Los toreros muertos y los derechos de los animales

Otra de las polémicas de este verano ha sido el debate sobre lo sucedido en las redes sociales al morir después de una cogida el torero Víctor Barrio. El interés de esta polémica se centra en la profusión de personas para las que, por lo visto, la vida de un animal es tan valiosa como la de un ser humano, al punto de llegar a insultar al torero muerto o alegrarse por su fallecimiento. Es probable que esta percepción pueda inscribirse en otra más amplia en virtud de la cual también se encuentran en auge los partidos animalistas o el vegetarianismo. Huelga decir que maltratar a un animal gratuitamente resulta reprobable por cruel e inhumano.

No se puede aceptar, sin embargo, que la vida de un animal valga como la de un ser humano. Si en un avión que va a estrellarse hay cuatro paracaídas por un lado y cuatro pasajeros y un cerdo por otro, resultaría absurdo quitar un paracaídas a una persona para dárselo al cerdo.

Entre las noticias de este verano relacionadas con este debate también podría citarse una iniciativa surgida en Italia con respecto a padres veganos que imponen una dieta vegetariana estricta para sus hijos. La iniciativa surge como consecuencia de la atención hospitalaria requerida por varios niños, incluido el caso de uno de dos años que pasó varios días en cuidados intensivos en un hospital pediátrico en Génova, donde fue tratado por un déficit vitamínico. Naturalmente esto no significa que los padres no sepan con carácter general atender a sus hijos o que el estado tenga que sustituir a los padres por un caso entre miles. Ahora bien, en ese caso entre miles lógicamente el estado tiene que intervenir.

En realidad, resulta muy difícil que alguien pueda pregonar el respeto absoluto a todos los seres vivos sin quedar encerrado en un círculo de contradicción. ¿Qué hace un animalista estricto cuando hay un mosquito en su dormitorio o la cucarachas infestan su cocina? ¿Las aparta del plato y sigue comiendo su lechuga? ¿O el carácter de animal con derechos lo reservamos sólo para los animales que pueden llevar un lazo o aparecer en un anuncio de toallas? Obviamente eso sería puro subjetivismo, por no decir discriminación racial.

La naturaleza no es el lugar que pretenden algunos amantes de la naturaleza como prueba la paradoja natural del oso hormiguero: o salvas al oso o salvas a las hormigas. Lo natural no es lamer un boniato para evitar comer un pollo. La naturaleza es una picadora gigante de seres vivos, como habrá comprobado cualquiera que haya visto en la tele documentales sobre animales. Evitar alimentarse de seres vivos en nombre del amor a la naturaleza es lo más insólito, contradictorio y sobre todo antinatural que pueda pensarse. Pensar en derechos, por otro lado, es algo que sólo pueden hacer los seres humanos. El derecho se basa en que se puede hacer o no hacer algo, el derecho es imposible sin libertad, y la libertad es algo o que negamos, y con ello el derecho, o que caracteriza a los seres humanos, elevándolos por encima de los animales, incluso por encima del resto de la creación conocida, aunque no nos guste presumir. Esa misma facultad también nos hace a veces particularmente viles frente al comportamiento de los animales, justo también es decirlo. Propiamente, un animal no es capaz de actuar con maldad.

Un problema gordo, de todos modos, el que tiene un animalista estricto para viajar a Benidorm en su coche consiguiendo llegar a destino sin que ni una mosca impacte en el parabrisas. Si la vida de una mosca vale como la de un ser humano el conductor medio español es el equivalente moral de Adolfo Hitler y el parabrisas de su coche el del campo de extermino de Auschwitz.

Seguramente hay quien pensará que todas estas reflexiones resultan un tanto exageradas, pero ha y monjes tibetanos que llevan una  mascarilla para evitar tragar sin querer un mosquito. Un monje budista fue detenido en el Reino Unido tras pinchar 190 neumáticos, furioso por haber matado accidentalmente un insecto. Mucho más cerca tenemos en España partidos que se han presentado a las elecciones, y cosechado un número apreciable de votos, con propuestas como crear una red sanitaria pública para los animales, paralela a la sanidad pública para las personas. Es decir, que habiendo por definición escasez para la atención sanitaria de las personas, hay quien está dispuesto a dedicar recursos a las mascotas. Se entiende que a las mascotas que nos caen bien, porque somos así de discriminatorios, no a las hormigas ni a las zarigüeyas.

De hecho, aunque se puede entender que alguien dedique su dinero privado a llevar al veterinario a su mascota, lo cierto es que incluso quien lo hace así elige dedicar un dinero a curar a un perrito en vez de dedicarlo a curar a un niño del Tercer Mundo.

No, en realidad no se trata de llamar asesino a quien lleva a su gato al veterinario, sino de no llamar tampoco asesino a un amante de los asadores o al trabajador de un matadero de pollos, porque si subimos lo bastante el listón asesinos seríamos todos.

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2 respuestas

  1. La estupidez humana es infinita, y aquí está la izquierda para demostrarlo.
    Aunque más que nada es por el afán de la izquierda de inmiscuirse en lo que hace la gente, sus ganas de controlarlo todo obsesivamente, y el afán de gastar a lo loco…siendo ellos los que tengan la billetera por el mango.
    No se pierdan el próximo capítulo, tras #Comocomercomounprogre llega #Defecacomounantifascista.
    No se rían que lo verán, algo inventarán para sacarnos los cuartos, sacarnos de quicio y seguir mamando del presupuesto, son muy imaginativos para ello.

  2. Añado que una de las actividades que más animales salva es la tauromaquia, si no es la que más. La garza,la garceta, la marta o las cigüeñas entre cientos de especies más encuentran un refugio seguro para alimentarse, beber o anidar en las dehesas de ganado bravo, ya que allí no se caza y son espacios con plantas, árboles y balsas;preciosas todo el año. Si triunfasen los animalistas, además eliminar del campo el toro de lidia, el escosistema de dehesas sufriría un golpe atroz siendo estas bien roturadas para cultivos o cementadas para urbanizaciones. Y abundando en la incoherencia de los antitaurinos, hace unos meses atacaron con cócteles molotov la plaza de Acho. Para ellos que fuera un monumento nacional del Perú y sus siglos ya sé que no vale nada. Pero los 16 toros y la docena de caballos que había en su interior, tampoco, ya que casi consiguen abrasarlos vivos.Se salvaron gracias a la arriesgada actuación de varios taurinos.Por otra parte,la agresividad que está tomando esa gentuza, apostandose en las inmediaciones de las plazas para insultar gravemente a los aficionados sin que la policía los aleje acabará en algún enfrentamiento serio y entonces el Menticias,NTB y Tele5 incrementaran su campaña para el fin el arte del toreo.No es una coincidencia que los únicos sitios donde el arte el toreo es perseguido es allí donde gobierna la extrema izquierda con el separatismo, con laguna complicidades por cobardía del PP y Ciudadanos.Y sí,tienen razón,no se puede decir que un conductor es tan genocida con Stalin o Pol Pot, ni es lo mismo erradicar un hormiguero como arrasar Dresde,Hamburgo,Rouen,Roma, Hirosima o Nagasaki,por citar solo un micro muestra de civiles espachurrados por los norteamericanos.

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