A lo tonto a lo tonto, en año y medio como tarde, nos encontraremos con unas elecciones forales. La semana pasada, Navarra Televisión entrevistaba a la líder socialista, María Chivite, la cual tuvo que hacer frente a una batería de preguntas sobre el escenario de gobierno que podría abrirse tras ese momento. Obviamente los resultados que se produzcan pertenecen al campo de la futurología pero resultó interesante el posicionamiento de Chivite.
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La líder socialista descartó la posibilidad de que se pudiera producir una mayoría absoluta, lo que por una parte relativiza la importancia de ser el partido más votado, si recaba menos apoyo que rechazo, y aboca a quien aspire a pilotar el gobierno a una política de pactos.
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En este sentido, viniendo a dar por el hecho que el PSN no será la fuerza más votada, Chivite reclamó no obstante la posibilidad de que el PSN obtuviera la presidencia como la fuerza que podría sumar más apoyos. En este sentido, por un lado, apuntó como un error del pasado el haber apoyado a un gobierno de derechas, pero por otro no descartó ningún posible apoyo. De hecho rechazó la política de bloques, que por otro lado puede ser incompatible con la aritmética parlamentaria si no puede haber una mayoría de sólo nacionalistas, sólo partidos de izquierda o sólo partidos de derecha, y por otra parte apuntó que los acuerdos no se basarían tanto en el quién como en el qué. Lo fundamental no serían las siglas sino los contenidos. María Chivite no le cerró ninguna puerta a nadie, pero con esto tampoco se cerró ninguna puerta a sí misma. Eso sí, vino a sugerir que la única manera de gobernar con UPN, PPN o Ciudadanos sería bajo la fórmula de que el PSN tuviera la presidencia.
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Por lo demás, si hasta ahora una de las dudas era si el cuatripartito, a falta de suficientes escaños, en 2019 podría convertirse en pentapartito recabando el apoyo del PSN, el hecho es que ahora podríamos tener un pentapartito incluso antes de las elecciones, por la escisión de Podemos.