los ayuntamientos ni en las fiestas de las localidades de la CAV donde los nacionalistas cuelgan banderas de Navarra, sino en Navarra donde los nacionalistas cuelgan banderas de la CAV. La respuesta al nacionalismo vasco de la abrumadora mayoría de los navarros es clara para quien quiera escucharla: no, gracias.
2 respuestas
Muy bueno lo de «agurparlantes» pero ruego al redactor que no sea tan cicatero con los autodenominados «euskaldunberris», algunos, no todos, además de «agur» también saben decir «zurito».
Eta zuk nola dakizu, ergel hori!