“Mola podía haberse hecho adicto de la República y servirla si no hubiese sido la vícitma de ridículas persecuciones”

Analizar lo sucedido en 1936 es una cuestión sumamente sensible que inmediatamente genera polémica, especialmente en cuanto se sale de cierto guión cada vez más reciente, más falso, más selectivo y más radical. Por ello no puede resultar indiferente el relato de lo sucedido escrito en un libro por una osada diputada española de la que más adelante hablaremos. Esta es, por ejemplo, la descripción que hace de la situación política y convivencial en España justo antes del estallido de la Guerra Civil.

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Sin hablar de la grave situación creada en Madrid por las huelgas ya mencionadas, el gobierno se mostraba cada día menos capaz de mantener el orden público. En el campo se multiplicaron los ataques de elementos revolucionarios contra la derecha, los agrarios y los radicales, y en general, contra toda la patronal.

Se ocuparon tierras, se propinaron palizas a los enemigos, se atacó a todos los adversarios, tildándolos de «fascistas». Iglesias y edificios públicos eran incendiados, en las carreteras del Sur eran detenidos los coches, como en los tiempos del bandolerismo, y se exigía de los ocupantes una contribución en beneficio del Socorro Rojo Internacional.

Con pueriles pretextos se organizaron matanzas de personas pertenecientes a la derecha. Así, el 5 de mayo se hizo correr el rumor de que señoras católicas y sacerdotes hacían morir niños distribuyéndoles caramelos envenenados. Un ataque de locura colectiva se apoderó de los barrios populares y se incendiaron iglesias, se mataron sacerdotes y hasta vendedoras de caramelos en las calles. En el barrio de Cuatro Caminos fue horriblemente asesinada una joven francesa profesora de una escuela.

Estos hechos fueron denunciados en el Parlamento, y he aquí la lista de actos violentos, tal y como se imprimió en el Diario de Sesiones sin que el Gobierno los negara:

Hechos acaecidos en plena paz y bajo el ojo indiferente de la policía, entre el 16 de febrero y el 7 de mayo de 1936, es decir, a los tres meses de gobierno del Frente Popular:

—Saqueo de establecimientos públicos o privados, domicilios particulares o iglesias: 178.
—Incendios de monumentos públicos, establecimientos públicos o privados e iglesias: 178.
—Atentados diversos contra personas de los cuales 74 seguidos de muerte: 712.

He aquí la situación en la que se encontraba España tres meses después del triunfo del Frente Popular.

¿Por qué el gobierno republicano nacido de la alianza electoral se abstuvo de tomar medidas contra aquellos actos ilegales de los extremistas? No suponía más que un problema de orden público acabar con todos los excesos contrarios a su propia ideología y métodos.

Si el gobierno se mantuvo pasivo es porque no podía tomar medidas sin dislocar el Frente Popular.

En cuanto a los partidos de derecha, un exceso de prudencia les llevó a silenciar a sus propios diputados. Sin embargo el Sr. Calvo Sotelo denunció esos hechos ante las Cortes en un famoso discurso. Aquel acto le costaría la vida.

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¿Fascismo contra democracia?

La diputada a la que nos estamos refiriendo se atreve a cuestionarse en su libro si la Guerra del 36 fue realmente un conflicto entre el fascismo y la democracia. El interrogante «¿Fascismo contra democracia?» es precisamente el título de uno de sus capítulos. Y he aquí lo que la autora concluye al respecto en ese capítulo:

Según las afirmaciones gubernamentales, la sublevación militar estaba prevista para el mes de octubre de 1936. El asesinato del Sr. Calvo Sotelo la precipitó. ¿Acaso se creyó en el crimen de Estado y, en consecuencia, en el desencadenamiento de persecuciones por parte de las autoridades públicas?

Los simpatizantes de la sublevación han pretendido que el alzamiento no hacía sino adelantarse a la revolución social-comunista que debía desencadenarse en el mes de agosto. Lo cual parece sin embargo poco probable. Los extremistas no tenían motivos para rebelarse contra un gobierno que todos los días abandonaba un poco de su débil poder entre sus manos. Incluso se encaminaban rápidamente hacia la conquista total del poder y las facilidades que el Sr. Azaña concedía a esos elementos extremistas (sin embargo opuestos a sus propias opiniones, según él antimarxistas), les habría facilitado la introducción pacífica de la dictadura del proletariado. Si ese era el acontecimiento al que los sublevados querían adelantarse, su preocupación no carecía de fundamento y esa idea de «adelantarse» a la revolución comunista se hace más clara.

Lo cierto es que el 17 de julio, cinco días después del asesinato de Calvo Sotelo, estalló la sublevación.

Su extensión debiera haber hecho reflexionar al gobierno. España, patria de los pronunciamientos, es decir de las sublevaciones militares en favor de una idea o de un personaje, no había conocido hasta entonces un alzamiento tan extendido, tan general, tan completo. A las antiguas y numerosas conspiraciones militares que habían estallado sin éxito contra la dictadura y contra la monarquía desde 1923, les seguía una sublevación prácticamente total del ejército.

Otras veces, por ejemplo en 1930, la sublevación se había mostrado más heroica y más extendida en la teoría que en la práctica y de las numerosas guarniciones comprometidas todas salvo una habían permanecido acuarteladas con distintos pretextos. Esta vez, más de veinte provincias se alzaron y, además, la sublevación comprendía el ejército del Protectorado Marroquí, el único ejército preparado para la guerra, junto a los temibles refuerzos de la Legión extranjera y de los regulares marroquíes.

¿Cuáles eran la ideología y el objetivo de los insurrectos? El alzamiento ha sido calificado desde el principio como «fascista». Conviene sin embargo no dejarse embaucar por falsas ideas que simplifican en exceso tan compleja cuestión. Además, el gobierno republicano, a través del órgano de su intérprete cualificado, el Sr. Indalecio Prieto, creyó ser su deber —sin duda por buenos motivos— el borrar esa idea simplista del espíritu del público tanto fuera como dentro de España. En el tercero de sus discursos, pronunciado en la radio y radiodifundido más tarde en varios idiomas —discurso reproducido en el artículo de fondo del diario de Madrid Informaciones—, Prieto habló del «movimiento insurreccional extenso y complejo cuyos objetivos y alcance nos son totalmente desconocidos». Por tanto se ha confesado oficialmente que no se atribuía un objetivo absoluta o totalmente fascista al movimiento iniciado. También desde el otro bando niegan, no sin motivo, a los elementos gubernamentales la condición de representantes puros y auténticos de la democracia.

Añadamos que los insurrectos mostraron al principio muy poca unidad. Así, las emisiones radiofónicas de las diversas capitales sublevadas terminaban con himnos distintos: mientras que en Burgos se tocaba el himno fascista, en Sevilla se interpretaba el himno de Riego (himno nacional republicano) y en otras se tocaban simples marchas militares. Sólo al cabo de tres semanas dejó de oírse el himno de Riego sin que, por otro lado, se interpretara en todas partes el himno fascista. Lo mismo ocurrió con la bandera: en todas las provincias sublevadas siguió enarbolándose la bandera tricolor de la República. Sólo tras el 15 de agosto —un mes después del alzamiento— la bandera fue sustituida por la antigua bandera española, sobre la que se conservó el escudo republicano en lugar del escudo monárquico.

¿Fascismo contra democracia? No, la cuestión no es tan sencilla. Ni el fascismo puro ni la democracia pura alientan a los dos adversarios.

Si quien hubiera escrito un libro con afirmaciones como estas fuera una diputada española actual, no digamos por ejemplo del PP, correrían ríos de tinta llamándola fascista, nazi y cunetera, y sobre ella caerían acusaciones como la de hacer apología del franquismo y del genocidio. Se reclamaría su dimisión de inmediato.

Sin embargo, la autora de este libro no es una diputada del PP, ni siquiera es una diputada actual. El libro del que están extraídas estas citas se titula “La revolución española vista por una republicana” y fue escrito en 1937, en París, en el exilio. De hecho, la autora moriría en Suiza en 1972, todavía exiliada. Hablamos nada menos que de Clara Campoamor, la diputada republicana y feminista gracias a cuya labor se aprobó el voto femenino en España. Un voto que, por cierto, se aprobó gracias a los votos de la derecha y con la oposición de la izquierda más radical, incluyendo una parte importante del partido socialista, pero esa es otra historia, por cierto también bastante escondida. La paradoja es que el análisis que Clara Campoamor hacía de la guerra y los bandos enfrentados haría que los ninis del siglo XXI la tildaran de fascista. No por todo lo que saben sobre lo que pasó, sino por todo lo que ignoran al respecto. Y así los quieren algunos políticos.

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5 respuestas

  1. Si alguno quiere Memoria Histérica, toma dos razones de Memoria Histórica de la Buena.

    Y es que la Historia es la que es por más que quieran falsificar la un millar de veces.
    Por cierto, es difícil que sea un levantamiento fascista cuando los falangistas eran el grupo más minúsculo del congreso, y hasta la guerra, una fuerza sin apoyos populares. Las fuerzas de la oposición eran monárquica una, carlista otra, y la más fuerte era la.conservadora y REPUBLICANA C.E.D.A.

  2. Fue una gran desgracia que Franco tomara el poder pero nunca sabremos que habría pasado en 1945 una vez terminada la Segunda Guerra Mundial su no hubiera cogido el control como lo cogió en Burgos en el 36. Tuvieron que ser unos tiempos muy duros como en cualquier dictadura donde el mayor problema no es al falta de libertad individual sino que los tontos gobiernan

  3. En el asunto del desenterramiento de Mola alguien calla debiendo hablar: Se trata del Obispo de Pamplona.Algo raro pasa… ¿Tiene algo que ver con el asunto de la ofrenda infantil y su súbita resolución, con emplume del muerto al pobre Santos Villanueva? El mismo obispo que azuzó a unos abogados para intentar encarcelar a un enfermo mental calla ahora cuando le pisotean los derechos de uso de la cripta. Raro, raro, raro… que decia papuchi…

  4. Pues ya se sabe Mola de monárquico un tanto frío y de gran tibieza . Pese a ello fue Director General de Seguridad en el Gobierno Berenguer, general que fue su superior en Regulares.
    La República, mejor el Comité Revolucionario( Gobierno provisional clandestino)tenia una inquina feroz contra Mola . Éste que era un militar trabajador e inteligente conocía todos sus movimientos , conspiraciones etc incluso el levantamiento armado que luego resultó ineficaz y absurdo protagonizado por los capitanes Galán y Hernández . El General Mola le había hecho llegar una carta rogándole y previniéndole que no se sublevara al anarquizante capitán Fermín Galán. Igualmente metió en prisiones militares a Ramón Franco , quien se fugó . Por unas octavillas que se tiraron a raíz de la fuga que hablaban de” malnacidos” , el general Franco salió en defensa de lo que estimó un ataque a su familia , protesta al ministro y ante Mola.
    Lo siguiente fue que el gobierno provisional de la Republica lo encarceló, aunque luego se sobreseyó el expediente, pero lo expulsó del ejército , lo dejó supongo con escaso sueldo , y rompiéndole su trayectoria militar etc etc. Aunque el gobierno salido de las urnas en 1933 lo amnistió . Para estar contento con la Republica, pese a ello a la que también sirvió contra los golpistas de Asturias y resto de España , no obstante le quedó un resentimiento que posiblemente personalizó en Azaña. No obstante lo que el previó conforme a su escrito de 5 de junio de 1936 era un directorio militar , es decir una dictadura militar , y mantener la forma de estado republicano así como la bandera de la 2ª República. Otra cosa que cuando los requetés navarros salieron con la bandera nacional , es decir la roja y gualda, a la vista de la respuesta de miles de voluntarios del tradicionalismo terminó diciendo “ Hágase la voluntad de Navarra”.
    Lo de la Dª Clara Campoamor no es de extrañar, creadora de la Unión Republicana Femenina , en definitiva lo que se publica viene a coincidir en alguna parte con los datos y situación que describian en sus discursos los diputados de la derecha durante 1936..
    Dª Clara refiere lo de que en Burgos ya en guerra se tocaba el himno fascista , que no dejo de preguntarme a cuál s e refiere. No debe ser la Marcha Real que es del siglo XVIII.
    Tanto ella como Dª Victoria Kent, republicanas, la última primera mujer abogada que participó en un juicio en su caso por homicidio y que estaba si embargo en contra del voto femenino, salieron de España, Doña Clara al comenzar la guerra civil, Dª Victoria mas tarde . Dª Clara no volvió al morir antes de que Franco falleciera. Si volvió de visita Victoria Kent , cuyo apellido originario del primer irlandés de su familia que llego a España era O`Kean , que se mantiene por familia sevillana descendientes de un hermano de Dª Victoria que lo recobró en su grafia primera.
    No importa, que se amontonen los argumentos , están en cambiar la historia, sustituirla por su especial versión y terminarán si pueden acabar con el Monumento.

  5. Donde dice «la última primera mujer abogada » DEBE decir
    la última de las citadas fue la primera mujer abogada «.
    Que Mola pensaba que el alzamiento militar debía ser republicano es que cuando el principe Juan de Borbón apareció en Burgos tras entrar por Dancharinea el 1 de agosto de 1936 queriendo alistarse como Juan López , lo puso en la frontera con escolta de Guardia civiles y avisando que lo sería por las buenas o por las malas .
    Por cierto sería tambien muy interesante que se conociera lo que dijo Alcalá Zamora al periódico Le Journal de Geneve sobre como de forma poco legal se obtuvieron actas por el Frente Popular. y su actuacion tomando la calle el mismo dia o noche mas bien del 16 al 17 de febrero de 1936.Luego hablan de gobierno legitimo.

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