El calentamiento global no es un artículo de fe, así que no lo tomaremos como tal ni para bien ni para mal. De lo que estamos bastante seguros es de que el calentamiento global es algo que muchos han convertido en un pretexto para ganar dinero y otros para imponer su agenda política. La lucha contra el calentamiento global lo justifica todo y evita preguntas porque no se tolera que se pueda cuestionar. Si no quieres tener que dar explicaciones sobre algo, sea un negocio o una restricción a la libertad, mételo debajo del paraguas del calentamiento global. Esto no obstante no significa que el calentamiento global no pueda ser real. Una cosa es que pueda ser real, y otra que la clase dirigente esté aprovechando la lucha contra el calentamiento global para imponer objetivos político bastardos y negocios que nada o poco tienen que ver con el clima. ¿Pero se calienta anormalmente el planeta? ¿Lo hace por culpa del ser humano? ¿Puede tener ese calentamiento consecuencias apocalípticas? ¿Puede ocurrir que lo que tenga consecuencias ruinosas y apocalípticas sea la agenda que se está imponiendo en nombre de la lucha contra el cambio climático? ¿Sería posible otro camino (el nuclear sin ir más lejos) para luchar contra el cambio climático? Nos hacemos todas estas preguntas y observamos los datos con los ojos abiertos.
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Así las cosas, hace unos días se ha divulgado el dato de que la extensión de la banquisa de hielo en la Antártida, tras flojear por primera vez el año pasado de una forma pronunciada, había vuelto a sus habituales niveles históricos. Esto efectivamente era así hace unas semanas, pero en los últimos días el deshielo se ha pronunciado y la extensión ha vuelto a caer de forma bastante abrupta por debajo de los niveles históricos, que por otro lado no son tan históricos porque, como los datos de temperatura, la humanidad no dispone de mediciones completas, precisas y homologables sobre toda la superficie del planeta hasta la época de los satélites.
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En el Polo Norte, las cosas tampoco marchan del todo bien, en la línea de los años anteriores. Tampoco parece que mucho peor. A fin de cuentas no es fácil determinar si cambia anormalmente algo normalmente cambiante. Trabajar con lo que no es cambiante resultaría mucho más fácil. El clima por lo demás es una realidad extremadamente compleja, por lo que ni siquiera están claros los efectos que en los últimos años podrían estar teniendo invitados imprevistos como el volcán Hunga Tonga.
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Por contra, lo que sí está batiendo niveles históricos desde que hay registros fiables (o sea las últimas décadas) es la superficie nevada del hemisferio norte. Contra lo que pueda parecer en España, en los EEUU, Rusia y la Europa noroccidental la superficie nevada supera los máximos nunca registrados ofreciendo uno de esos datos que no será de los que llegue a las portadas de los telediarios, porque choca con el discurso climático alarmista. Lo que pasa es que cualquier teoría parece buena ocultando los datos que la pueden poner en cuestión. Así las cosas se trata de intentar verlo todo sin prejuicios para tener la imagen más fidedigna posible de la realidad, al margen de esa otra realidad que es el permanente intento de amordazar, ordenar y expoliar.