Más allá de las obligadas bromas de rigor, conviene recordar que el 28 de diciembre, festividad de los Santos Inocentes, conmemora la matanza de Herodes de todos los niños nacidos en Belén, ya que al no saber exactamente en qué lugar de Belén estaba o quién era Jesús, el tiranuelo infanticida decidió matar a todos los niños para asegurarse de que acababa también con Jesús, de quien temía por las profecías que pudiera ser un líder que en el futuro le arrebatara el poder. Puesto que se conmemora el asesinato de todos aquellos niños inocentes, hoy es también un día óptimo para recordar asimismo a todos los niños en el mundo que mueren víctimas del aborto, el herodismo institucionalizado de curso legal. También ellos son niños inocentes a los que, por indeseados, se les aniquila como a aquellos otros sin ningún tipo de escrúpulo moral.
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Dicho esto, hablar de los inocentes obliga como se ve a hablar del reverso de la inocencia, de la culpabilidad y de la maldad. Entre los pobladores del reverso tenebroso de la inocencia habitan por ejemplo los asesinos de la banda terrorista ETA, a los que se nos dijo que se iba a dejar de homenajear, sólo que no es así. De ello se han producido pruebas recientes incluido un ongi etorri el día 23 en Pamplona, con pancartas, bengalas, petardos, pasillos de honor, besos, abrazos y flores.
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ONGI ETORRI al etarra Ignacio Martín Echeverría ayer en la calle Jarauta, en Pamplona⬇
Las palabras del EPPK son papel mojado en la primera oportunidad que han tenido para convertirlas en hechos.
Flores, bengalas y pasillo de honor para un terrorista asesino de seis personas. pic.twitter.com/ta5NI0m3RJ
— COVITE (@CovitePV) December 24, 2021
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Que como contrapunto a la inocencia existan asesinos, y recordemos que ETA -además de todo el resto de víctimas- cuenta específicamente con al menos la muerte de 22 niños en su haber, podemos sorprendernos o escandalizarnos en la correspondiente medida. Pero lo más terrible de largo seguramente sea esta exaltación popular de los asesinos. Con más o menos razón podría considerarse al asesino como un ser excepcional, en el sentido de que sea un tarado o un producto defectuoso en la cadena de montaje, lo llamativo es que a una alimaña de este tipo le salgan devotos. ¿En qué clase de sociedad puede pasar semejante cosa? ¿Cuántas cosas tienen que ir mal en una sociedad para que pueda suceder semejante cosa? ¿Está toda la cadena de montaje descalabrada? O lo que es peor, ¿existe una cadena de montaje, cuya existencia se tolera, cuyo fin es producir en serie este tipo de perturbados?
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