El traje que lució ayer en el Parlamento la diputada foral de I-E Marisa de Simón (a la izquierda en la imagen) no pasó desapercibido. Las redes sociales pronto empezaron a divulgar la foto de la diputada de extrema izquierda junto a la del vestido, valorado en 490 euros en el catálogo de Carolina Herrera, 410 según nuestra propia búsqueda.
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El debate una vez más es si un comunista no se puede comprar el traje, la casa o el teléfono que quiera. Una vez más la respuesta es que no. Y es que, a diferencia de un capitalista, el comunista cree que para que uno se enriquezca otro se tiene que empobrecer. Es por eso que los comunistas consideran ilegítima la riqueza y pregonan su confiscación y reparto equitativo en un mundo igualitario sin clases. El traje de Marisa de Simón cuesta como el salario anual de 16 cubanos, por ejemplo. Con lo que cuesta el traje de Marisa de Simón, comerían 300 niños en Burkina Faso. Es más, de creer las premisas del comunismo hay 300 niños en Burkina Faso sin comer porque Marisa de Simón se ha comprado un vestido. Obviamente nadie tiene porqué sostener semejante disparate, salvo que sea comunista. De hecho un capitalista cree que consumiendo genera más riqueza. Porque si el comunismo consiste en que uno con su dinero pueda hacer lo que quiera y gastárselo en vestidos que cuestan como dar de comer a 300 niños, ¿dónde está la diferencia con el capitalismo? ¿O dónde está el límite? ¿En los trajes de 750 euros?
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Cuando uno sostiene un discurso basado en la radical injusticia de la sociedad en la que vive, en la opresión de “los de arriba” y el desvalimiento de “los de abajo”, y se erige en representante de “los de abajo”, no puede comprarse una casa con jardín y piscina en la urbanización donde viven los de arriba, ni vestir los trajes de 410 euros que llevan “los de arriba”, porque o se pone a sí mismo en la lista de los que hay que expoliar y guillotinar o se convierte en un farsante.
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Podría ser que el traje de Marisa de Simón fuera una falsificación del top manta y que su iPhone fuera también una copia china de Aliexpress, aunque algo nos hace sospechar que no es el caso. Si así fuera, no obstante, seguiríamos teniendo el mismo problema con el discurso. Marisa de Simón seguiría siendo igual de incoherente sólo que todavía sería un poco más patética vistiendo como una rica impostada.
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Obviamente si a Marisa de Simón le gusta llevar vestidos de Carolina Herrera tiene una opción, que es cambiar de discurso y de partido. La gente cambia. La gente evoluciona. Es comprensible. No hay nada más lógico que abandonar el comunismo. Pero no vale cambiar de vida sin cambiar de discurso, porque eso es un timo.
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Un comentario
Conocen comunistas pobres? Vaya cara ! De cemento