Diario de Navarra publica hoy una noticia estremecedora: las ventas de coches nuevos en Navarra se han desplomado un 63,7% desde el año 2000. En el año 2000 se estrenaron 19,938 turismos frente a los 7.229 de 2021. Carlos Sagüés, presidente de la Asociación de Talleres de Reparación señala como causas la presión fiscal y el desgaste de la clase media.
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— Diario de Navarra (@DiariodeNavarra) January 14, 2022
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Lo cierto es que no puede resultar nada sorprendente que las ventas de coches nuevos se desplomen. Los navarros tenemos que pagar más impuestos en general, además ahora ha subido específicamente el impuesto de matriculación, adicionalmente la fiscalidad encarece los combustibles. Por supuesto los navarros tienen que hacer frente a la subida de la cesta de la compra y de la factura de la luz. ¿Con qué dinero sobrante se van a comprar un coche nuevo? Podría añadirse que las constantes revisiones de la normativa de emisiones también encarece el precio de la producción de los coches. O que los coches eléctrico tienen precios prohibitivos para la mayoría de los trabajadores. ¿Cómo no van a caer las ventas de coches?
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Estamos muy contentos pensando que a lo mejor Landaben se salva de la quema si Volkswagen trae la producción de coches eléctricos a Navarra, ¿pero cuántos coches eléctricos se van a vender en estas condiciones en el futuro?
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Uno de los problemas esenciales del automóvil es que los gobiernos de progreso odian los automóviles, de hecho además de encarecer salvajemente su fiscalidad les imponen constantes y crecientes restricciones. No hablemos además de los peajes. Si cada una de las decisiones que toma el gobierno sobre los automóviles no hace sino reflejar el odio del gobierno a los automóviles, ¿cómo no va a tener problemas el sector del automóvil? La izquierda va convirtiendo el automóvil en un privilegio para una élite, inaccesible para la gente.
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Podría pensarse que el odio de la izquierda a los automóviles es un asunto relacionado con la ecología, pero se trata más bien de una cuestión de principios. La izquierda odia el automóvil como concepto. Odia que la gente tenga un automóvil en propiedad, o que elija el automóvil para desplazarse en lugar de los transportes públicos y colectivos. Al gobierno no le gusta que la gente vaya en su propio vehículo, decorado y personalizado a su gusto, por el camino que escoja, a la velocidad legal que le parezca, a la temperatura que le apetezca, oyendo la música o la emisora que quiera, en vez de en un transporte colectivo, público, conducido por un funcionario, siguiendo la ruta de una línea decidida y trazada por la administración desde una sede burocrática.
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El asunto tiene más implicaciones de las que parece, incluyendo las de la España vaciada. ¿Cómo va a llenar la izquierda la España vaciada? ¿Poniendo una estación de AVE en cada pueblo de 25 habitantes? ¿Cómo te cargas el automóvil y salvas a la España vaciada?
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Por supuesto lo único que se le va a ocurrir a la izquierda conforme avance el problema será subvencionar el uso del automóvil eléctrico, para lo que tendrá que subir los impuestos en general o sobre la electricidad, los peajes, los aparcamientos, los seguros y el mundo del automóvil y el transporte en general, lo que encarecerá los precios, dejará menos dinero disponible a los ciudadanos para comprar coches, y ya tenemos montado el círculo vicioso izquierdista, la pescadilla que se muerde la cola, y otra vez el regreso a la casilla de salida o al inicio de este artículo para volver a empezar.
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Un comentario
No solo la izquierda odia y actúa contra el automóvil, en Pamplona tenemos al urbanista Maya sembrando la ciudad de embudos contra el automóvil y creando impedimentos de todo tipo a la circulación de vehículos de cuatro ruedas. Si los Bildu-Esporrines no dicen ni mú por algo será. ¡Qué decepción, Sr. Maya!