Los líos de Zapatero van reventando uno por uno

El Tribunal Constitucional ha hablado, aunque le haya costado 4 años. Pocas veces lo poco que se conoce de la sentencia, que son las pocas líneas del fallo, han dado lugar a titulares tan dispares en los medios digitales. Para el diario El Mundo, “El Tribunal Constitucional avala la mayor parte del Estatut de Cataluña”. En términos parecidos se manifiesta El País, poniendo el acento sobre el hecho de que no se ha producido “Ni un retoque en 74 artículos recurridos”. Menos optimista, Público titula concluyendo que “El TC amputa parte del Estatut”. De manera similar, para ABC “El Constitucional purga el Estatut”. La Gaceta, por su parte, asegura que “El TC avala la mayor parte del Estatut, aunque reitera la indivisibilidad de España”.

Bombazo en Cataluña

Como si los medios catalanes hubieran esperado sinceramente la canonización judicial del Estatut sin tacha alguna, la publicación de la sentencia puede calificarse como un “bombazo” en Cataluña. La Vanguardia califica de “varapalo” la sentencia del TC, asegurando que “se ha ensañado con las aspiraciones catalanas”, puesto que “impide declarar preferente la lengua catalana, tener un Poder Judicial autónomo y ampliar competencias fiscales”. Este mismo medio plantea en una encuesta cuál debería ser la respuesta catalana al recorte del Estatut, siendo la respuesta favorita de sus lectores (con un 70% de aceptación) la de “proponer la autodeterminación”. El Periódico proclama en portada “Volem l’Estatut!”, añadiendo a continuación que “Catalunya convoca una gran manifestación contra la sentencia”. Para Avui, “El TC fulmina l’Estatut”, directamente.

La reacción política

Desde el punto de vista político, CiU calificaba la situación de «gravísima». El PP, por su parte, pedía “sosiego” y “prudencia”, pero mientras Alfredo Pérez-Rubalcaba aseguraba que “si es fútbol, el PP pierde por 290 a1”, y De la Vega afirmaba que “El PP ha sufrido una derrota en toda regla”, Montilla se mostraba “defraudado” e  “indignado”  con el resultado, a la vez que llamaba a los catalanes a manifestarse “masivamente” mientras proclamaba que el Estatut era “plenamente constitucional” y que “Cataluña es una nación”.

Las limitaciones que la sentencia impone al Estatut

La denominación de Cataluña como nación, precisamente, es uno de los elementos más polémicos que aborda el Constitucional en su sentencia. El Tribunal determina que el preámbulo que contiene esta denominación carece de eficacia jurídica, no obstante mantiene la redacción tal cual evitando pronunciarse sobre si, más allá de ser eficaz o no, se trata de una denominación aceptable. El Tribunal sí aborda otras cuestiones relevantes como la fiscalidad o la inconstitucionalidad de imponer el catalán como lengua “preferente” en la Administración y “vehicular” en el sistema educativo. La sentencia bloquea además la independencia judicial de Cataluña. El hecho es que la sentencia anula 14 artículos, precisa la interpretación correcta de 27 y establece la ineficacia jurídica del preámbulo. No es una victoria o derrota de ningún partido, sino la correcta adecuación del Estatut a la Constitución como norma de rango superior en un estado de derecho. Parece absurdo que el PSOE interprete como una victoria del PP, o una derrota suya, que el Estatut no haya incluido 14 artículos inconstitucionales. Este tipo de interpretaciones dice bastante sobre la formación jurídica y hasta democrática de algunos políticos.

El caso del Estatut es el penúltimo lío gratuito promovido por Zapatero que le explosiona entre las manos. Un asunto diseñado desde la casta política ante la indiferencia de la población, que mereció la abstención mayoritaria de los catalanes, Zapatero ha conseguido impulsarlo hasta convertirlo en un elemento de fricción para los poderes del estado, para los españoles entre sí, para los catalanes entre sí y para los catalanes con el resto de españoles. Hasta qué punto se quiera escenificar esta fricción, lo cual probablemente ya no está en manos de Zapatero, lo veremos en los próximos tiempos. Entretanto, la sentencia del Constitucional ha colocado el famoso Estatut a una altura que no supera nuestro Amejoramiento.

 

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