El inicio del curso político suele resultar siempre notoriamente aburrido: todos van a ganar, todos van a seguir en el gobierno, todos van a llegar al gobierno, todos van a liderar el gobierno. Y si no vas a liderar el gobierno, vas a ser una pieza imprescindible y determinante para la acción de gobierno. Este año, no obstante, tenemos el aliciente de que en mayo el cuatripartito tendrá que ver si el electorado aprueba o suspende su gestión y todo el mundo en general atender a cómo quedan repartidos los escaños y qué mayorías se pueden articular.
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María Chivite, sin embargo, ha añadido algo de pimienta al inicio de curso reiterando las dos exclusiones del PSN de cara a buscar acuerdos: PPN y Bildu. No es una novedad, ya lo dijo en marzo, pero lo ha reiterado. Tampoco es que Chivite lo tenga todo atado, si excluyendo a Bildu no salen la cifras por la izquierda y excluyendo al PPN no salen por la derecha. La novedad, el misil acaso, es que allá por marzo se daba por hecho que el PPN tendría alguna representación parlamentaria. Una encuesta de Gizaker para la ETB en junio, sin embargo, auguraba la entrada al Parlamento foral de Ciudadanos y la salida del PPN. Voluntaria o involuntariamente, Chivite está mandando un mensaje al electorado de centro derecha: voten a Ciudadanos. El problema para muchos votantes del centro derecha es determinar cuál es el voto útil, el maldito voto útil, ¿PP o Ciudadanos? En las elecciones de 2015, no sólo es que el voto útil fue el PP, sino que los casi 10.000 votos de Ciudadanos, que no consiguieron representación, le dieron la victoria al cuatripartito con menos voto popular que las fuerzas que ahora conforman la oposición. Sin embargo, ahora el PPN se puede enfrentar a un cambio de tornas, ya que por un lado las encuestas cuestionan si será el PPN o Ciudadanos el que se puede quedar fuera, pero además el PSN, que en 2019 puede tener la llave, no veta a Ciudadanos sino al PPN. Desde este punto de vista, de cara a articular una mayoría alternativa, podría pensarse que es más útil el voto a Ciudadanos que al PPN. También podría darse el drama para el centro derecha de que Ciudadanos no obtuviera representación y el PPN sí pero fuera vetado por el PSN, lo que nos lleva al siguiente punto.
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Ana Beltrán aprovechó por su parte el inicio de curso para reiterar la propuesta de una alianza entre UPN, PPN y Ciudadanos. Desde luego esta alianza, que podría añadir más organizaciones civiles si de sumar se tratara, tendría la virtud de asegurar que no se pierden los votos que no alcanzan el mínimo del 3% para conseguir un diputado, pero además podría añadir alguna otra cualidad interesante. Constituir una plataforma blanca, tipo Nafarroa Bai en su día, o hasta Geroa Bai, serviría además para diluir los vetos e incluso para dinamizar la elección de un candidato a la presidencia. Realpolitik, posibilismo, dilución de los principios, elijan ustedes mismos el término. Y la alternativa, por supuesto.
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En este sentido, cabe pensar lo flexible que es la izquierda o el nacionalismo con sus siglas, comparado con lo firmes que son en la defensa de sus objetivos, incluso si esa flexibilidad con las siglas no favorece la consecución de sus objetivos. A la derecha le pasa un poco lo contrario, que es muy firme en la defensa de sus siglas y no tanto en la de sus principios. Por pasar, a la derecha le pasa que hasta cuando está en el poder no sabe muy bien qué hacer con él. Desde luego no todo vale para llegar al gobierno, pero merece la pena pensar en cualquier cosa que lamentemos no haber pensado en junio.
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