En la épica nacionalista, resulta de todo punto preciso que el vascuence sea una lengua perseguida. Es decir, es irrelevante si hay persecución o no, lo relevante es el discurso de que la hay. El objetivo no es ni mucho menos acabar con una real o supuesta persecución, sino mantener siempre vivo el discurso de la persecución. El discurso sobre la persecución no puede acabar con la ausencia de toda persecución. Más aún, el vascuence empieza a ser una lengua impuesta a la par que sigue jugando constantemente, sin embargo, la baza del victimismo.
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Más allá de disquisiciones teóricas, este verano hemos asistido a un hecho significativo, aunque perdido en la maraña opresiva de las noticias sobre el coronavirus.
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Poco antes del verano, a finales de mayo, la noticia era que iba a abrirse una escuela popular para los niños de Pamplona que se habían quedado sin plaza en las escuelas municipales. El nuevo ayuntamiento, en realidad la Justicia, ha revertido la euskaldunización ilegal y a martillazos, atropellando a las familias castellanohablantes, que había llevado a cabo el anterior consistorio. La reposición siquiera moral en su derecho de las familias castellanoparlantes supuestamente había dejado sin plaza a quién sabe cuántas familias euskaldunes. Esta escuela popular surgía para paliar el nuevo atropello contra el vascuence y los vascoparlantes.
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Ya metidos en el verano, sin embargo, la noticia era que la nueva escuela popular al final no se iba a abrir… porque no se matriculaba casi nadie. Los propios promotores reconocen, entre otros problemas, que «no hay niños suficientes». La enorme demanda popular a la que iba a dar respuesta esta escuela parece que sencillamente no existe.
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Lo ocurrido con el fiasco de esta escuela, por otro lado, viene a confirmar los datos del modelo D en el sistema educativo durante los últimos años. Es decir, tras cuatro años de gobierno nacionalista el modelo D ha tenido prácticamente la misma demanda que los años anteriores. O sea, no había ninguna represión de la oferta de plazas en vascuence ni ninguna demanda insatisfecha ni por supuesto ninguna persecución al vascuence. A lo que por el contrario venimos asistiendo estos años es a un rosario de casos en los que la Justicia tiene que poner coto al nacionalismo para impedir que sean la educación en español la reprimida y la población castellanohablante la ilegalmente discriminada. Eso sí, a veces el truco para vender la supuesta persecución del vascuence es tan burdo que todos podemos ver el conejo de la chistera saliendo por la manga de la gabardina del mago.
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