El PSOE, no digamos Yolanda Díaz, tiene un problema notable con la aprobación de la reforma de la reforma electoral, reforma que ya nadie llama derogación y algunos siquiera reforma, dejándola en una reformilla menor. En el Parlamento de Navarra, por ejemplo, el jueves pasado se visualizaba la precariedad de los apoyos del PSOE ya que sólo 14 diputados de 50 aprobaron la nueva reforma laboral. Esos 14 diputados eran únicamente los del PSOE e IE. Todos los demás se abstuvieron o votaron en contra.
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La postura de la derecha merece detenerse un momento en ella porque Navarra Suma quedó momentaneamente disuelta como coalición y cada uno de sus miembros optó por una opción diferente. El PP votó en contra, Ciudadanos se abstuvo y UPN no votó, lo que de alguna forma sería equiparable a una abstención. Geroa también se absutvo y Bildu votó en contra. Votarán a favor llegado el momento a cambio de los presos de ETA, pero de momento se han dado el gusto de votar en contra para sacarle los colores al gobierno. O para mostrar su debilidad y dependencia de Bildu.
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Como es lógico el PP votó en contra, aunque cualquiera sabe a veces lo que es lógico tratándose del PP. O sea, ¿cómo vas a votar a favor de empeorar TU reforma laboral? Por lo que respecta a UPN o el conjunto de Navarra Suma el dilema resulta más interesante y podríamos definirlo como la duda entre ser la querida, pero sólo la querida del PSN, o ser la esposa, pero la esposa cornuda.
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A nadie se le escapa que el PSOE-PSN necesita a la derecha, en el conjunto de España y en Navarra, para cualquier decisión sensata y de calado. Si se trata del AVE, del Canal de Navarra, o de la reforma laboral, entonces los socialistas necesitan a la derecha. Pues que pacten con la derecha. Sin embargo, los socialistas prefieren ser aupados por los extremistas al sillón presidencial a cambio de machacar la libertad educativa, reinventar la historia, liquefactar la sexualidad mediante las leyes de género, blanquear a Bildu, perseguir a los provida o generar un problema diario con ministros tipo Garzón. Pues que pacten con la izquierda. Los socialistas, sin embargo, pretenden pactar unas cosas con unos, otras con otros, y estar ellos en el asiento siempre. Pero eso no puede ser. O que pueda ser implica la citada metáfora de que los demás acepten ora ser la esposa cornuda, ora ser la querida pero nada más que la querida del PSOE.
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Salvo que todos los demás acepten vivir a la medida de los deseos, los caprichos y las necesidades de apareamiento de los socialistas con sus 11 diputados en Navarra y 125 en el Congreso, lo cierto es que normalmente uno en la vida tiene que decantarse, básicamente porque los demás exigen que lo hagamos para saber a qué atenerse con nosotros. Si el PSOE firma un programa de gobierno con unos, después no puede pretender el apoyo de los otros sin firmar con ellos un programa semejante. Si tienes una querida, plánchate tú la ropa y recoge a los niños del colegio. Si la esposa oficial sigue siendo la otra, esta noche también voy a tener dolor de cabeza. Para tener un harén político no basta con ser un caradura, hace falta entre los miembros del harén una baja autoestima. Obviamente, cuando la responsabilidad sólo es propia, no se puede desplazar a la esposa o a la querida las consecuencias de la situación que uno crea, de quererlo todo o de no querer elegir. Todo esto teniendo en cuenta que por imposición de la UE el PSOE no podría aprobar una reforma laboral más del gusto de la izquierda. O sea, que la alternativa a no apoyar gratis al PSOE no es una reforma laboral más extremista. Pero en fin, la derecha sabrá, ya sea la nacional o foral. Sin duda habrá quien considere muy machista e inapropiada esta comparación entre esposas y queridas, pero es sólo porque a estas alturas del texto no se ha dado cuenta de que no hablamos de seres humanos heterosexuales sino de elfas lesbianas, que como todo el mundo sabe tienen una idiosincracia muy peculiar que no osaremos juzgar.
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