El vicepresidente Remírez expresaba ayer su satisfacción por la recuperación de los ingresos fiscales de las arcas forales. Un gobierno que gasta es un gobierno popular. Las arcas llenas y las urnas llenas de votos es un poco lo mismo. O esto suelen pensar los políticos. Seguramente es que los ciudadanos premian el gasto público, da igual lo que cueste ese gasto. El hecho en todo caso es que la recaudación fiscal de este año es, lógicamente, mucho mayor que la del año pasado, pero también apreciablemente mayor que la del año anterior.
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📊Hacienda Foral @gob_na cierra julio con recaudación de 1.960,4 millones euros, un +43% frente mismo periodo del 2020 y del +9,09% respecto 2019, año previo a la pandemia.
👍Seguimos con buenos datos que reflejan crecimiento de actividad y empleo.https://t.co/pZzNSHlbZd pic.twitter.com/hbXZwZxvvk
— Javier Remírez (@javierremirez) August 23, 2021
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En el otro plato de la balanza, sin embargo, podría colocarse también esta otra noticia de la que se hacían eco ayer los medios navarros. La recuperación, pese a las restricciones, se va abriendo camino tras el confinamiento domiciliario y el fin del estado de alarma. No obstante, de las 17 comunidades autónomas Navarra va a ser una de las 3 que menos crezca, al menos según las proyecciones del último análisis de BBVA Research.
Navarra será la tercera comunidad con menor crecimiento en 2021, según BBVA Research https://t.co/NZkd5dehfH pic.twitter.com/rSDpV0ThKI
— Diario de Navarra (@DiariodeNavarra) August 23, 2021
Resulta demasiado tentador no sospechar la existencia de una relación entre una noticia y la otra. Tenemos un gobierno que por una parte se dedica a machacar fiscalmente a los navarros, y por tanto el consumo, y por otra a espantar a las empresas y los inversores con planteamientos radicales y extremistas, propios de los socios que componen la coalición de gobierno. ¿Cómo extrañarnos de que el crecimiento de la economía foral se pueda ver resentido?
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La pregunta en definitiva es cuánto podríamos estar recaudando si en vez de apostar por elevar los impuestos hubiéramos apostado por favorecer el crecimiento. Al final hasta el estado se puede llevar un trozo mayor de pastel si apuesta por el crecimiento del pastel más que por aumentar su porcentaje del pastel. De hecho la cuestión final es si la fiscalidad puede lastrar el crecimiento presente y el crecimiento a su vez lastrar más adelante la fiscalidad. Las proyecciones del BBVA no ayudan a descartar que, pese a las celebraciones de Remírez, ese sea el escenario al que nos vamos a encaminar.
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